Un piso en la calle Princesa de Madrid: diez habitaciones, diez estudiantes, una cocina y dos baños. Otro piso en la zona de Moncloa: ocho habitaciones, ocho estudiantes, una cocina, un salón, dos baños. Un piso en Gaztambide (el barrio de al lado, también en Madrid): quince habitaciones, catorce estudiantes, un “se busca compañero”, una cocina, dos salones, cuatro baños. Las cifras cambian, pero el patrón es el mismo.
Los estudiantes que llegan a la capital desde otros puntos de España y desde otros países se han convertido en todo un negocio para inmobiliarias y propietarios. En Madrid existen todo tipo de lugares adaptados para estos jóvenes recién llegados que no conocen a nadie con quien compartir piso, como los colegios mayores y las residencias. Sin embargo, sus precios sobrepasan los 800 euros y pueden llegar hasta los 1.200 euros al mes. Por eso, hay muchos que optan por el alquiler de habitaciones en macro-pisos. Las condiciones son peores pero los precios son algo más asequibles.
Desde Moncloa hasta el barrio de Salamanca pasando por Chamberí, hay cientos de pisos que se alquilan por habitaciones. No son viviendas convencionales. Pueden tener hasta trece o catorce cuartos y muchos de ellos han sido reformados ex profeso para este tipo de alquiler tan rentable para los dueños. En Idealista se pueden encontrar cientos de pisos que se alquilan por estancias. Los precios no bajan de los 400 euros y, en ocasiones, superan los 600 mensuales, a lo que se añade el mes de honorarios que hay que pagar a las agencias que se encargan de anunciar y gestionar los alquileres.
Iván, tiene 20 años y está cursando primero de enfermería. Vive en un piso en la calle Ferraz con otros nueve compañeros. Lo encontró después de semanas buscando en Idealista y se instaló a principios de curso, “cuando llegué no conocía a nadie y era lo único que mis padres se podían permitir”. El joven explica que es la opción más barata, “cada uno paga 450 euros con gastos incluidos”. Sin embargo, también cuenta que cuando firmó el contrato tuvo que dar más de 1.300 euros “de golpe” para pagar el primer mes, más un mes de fianza y otro para la agencia. “Al final es mucho dinero, pero es la opción menos mala si quieres estudiar aquí”, comenta.
Martina alquiló una habitación en Moncloa por 450 euros al mes donde vivían otros siete estudiantes: “No es barato, pero comparado con lo que ve uno por las páginas web de alquiler, esta bien. Un precio normal”. Además, a diferencia de Iván, ella pudo ahorrarse el mes de agencia. La casera le dijo que no firmarían ningún contrato, “era todo de palabra”. Martina intuye que antes no era una vivienda, sino dos, y que decidieron unirlas para alquilar por habitaciones, una opción mucho más rentable para los dueños, que aumentan el número de cuartos y reducen el de zonas comunes. Sin embargo, lo que ganan los propietarios, lo pierden los inquilinos, que tienen que hacer malabares para cocinar en una sola cocina y compartir un salón.
Blanca, que dejó Cáceres hace cuatro años para estudiar en Madrid, asegura —después de haber pasado por muchos pisos— que las inmobiliarias se aprovechan del desconocimiento que tienen los estudiantes que llegan por primera vez a la capital. Durante su primer año vivió cerca de Guzmán El Bueno en un piso que compartía con otras nueve personas. No fue consciente de cómo era hasta que llegó porque hizo todos los trámites de forma online con una agencia. Además, explica que no era una vivienda sino unas oficinas que habían convertido en habitaciones: “Tiraron los tabiques e hicieron un piso”.
Pagaba 560 euros al mes por su habitación y no era la más cara. Los precios oscilaban dependiendo del tamaño: “La más cara costaba 660 euros y la más barata 460”. La cacereña asegura que era “mucho dinero y no valía la pena” porque las condiciones eran pésimas: “Tienes que compartir un salón y una cocina entre 10 personas, y es muy complicado”.
Compartir piso hasta los 30
La inmobiliaria Mimaison lleva 15 años en el mercado del alquiler de habitaciones. “Cuando empezamos no había muchas opciones como esta”, cuenta Miriam, una de las agentes, que señala que su agencia fue de las primeras en moverse en este terreno: “Antes no existían estas opciones”. Ahora hay más empresas en el sector pero, sobre todo, hay más personas interesadas en alquilar habitaciones. La inmobiliaria no solo atiende a estudiantes, también a profesionales que ya trabajan y que ven esta opción más asequible que la de vivir solos.
El ultimo balance realizado por el Consejo de la Juventud de España, correspondiente al primer semestre de 2021 denunciaba que para los jóvenes el acceso a la vivienda en la Comunidad de Madrid resultaba inviable. Una persona de menos de 30 años con empleo debería invertir el 88,8% de su sueldo para alquilar y el 70% para comprar. La opción más económica, explican en el balance, es la de compartir una vivienda en alquiler.