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Justa Freire, la maestra republicana que ha dejado a Millán Astray sin calle en Madrid

Justa Freire comparte mesa con sus alumnos del Grupo Escolar Cervantes.

Fátima Caballero

Del “muera la inteligencia” a una maestra de la República. De Millán Astray a Justa Freire. Como consecuencia de la ley de Memoria Histórica –que los anteriores Ayuntamientos de Madrid se negaron a cumplir–, hace tres meses la calle en homenaje al fundador de la Legión, uno de los generales golpistas que acompañaron a Franco en 1936, cambió de nombre. En su lugar, llegó una maestra cuya historia merece una calle. Hoy se cumplen 53 años desde su muerte.

Nacida en Moraleja del Vino, Zamora, el 4 de abril de 1896 y desaparecida en Madrid el 15 de julio de 1965, esta maestra forjada en la II República tiene una calle que la recuerda en el distrito de Latina desde el pasado mes de abril. Madrid fue el lugar que la vio crecer como una de las pedagogas más innovadoras de las primeras décadas del siglo XX.

Cuando el Comisionado de la Memoria Histórica del Ayuntamiento de Madrid la propuso para sustituir al general fascista recordaba que fue condenada a seis años y un día de prisión por el Tribunal de Responsabilidades Políticas por su labor como directora en la escuela.

Pero antes de ese fatídico destino, Freire había labrado una carrera como docente y pedagoga que destaca por su interés en innovar la enseñanza pública de la época. Así lo recuerda su biógrafa María del Mar del Pozo Andrés, autora de Justa Freire o la pasión de educar. Biografía de una maestra atrapada en la Historia de España (1896-1965). “Ella fue una de esas maestras, de las pocas y las primeras, que viajó al extranjero para conocer otras metodologías de enseñanza que luego implantó y que aparecen en los libros de pedagogía”, señala.

A la pregunta de cómo describiría a Freire, la profesora y escritora destaca dos rasgos de su personalidad: su “pasión” por la enseñanza y la infancia, y su “esperanza” en el ser humano. “Creía mucho en el ser humano, en el futuro. Esa esperanza de ver siempre el lado bueno de las personas es lo que le salvó la vida”, elogia Del Pozo Andrés.

José Luis Gordo, de la Fundación Ángel Llorca, destaca su papel como “renovadora” de la enseñanza. A su juicio, Freire era una “avanzada para su época” por su empeño en modernizar una escuela pública obsoleta y arcaica.

Freire llegó a Madrid en 1921. Ya en la capital, la maestra consiguió una plaza en el Grupo Escolar 'Cervantes', centro vinculado a la Institución Libre de Enseñanza donde se educaban los hijos de los obreros del barrio madrileño de Cuatro Caminos. Freire fue una de las primeras mujeres que ocuparon el puesto de directoras de un centro docente, tras aprobar sus terceras oposiciones.

Tanto para Gordo, maestro de profesión, como para Del Pozo Andrés, la calle Maestra Justa Freire es un reconocimiento a toda la profesión de maestro, hasta ahora olvidada en el callejero madrileño. “Creo que el Ayuntamiento de alguna manera devuelve una deuda que tiene con los maestros; es fundamental decir que Justa Freire desarrolló una pedagogía con la que nos identificamos muchos maestros y maestras actuales”, defiende José Luis Gordo.

Su vida en el Levante: las colonias escolares

Durante la Guerra Civil se mudó al Levante con niños que habían quedado huérfanos y montó junto otro maestro, Ángel Llorca, las colonias escolares, una manera de proteger a los menores de las bombas y “referencia internacional en otros conflictos bélicos”, señala Gordo.

Al alzarse Franco con la victoria, los funcionarios de la época quedaron suspendidos. Mientras intentaba arreglar los papeles para volver a ejercer en la nueva situación, fue detenida y juzgada por “prácticas laicistas”. También porque en una ocasión un grupo de alumnos cantó un letra rusa, como recuerda su biógrafa. Estos dos “delitos” le valieron una condena de seis años y un día. Tampoco volvería a ejercer como maestra en la escuela pública, su pasión.

