El Ayuntamiento de Madrid no aclara qué quiere hacer con la casa de Vallecas que fotografió Robert Capa en los primeros meses de la Guerra Civil, cuando está a punto de iniciar el proceso de realojo de las 13 familias que aún viven en este edificio bajo, húmedo y precario de 1927 cuya fachada, marcada con boquetes de metralla de la aviación nazi, dio la vuelta al mundo. La instantánea llegó hasta el New York Times el 24 de enero de 1937. Antes se había publicado en la revista francesa Regards.
La decisión tiene que ser más o menos inmediata. Los últimos de Peironcely, 10 se despiden estos días de sus casas. La expropiación por parte del Ayuntamiento de Madrid se consumó la semana pasada por 870.000 euros. Ninguno sabía que su vida iba a cambiar por una fotografía. Capa tomó la instantánea en 1936 aunque hasta 1998 no se identificó el lugar en el que disparó su cámara en Puente de Vallecas. El responsable fue el fotógrafo José Latova, cuyo hallazgo salvó al edificio, parte del catálogo de bienes y espacios protegidos del Ayuntamiento de Madrid desde 2017, y también a sus habitantes.
“No teníamos ni idea de la historia que escondía esta casa y sabemos que si no hubiera sido por ella no nos habrían concedido una vivienda”, admite Neira Montero, una de las vecinas. Vive en 22 metros cuadrados con su pareja, Mario, por los que paga 350 euros al mes. Todas las viviendas son del estilo. No hay calefacción, la luz es escasa. Esta semana han empezado a firmar sus nuevos contratos de alquiler en viviendas asignadas por la Empresa Municipal de la Vivienda y el Suelo.
Un icono a punto de derribarse
El hasta ahora propietario, Luis Santiago Barrena, mandó hace unos años un albañil para tratar de maquillar los agujeros de metralla con yeso aunque la masa endurecida y blanca no ha logrado ocultar del todo las huellas de la violencia. Barrena quiso demoler el edificio para volver a construir sobre su terreno. Entonces empezó una campaña promovida por la Fundación Anastasio de Gracia bajo el lema #SalvaPeironcely10 para proteger ese lugar que Capa convirtió en un icono universal del horror de la guerra.
La mayoría del Pleno municipal -con los votos a favor de Ahora Madrid y PSOE- aprobó destinar el inmueble, agujereado por la munición, a crear un centro de interpretación de los bombardeos de Madrid en el anterior mandato. PP y Ciudadanos, que ahora van a decidir sobre el futuro del edificio situado en la calle Peironcely, 10, se abstuvieron en aquella votación. El área de Cultura, dirigida por Andrea Levy, asegura que “está valorando las diferentes opciones que podría albergar el edificio” pero evita comprometerse a continuar con el proyecto previsto.
El Gobierno de Ahora Madrid inició la tramitación para dar un uso cultural al edificio cambiando el Plan General de Ordenación Urbana, aunque ha sido la corporación de PP y Ciudadanos la que ha gestionado la expropiación y la reubicación de los vecinos. El alquiler de los pisos, ubicados también en Vallecas, estará adaptado a su poder adquisitivo, muy bajo en la mayoría de los casos.
“¿A quién puede agredir recordar a las víctimas de los bombardeos?”
La plataforma Salvar Peironcely 10, impulsora del proyecto, no tienen noticias del Ayuntamiento desde octubre de 2019. Fue la primera y última vez que se reunieron. “No nos atendió la delegada, sino su coordinador general, que ya no está en el Ayuntamiento. No nos aseguró nada ni nos dio ninguna respuesta. Simplemente comentó que se lo trasladaría a Andrea Levy, pero desde entonces, nada. Nos preocupa que al no tener contenido quede relegado al olvido”, lamenta José María Uría, coordinador de la plataforma. El silencio ha empezado a generar dudas sobre las verdaderas intenciones del equipo de José Luis Martínez-Almeida.
La de Peironcely, 10 es la única vivienda de aquella época que sobrevivió a los bombardeos del bando franquista en la Guerra Civil en la zona. Se construyó en 1927 tras la aprobación de la Ley de Casas Baratas, que fomentó la construcción de viviendas para personas de clase baja. “Allí vivieron trabajadores ferroviarios, incluso dos guardias civiles después de la guerra. Se la conocía como la casa de los ricos porque era la única que tenía agua”, explica Uría. En el interior de la vivienda sigue habiendo un pozo de la época.
La plataforma mantiene que “no tendría sentido dedicarlo a otro uso” que no fuera el de un centro de memoria: “No sabemos a quién puede agredir recordar a víctimas anónimas de los bombardeos. Aquí nace esta estrategia terrorífica, que se ejerció primero en el cielo de Madrid y luego se extendió durante la II Guerra Mundial. El valor universal es incontestable”. En 2018 un coleccionista de Castellón dio con la primera copia de la fotografía original de la época.
“Visitamos la casa por primera vez a finales de 2016. Nadie nos hizo ni puñetero caso al principio”, recuerda la concejala socialista Mar Espinar, que ha seguido de cerca el proceso desde hace cino años. Su grupo llevó al Pleno la propuesta de centro de memoria de la plataforma en el mandato anterior. Ahora, promete que el PSOE va a “dar la batalla” pero asume que seguir con el proyecto “estará complicado”. “PP y Ciudadanos se abstuvieron cuando se votó y no dependían de Vox para mantenerse en el Gobierno”.