Paloma Adrados permite que el asunto del máster devore el día a día de la Asamblea de Madrid
Carreras cámara al hombro, preguntas sin respuesta, escoltas y un solo tema. El día a día de la Asamblea de Madrid está devorado por el escándalo del máster. Cristina Cifuentes se agarra a su cargo mientras el PP trata de salvar con silencio y pasividad los días hasta la moción de censura. Sobre estos ejes se mueve también la presidenta de la Asamblea, Paloma Adrados, señalada por PSOE y Podemos por hacer “uso partidista” de su puesto y de la cámara regional.
Es la responsable única de poner día al debate de la moción que puede llevarse por delante no solo a Cifuentes, sino a todo el equipo: el feudo popular de la Comunidad de Madrid y más de 250 cargos con sus correspondientes sueldos. Fuentes del PP admiten que Adrados no moverá ficha sin el aval del partido. “Lo tendrá que hablar con Garrido”, dicen fuentes próximas a la presidenta. “Yo creo que eso ni siquiera está en sus manos, se decide en Génova”, apunta un consejero.
Pero los días siguen corriendo y, quiera el PP o no, la decisión tiene que estar tomada antes del 3 de mayo. La moción no puede celebrarse más allá del 7 y debe convocarse por “cortesía parlamentaria” con al menos 48 horas de antelación (solo cuentan los días hábiles).
“Confunden la institución con el partido”
Todo apunta a que Adrados estirará el desgaste una semana más, y ya van cinco desde que estalló el caso. “Están confundiendo la institución pública, de todas y de todos con un instrumento de partido. La están poniendo a su servicio”, denuncian desde Podemos. Los socialistas critican que las instituciones “no son suyas, sino de todos los madrileños” y pusieron en marcha la semana pasada una campaña que condenaba la actitud de la presidenta de la cámara, a quien acusan de “proteger” a Cifuentes.
La última semana fue especialmente tensa en la cámara regional. La jornada del jueves terminó con una queja formal de los periodistas parlamentarios por el “inaceptable” dispositivo de seguridad de la presidenta, con “agentes no identificados de algún cuerpo de seguridad oficial que han dado órdenes a la prensa sobre colocación de los compañeros”, según el escrito elevado a la Mesa. A los cámaras se les vetó la libre circulación por los pasillos y se les asignó un puesto fijo en el lugar marcado por el cordón de seguridad.
El equipo de la presidenta ya no puede rebajar la atención mediática, que se ha comido también la actividad parlamentaria. Todos los jueves hay en el pleno preguntas relacionadas con el máster que derivan, semana tras semana, en acusaciones cruzadas entre las bancadas sobre quién falseó más el currículum. Fuera del pleno, Cifuentes se niega a hacer declaraciones. Sonríe y se mueve del plenario al despacho, y de vuelta. Ni una palabra. Y así pasan las semanas.
En el PP defienden que Adrados cumplirá “estrictamente” con el reglamento, aunque espere hasta el último momento. “Nadie le puede decir que lo esté haciendo mal”, ha dicho el portavoz parlamentario Enrique Ossorio. Ciudadanos juega también sus fichas y se niega a reunirse con el PSOE hasta que haya fecha. Las acciones se aplazan y se amontonan entorno a la fecha de la moción.
Ossorio, el grueso de los consejeros y el entorno de la presidenta dan por hecho que Cifuentes llegará viva al 2 de mayo. Otra fecha más que se le acumula al PP en tiempo de descuento: la fiesta regional de la Comunidad de Madrid, el escaparate, el día grande. Las invitaciones ya están en la bandeja de salida de la Puerta del Sol y llevan el nombre de Cifuentes.
Dentro dicen que todo “será como siempre”, pero muchos en el PP se preguntan con qué cara la presidenta que tiene los días contados –ya sea por una dimisión o por un desalojo– va a poner las medallas y a posar en la foto junto a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. “La situación será incómoda, incluso kafkiana”, resume el secretario regional del PSOE de Madrid, José Manuel Franco.