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Opinión - Lección de dignidad. Por Esther Palomera

Metro de Madrid paga un 'plus' de 10 euros a sus trabajadores para que se compren material de protección: “Es como decir búscate la vida”

Un hombre con traje de protección en el Metro de Madrid.

Mónica Zas Marcos

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La preocupación de los trabajadores del Metro de Madrid comenzó en febrero, en las estaciones que conectan directamente con las terminales del aeropuerto. Los medios ya empezaban a alertar sobre un misterioso virus mortal extremadamente contagioso que empezaba a propagarse desde China. Más tarde, el foco de la enfermedad se trasladó a Italia, país del que procedían una buena cantidad de pasajeros recién aterrizados. Los encargados de la línea 8 pidieron protección en ese mismo instante a la Comunidad de Madrid, que gestiona el suburbano madrileño, pero aseguran que esta se la denegó.

“La empresa se negó a priori a proveer de mascarillas y guantes porque decían que eran alarmistas y alegaban que ni la OMS ni Sanidad le obligaban a ello”, cuenta a eldiario.es un representante sindical de CCOO, que trabaja como jefe de sección en una línea del Metro de Madrid.

Ante las quejas, el 4 de febrero enviaron un lote de toallitas desinfectantes tan solo a los trabajadores más expuestos del aeropuerto y de los intercambiadores: “Eran tan ridículas, apenas del tamaño de un dedo, que creíamos que se habían equivocado de referencia en el encargo”.

Poco a poco, pidieron expandir esas medidas a las 302 estaciones que conforman el suburbano. “El pasajero que llegaba de China o Italia se montaba en el aeropuerto, pero después se bajaba en cualquier otra parte que también requería protección”, alegaron los sindicatos. Sin embargo, cuando quisieron hacerles llegar ese material ya era tarde: el stock mundial se estaba agotando y el que había se destinaba a los hospitales. Solo consiguieron un kit de emergencia que incluye un par de guantes y una mascarilla de un único uso para cada trabajador.

“Lo avisamos mucho antes y la empresa nos prometió que no habría problemas de stock, lo que se ha visto que no es así”, explica. Ante ese incidente forzoso, Metro de Madrid decidió retribuir a cada trabajador con diez euros en la nómina de marzo para que adquiriesen ellos sus propios EPI (equipo de protección individual). “La medida surgió en plena reunión con el comité y sonó a broma, pero era realidad pura y dura”, cuenta Jaime (nombre ficticio), también delegado sindical y oficial del Metro.

“Es una forma de decirnos: búscate la vida”, comparte su compañero de CCOO y jefe de sección. “Es más, han llegado a decirnos que, si encontramos grandes cantidades de geles desinfectantes o mascarillas, las compremos y después nos lo pagan”, continúa.

Desde Metro de Madrid explican que los diez euros se pensaron en un principio para geles porque, ante el desabastecimiento general, consideran más sencillo adquirirlos individualmente que por palés, y aseguran que están siguiendo las indicaciones de Sanidad “a rajatabla”. Por su parte, muchos de los trabajadores decidieron usar ese extra para iniciar una campaña de crowdfunding con la que surtir a los hospitales de todo tipo de material y que ya ha recaudado 25.000 euros.

Desde el Gobierno regional sostienen que han puesto en marcha más medidas para garantizar la protección de sus trabajadores, como enviar a casa al personal mayor de 60 años y al de riesgo, desinfectar diariamente vagones e instalaciones, la menor rotación posible de los maquinistas y el cierre anticipado de la red a medianoche.

Metro de Madrid registró el pasado martes 59 trabajadores positivos de COVID-19 y 385 no confirmados. Además, 417 se encuentran aislados o con una baja temporal por ser considerados especialmente sensibles. En total: 858, cerca de un 18% de la plantilla. Jaime, que pertenece a la última categoría por ser asmático, admite que “las medidas se van endureciendo, pero aún no contamos con EPIs, no se limpian los vestuarios en los tres cambios de turno y se sigue presionando a los compañeros que se niegan a trabajar sin equipo de protección”.

Su sección es la más complicada porque cubre muchas labores de mantenimiento en escaleras mecánicas, torniquetes, andenes y máquinas de venta de billetes “que no se limpiaban antes de arreglarlas con la excusa de que ya teníamos el kit de emergencia y que, además, solo se puede usar en casos concretos como su nombre indica”.

A Elena, jefa de sector en la línea 1, le ocurre lo mismo. Aunque su trabajo le permite permanecer en la sala el máximo tiempo posible, tuvo que usar su kit para asistir a una pasajera en el andén: “Dicen que para atender en las máquinas podemos dar las indicaciones a un metro de distancia sin tener que tocarla nosotros. Recomiendan no usarlo porque no lo pueden reponer”. Algo que recuerda su homólogo de otra línea, cuyo caso de emergencia fue atender a una persona ebria.

Ambos han preferido, como mucha parte del personal, tomarse las medidas por su mano. “Lógicamente sabemos que el Metro es transporte público y es esencial para llevar a la gente que tiene que trabajar, como los sanitarios de los hospitales. Pero eso no quita que hayan pasado de nosotros en ese sentido”. Ella, por ejemplo, sale cada vez menos de la garita y “atiendo siempre que puedo por el interfono. Lo otro es exponerse de forma muy tonta, sobre todo ante la bajada de viajeros”.

Además, asegura que hay personas que “aprovechan esta situación para incumplir las normas, saltándose los tornos o deambulando a altas horas de la noche”, como ella misma observa gracias a un turno partido que dura hasta las dos de la mañana. “También están reportando varios robos a viajeros, lo que demuestra que ya la gente no se toma tan en serio el metro y medio de distancia”, alega.

En su caso, no tiene mayores quejas porque asegura que los mandos intermedios han organizado muy bien un trabajo del que “la empresa se ha desentendido”. Pero no es el caso de todos sus compañeros, como los de la estación de La Latina, cuyo baño está en mantenimiento y tuvieron que esperar cuatro días hasta que les repusiesen el gel desinfectante, según informan fuentes del sindicato.

Elena se acuerda de los vigilantes y el personal de limpieza, más desprotegidos aún y a quienes, en el caso de los segundos, han doblado el trabajo desde el inicio de la crisis. “Si antes les correspondían tres estaciones, ahora son seis, y teniendo que limpiar más a fondo, desde nuestras salas hasta los vagones”, se lamenta.

Metro de Madrid, en ese caso, apela a las contratas de las que depende este servicio: “Metro paga un dinero anual a esas empresas y son ellas las que deben dotar a sus trabajadores, ahora y en cualquier circunstancia”, justifican. Mientras tanto, CCOO y el sindicato de maquinistas ya han presentado dos denuncias contra la empresa por la falta de material de protección frente al coronavirus.

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