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OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

El aborto lleva al Gobierno al disparate

El anteproyecto de la ley del aborto, que elaboró en solitario Alberto Ruiz-Gallardón, está conduciendo al Gobierno al disparate, por no decir a la esquizofrenia, y se está convirtiendo en su talón de Aquiles político. Parece paradójico que después de haber navegado, sin despeinarse, ante problemas tan graves como las cifras de paro, la prima de riesgo, la pobreza endémica, las subidas de impuestos, los recortes sanitarios o educativos, la reforma laboral o la supresión de becas, sea un tema como el aborto el que lo tenga arrinconado.

Y así se vio este miércoles en la sesión de control al Gobierno. La incomodidad de los miembros del Ejecutivo que lo aprobaron –aunque la ocurrencia fuera del ministro de Justicia– ante este debate. Su actitud de echar balones fuera, su cobardía al no responder, su malestar por hablar de este asunto.

Como dijo Elena Valenciano, hay pocos precedentes de que un Gobierno cambie sustancialmente un anteproyecto de ley que ha sido aprobado por ese Gobierno. Pero todo apunta a que puede ocurrir, aunque seguirá estando muy lejos de la actual ley de plazos que rige todavía en España, como en la inmensa mayoría de los países europeos.

Pero cambios habrá. Y se tocará más de una coma, en contra de lo que dijo el más que desgastado Gallardón. En esta ocasión, no hace falta recurrir a fuentes consultadas. La propia página web de La Moncloa titulaba, nada más acabar la sesión de control, con esta frase abriendo la primera noticia: “La legislación en materia de aborto es susceptible de mejora, debate y nuevas aportaciones”.

La frase es del propio Rajoy en la sesión de control, pero ya es llamativo que el propio Ejecutivo quiera avisar en su propio canal de comunicación que el anteproyecto que ha aprobado no le gusta nada.

Hay lecturas de que todo vuelve a ser un engaño del Ejecutivo. Que se ha optado por la vieja táctica de hacer un proyecto legislativo muy duro, para luego suavizarlo, rebajar el debate político y, al fin y al cabo, dejarlo como en la legislación de 1985. Puede que el resultado final sea así, pero discrepo de que haya sido una estrategia política. El Gobierno, mejor, su ministro de Justicia, ha medido mal las fuerzas y se ha equivocado mucho.

Los ególatras suenen fallar en esos cálculos. Importa más pasar a la historia, aunque a veces sea a costa de hacer el ridículo. No sé a quién oí decir que “con las mujeres no van a poder”. Y sigo pensando o deseando que así sea.

En el Parlamento, este miércoles, se vio a un Gobierno acorralado por este debate, y a una oposición que no piensa ceder ni un milímetro. Ya dije que este asunto le va a costar caro al Ejecutivo, y las mujeres van a dar la batalla porque se juegan su libertad y no quieren volver treinta años atrás. Mejor lo escribió el exdiputado y poeta Felipe Álcaraz: “Ya no podemos retroceder, no tenemos adónde”.

El anteproyecto de la ley del aborto, que elaboró en solitario Alberto Ruiz-Gallardón, está conduciendo al Gobierno al disparate, por no decir a la esquizofrenia, y se está convirtiendo en su talón de Aquiles político. Parece paradójico que después de haber navegado, sin despeinarse, ante problemas tan graves como las cifras de paro, la prima de riesgo, la pobreza endémica, las subidas de impuestos, los recortes sanitarios o educativos, la reforma laboral o la supresión de becas, sea un tema como el aborto el que lo tenga arrinconado.

Y así se vio este miércoles en la sesión de control al Gobierno. La incomodidad de los miembros del Ejecutivo que lo aprobaron –aunque la ocurrencia fuera del ministro de Justicia– ante este debate. Su actitud de echar balones fuera, su cobardía al no responder, su malestar por hablar de este asunto.