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La crisis que elevó al alcalde de Madrid

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, en una rueda de prensa. / Óscar Cañas, EP

Sofía Pérez Mendoza

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24 horas después de que la Comunidad de Madrid decretara el cierre de todos los colegios, institutos y universidad en una decisión sin precedentes para contener el coronavirus, José Luis Martínez-Almeida leía una detrás de otra las primeras medidas del Ayuntamiento de Madrid para controlar la epidemia. El alcalde apenas levantaba la vista del papel, nervioso. Le hicieron falta, sin embargo, dos días para confeccionarse una nueva imagen que sacudiera las losas de algunas polémicas decisiones en el pasado con una receta sencilla: evitar la confrontación política y explotar la proximidad con los madrileños en una situación incierta. La operación ha dado resultado, dicen estos días los que alaban su gestión. De todos los colores políticos.

Su perfil, acostumbrado a un segundo plano frente a las estridencias de la presidenta de la Comunidad de Madrid, se ha elevado de repente gracias a un cambio radical de registro. El mismo que fue tocado por el dedo mágico de Pablo Casado para ser el candidato del PP a la alcaldía de Madrid por ser el “azote de Carmena”ha dado la vuelta a su imagen pública como un calcetín con un tono conciliador que huye de la confrontación política. Cuando le preguntaron si permitir la manifestación del 8M fue un error por parte del Gobierno de Pedro Sánchez, Martínez-Almeida respondió que también Vox hizo un acto multitudinario ese mismo día en Vistalegre. “No es el momento de tirarse los trastos a la cabeza”, afirmó en una entrevista en La Sexta.

La estrategia del alcalde de Madrid choca con la que sigue su homóloga en la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el líder de su partido, Pablo Casado. “Como alcalde está dando mucha seguridad a la gente”, dice una dirigente del PP de Madrid que le conoce bien. “Era un desconocido hace dos años y ha sorprendido con esto a propios y ajenos”, añade. En el partido algunos le llaman ya el “el alcalde de España”.

La crisis del coronavirus ha atravesado la ciudad en un momento clave para el alcalde. El regidor y su equipo intentaban sacudirse de la mala imagen de las políticas medioambientales del Ayuntamiento. El efecto de la primera semana, cuando el Consistorio decretó -ahora, admiten, de forma errónea- la suspensión de las multas de Madrid Central, era un losa todavía para el equipo municipal.

La situación, pese a su dramatismo y gravedad, ha dado un balón de oxígeno a Martínez-Almeida para hacer borrón y cuenta nueva. El regidor está centrado, sobre todo, en explotar el perfil de proximidad que permite la política local: habla directamente a los ciudadanos, les conmina a comportarse con responsabilidad, les anima cada día en redes sociales y emite mensajes directos, sencillos y sin tecnicismos en una época rodeada de incertidumbres.

Una bandera modificada para dar las gracias

En estos días, los madrileños se han podido meter en el salón de su casa a través de las redes sociales para verle hacer deporte durante el confinamiento. Los mensajes positivos inundan sus perfiles virtuales.“Juntos lo conseguiremos”, “todo va a salir bien”, “vamos a mostrar al mundo que vamos a salir de esta”. Y ha ordenado colocar un enorme “gracias” en la bandera de España instalada en el frontal del Palacio de Cibeles, sede del Gobierno municipal. El vídeo en el que dice a los jóvenes que esto “no son unas vacaciones” se ha compartido sin parar por redes sociales.

Algunos en la Puerta del Sol, sede del Gobierno regional, piensan que su encumbramiento político tiene que ver con que no se mancha las manos con la gestión de lo más problemático de la epidemia: los hospitales. El Ayuntamiento de Madrid no tiene competencias sobre ellos. “Es otra administración, no tiene nada que ver”, dice alguien que trabaja en la Real Casa de Correos.

Abogado del Estado, Martínez-Almeida conoce bien la letra pequeña del estado de alarma. Su Gobierno, bipartito con Ciudadanos, ha ido por delante de la Comunidad de Madrid -centrada en cuestiones de urgencia vital- en las decisiones más sociales, como una moratoria en el pago del alquiler a los inquilinos de las viviendas sociales de la EMVS y la suspensión de los desahucios hasta el 30 de junio. El equipo municipal también quiere desmarcarse de los menús de Telepizza y Rodilla que el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso reparte para garantizar una comida a los niños y niñas con beca comedor que estas semanas no pueden comer en el colegio porque está cerrado.

El regidor ha repetido que esta crisis “no puede dejar a nadie atrás”. También en lo económico: el Gobierno municipal fue la primera administración local que anunció rebajas fiscales para las empresas hosteleras y de ocio. En el paquete de beneficiarios se incluye a las compañías que hagan ERTE, siempre que a finales de año la plantilla sea de nuevo la misma.

En privado, dice que echa de menos hablar de los autobuses cero emisiones y que será buena señal cuando vuelva a hacerlo porque significará que la epidemia está controlada. El alcalde tiene pendiente aún aprobar un plan polémico contra la contaminación cuyo futuro es incierto mientras sigue haciendo rodar una ciudad de más de tres millones de habitantes. Su biografía, sin embargo, cuenta desde ahora con una gestión aprobada por la mayoría. Y eso supone también para el regidor, como para el conjunto de la capital, una oportunidad para volver a empezar.

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