Ingresó en la cárcel de las Ventas donde permaneció dos años hasta su puesta en libertad. Las reclusas recuerdan su afán por enseñarles a leer y escribir, pero también su empeño por que estas no se dejaran. “Les decía que tenían que seguir cuidándose, introducir la belleza en su día a día”. De esta manera, decían, Freire consiguió darles un rayo de esperanza. Así se lo contaron las propias presas a María del Mar del Pozo Andrés.

Del Pozo Andrés, durante su conversación con eldiario.es, deja claro que Justa Freire nunca dio clase a las 13 rosas que también pasaron por la cárcel de Ventas, una “confusión que siempre se ha dicho pero que no es cierta porque no coincidieron en el tiempo”.

A su salida, Freire tiene que reinventarse por tercera vez. En esta nueva vida, la casa de los hijos de los embajadores. Así es como Walter Starkie la conoció y la contrató como maestra en el colegio británico, recuerda su biógrafa. Freire volvía a tener un trabajo y un sueldo fijo a final de mes.

La vida de Freire fue de “drama” y “lucha”, pero “feliz”. “En sus escritos, incluso en los más íntimos que solo he leído yo, nunca encuentras amargura; no se instaló nunca en el odio pese a lo que la guerra y la posterior dictadura le quitaron”, asegura María del Mar del Pozo Andrés. “Siempre miraba al futuro con esperanza”.

Información a los vecinos de Latina

Que Justa Freire sustituya en el callejero a Millán Astray tiene algo de justicia poética. Aunque ahora hay historiadores que lo desmienten, el militar sigue siendo conocido por la frase “muera la intelectualidad”. “Es bonito que haya dejado paso precisamente a una maestra que se esforzó toda su vida por transmitir saberes, por llevar la cultura y el conocimiento allá donde estuvo”, asegura a eldiario.es Carlos Sánchez Mato, concejal presidente de Latina.

El edil prepara para septiembre un acto homenaje a esta maestra en el distrito y desde este viernes ha comenzado el envío de cartas a los vecinos recordándoles quién fue Freire. “En las cartas les tranquilizamos también explicando que no tienen que ir a cambiar el DNI ni hacer otras gestiones”, señala Sánchez Mato.

“El nombre de Justa es importante en sí mismo y también por el hecho de que fuera una mujer, el callejero de Madrid como el de la mayoría de las ciudades está dominado por nombres de hombres, las mujeres no llegan al 18%. Es urgente buscar también allí la paridad con más cambios como éste. Es importante crear referentes para las nuevas generaciones, también en el callejero”, concluye el edil de Ahora Madrid.

Millán Astray puede volver

El General Millán Astray podría volver al callejero de Madrid después de que la Hermandad Nacional de Antiguos Caballeros Legionarios, la fundación que tiene su nombre y la Franco recurrieran el cambio de nombre ante la Justicia. En estos momentos hay dos sentencias judiciales contradictoras: una que da la razón al Ayuntamiento de Madrid y otra que se lo quita.

“Existen datos suficientemente documentados en el procedimiento que involucran a los generales rotulados en la calles con la contienda y en la sustentación del régimen político surgido de la guerra civil”, asegura el magistrado de lo contencioso administrativo número 14 de Madrid.

A su vez, otra sentencia del contencioso número 7, dos semanas antes, anulaba el cambio al considerar que la actuación adolecía de “la suficiente motivación”, “sin que del contenido del expediente administrativo puede desprenderse, de manera inequívoca, que Millán Astray participara en la sublevación militar, ni tuviera participación alguna en las acciones bélicas durante la Guerra Civil, ni en la represión de la Dictadura”, aseguraba este otro magistrado.

Ante esta contradicción, será el Tribunal Superior de Justicia de Madrid quien desempate. A estas dos sentencias hay que sumarle el recurso de la Fundación Francisco Franco, en vías de ser ilegalizada como ha anunciado esta semana la ministra de Justicia, Dolores Delgado, que tiene recurridas el cambio de las 52 calles a la espera de resolución judicial.

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