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El PSOE y su inmensa capacidad para meterse en líos
Los socialistas llevaban una temporada muy tranquilos. Les salió razonablemente bien la Conferencia Política de noviembre, se pactó con no demasiadas tensiones el calendario de primarias como quería la dirección y querían los barones, y nombraron por unanimidad y sin revuelo a su candidata para las próximas elecciones europeas, más allá de las interpretaciones políticas de que dicha designación pueda significar el adiós de Alfredo Pérez Rubalcaba... o no.
Desde la celebración del 38º Congreso Federal del PSOE, en febrero de 2012, Rubalcaba no había tenido una etapa con menos sobresaltos internos y externos. Incluso, ya ha visto algunas encuestas que dan a los socialistas como el partido más votado en las elecciones europeas. La hoja de ruta, hasta entonces, estaba clara: volcarse en la campaña electoral y no descuidar la oposición en el Congreso.
Pero a los socialistas parece que les gusta pisar todos los charcos y, si no los hay, ya se los buscan ellos solos. Porque resultad difícil entender, a todos los niveles, que sin venir a cuento este miércoles se lanzaran a plantear una moción de censura contra el Gobierno del PP en Navarra, en la que obligatoriamente tienen que contar con los votos de Bildu.
Otra vez malestar interno en el PSOE, sobre todo de sus dirigentes más veteranos, que están totalmente en contra de lo anunciado por el secretario general del Partido Socialista de Navarra (PSN), Roberto Jiménez. Otra vez el discurso que le encanta al PP y a determinados sectores de esta sociedad de que los socialistas se alían con los amigos de los etarras. Otra vez las asociaciones de víctimas poniendo el grito en el cielo. Y no son pocos los dirigentes del partido que no lo entienden.
Es cierto que las acusaciones de corrupción que pesan contra el gobierno de Navarra, que preside Yolanda Barcina, son muy graves; que requerían una respuesta contundente por parte de la oposición y del PSOE; y que se quería llevar el foco de la polémica al plano nacional. Pero el coste interno y externo para el PSOE va a ser mayo, con toda seguridad.
Además, es difícil de entender el órdago a la grande lanzado el miércoles por Roberto Jiménez para ir a unas elecciones anticipadas el 25 de mayo. Primero, porque sólo se adelantan un año los comicios previstos para 2015; segundo, porque todo apunta a que se irá a una composición parlamentaria similar a la actual, donde el PSOE no va a ser ni mucho menos el más beneficiado electoralmente; y, tercero, porque los socialistas a nivel nacional y en Navarra van a tener que estar soportando mucho tiempo la cantinela de que pactan con “Bildu-ETA”, como les gusta decir a los dirigentes del PP.
Ferraz, en la tarde del miércoles, tenía pleno conocimiento de lo que iba a decir el líder del PSN, y tampoco se entiende por qué no lo frenaron. Rubalcaba, en más de una ocasión, ha renunciado a acuerdos y pactos de toda la oposición en el Congreso por no estar con Amaiur, y porque teme ese discurso -aunque sea facilón y bastante demagógico- más que al diablo.
Y, ahora, pues no saben cómo salir. Valenciano matiza, Eduardo Madina precisa, el PSN intenta mantener el órdago, Pero, otra vez, vuelve la polémica. Nunca dejará de asombrarme la inmensa capacidad que tiene el PSOE de meterse en líos.
Los socialistas llevaban una temporada muy tranquilos. Les salió razonablemente bien la Conferencia Política de noviembre, se pactó con no demasiadas tensiones el calendario de primarias como quería la dirección y querían los barones, y nombraron por unanimidad y sin revuelo a su candidata para las próximas elecciones europeas, más allá de las interpretaciones políticas de que dicha designación pueda significar el adiós de Alfredo Pérez Rubalcaba... o no.
Desde la celebración del 38º Congreso Federal del PSOE, en febrero de 2012, Rubalcaba no había tenido una etapa con menos sobresaltos internos y externos. Incluso, ya ha visto algunas encuestas que dan a los socialistas como el partido más votado en las elecciones europeas. La hoja de ruta, hasta entonces, estaba clara: volcarse en la campaña electoral y no descuidar la oposición en el Congreso.