La lluvias del verano abrieron una gotera “inmensa” en el piso de María Antonia García-Heras. Lo que en cualquier edificio no es más que una filtración de agua, a esta vecina de Orcasitas le hizo entrar en “pánico”: “Me estaba tragando el amianto”. Cientos de vecinos de este barrio del sur de Madrid viven desde hace 40 años debajo de tejados de fibrocemento, un material cancerígeno que quieren eliminar de encima de sus cabezas. El Ayuntamiento les concedió ayudas para retirarlo hace meses, pero el dinero aún no ha llegado al barrio.
Los tejados de esta zona de Orcasitas se van quedando blancos. El amianto, un material oscuro, barato y resistente, ha empezado a desprenderse del remate de estos edificios de protección oficial que se construyeron entre las décadas de los 70 y 80. “Estamos todos los días recibiendo partículas de los tejados”, explica Ana María Pérez, vecina del barrio. Habla pausado y se cubre el rostro con una máscara porque tiene asma. “Ya está bien de que no nos lo arreglen”, se queja.
En el barrio, son 116 comunidades afectadas, donde viven unas mil familias, según cuenta Félix López-Rey, uno de los primeros residentes de la zona y concejal de distrito por Más Madrid. Más de la mitad pidió las ayudas en 2019 y el resto espera poder hacerlo este año, según el edil, que es además fundador de la asociación vecinal del barrio. A ellos hay que sumar los centenares de residentes de barrios aledaños. En total, López-Rey cifra en 5.000 las familias afectadas.
Hace 12 años, cuando empezaron a “escuchar y descubrir cosas en Internet”, conocieron la “peligrosidad real” de lo que tenían sobre sus cabezas, según cuenta López-Rey. Miraron hacia arriba y descubrieron que el material que cubría sus viviendas era tóxico. En aquel momento, pidieron por primera vez subvenciones para quitar el amianto, pero hasta ahora no se han materializado ni esas ni ningunas otras.
Los vecinos están “preocupados”, según aseguran. Maribel Martínez, que nació en el barrio, dimensiona el reclamo: “No hablamos de cuatro bancos para la plaza, sino de nuestras vidas, las de nuestros hijos y nietos”. En las últimas semanas, sus rutinas se han alterado para asistir a asambleas y concentraciones.
Reunidos cerca de la asociación vecinal, una docena de residentes recuerdan a las personas que murieron por cáncer en el barrio: la hermana de Jesús, el marido de Martina. “No es normal, en mi planta somos cuatro”, lamenta Concepción Sánchez, de 75 años. “No conozco un portal en el que no haya cáncer”, asegura Jesús Díaz, que está operado siete veces por esa enfermedad.
“El problema es que estos materiales están llegando al final de su vida útil y que es posible que se hayan manipulado de forma inadecuada o que se hayan visto afectados por fenómenos meteorológicos, lo que aumenta el riesgo de liberar fibras de amianto y, por tanto, de inhalarlas”, explica el catedrático Alfredo Menéndez Navarro por correo electrónico. “Hay que considerar el potencial riesgo de mesotelioma pleural, que es un cáncer con muy baja supervivencia y que se puede producir con exposición a bajos niveles”, precisa el experto, autor de Los riesgos del amianto en España (1960-2002).
Está prohibido usar fibrocemento desde 2001, pero aún hay dos millones de toneladas métricas el amianto instalado en edificios, conducciones y aislamientos. El investigador de la Universidad de Granada señala que España “carece de una estrategia nacional para evitar la exposición ambiental al amianto entre la población general” aunque ya en 1977 la Organización Mundial de la Salud incluyó el amianto entre los elementos cancerígenos.
“Si lo hubiéramos sabido, no lo poníamos, pero no entendíamos”, explica Sánchez rodeada de más vecinas. Las placas onduladas que rematan estos edificios de Orcasitas se colocaron a medida que se iban derribando las chabolas que había en estos terrenos. La mujer recuerda que los habitantes eligieron “todo”: “Las calles anchas, las plazas, los azulejos [de las viviendas]”. También los tejados y hasta los nombres de las vías en las que se alzan las construcciones: calle de la Participación, calle del Empleo Juvenil, calle de las Promesas…
Las ayudas no llegan al barrio
El anterior equipo de Gobierno, dirigido por la exalcaldesa Manuela Carmena (Ahora Madrid), se comprometió a entregar a cada comunidad hasta el 70% del dinero para hacer las reformas —esas ayudas podían ampliarse, según el caso—. En total, el Consistorio concedió subvenciones a 68 edificios del barrio, más de la mitad de los 116 afectados. “Tenemos que poner una parte [del dinero] y hasta eso llegamos, porque hemos ahorrado. Pero si no nos dan el dinero, no podemos empezar”, señala García-Heras. Orcasitas tiene una de las rentas media por hogar más bajas de la capital. “Los vecinos se están quitando el pan para pagar los tejados”, afirma la vecina.
En el barrio, han empezado a circular rumores después de meses de espera y de falta información. Los afectados aseguran que el ni el actual delegado de Desarrollo Urbano, Mariano Fuentes (Ciudadanos), ni el de Vivienda, Álvaro González (PP), los han recibido. Este miércoles, casi 300 habitantes de Orcasitas han tomado la Plaza de la Villa, en el centro de Madrid, para hacerse escuchar durante la comisión de Desarrollo Urbano. Han hecho sonar silbatos y bombos y han alzado carteles que clamaban “Ayuntamiento agiliza las ayudas” y “Orcasitas en lucha contra el amianto”.
“No pueden estar hablando de si hay que colocar belenes o si los mástiles tienen que ser más altos”, ha criticado López-Rey, que tras participar en la comisión ha provocado a los ediles del PP y Ciudadanos a través del altavoz: “¿Quién es un concejal de Madrid para no dignarse a escuchar a todo un barrio?”. Minutos después, Fuentes y González han bajado y han acordado mantener una reunión con los vecinos el próximo 28 de febrero.
González se ha comprometido a sacar una nueva convocatoria de ayudas en abril. El plan, que sustituirá al Plan MAD-RE de Carmena, se llamará Rehabilita 2020. Fuentes del área que dirige González han asegurado a eldiario.es que las ayudas alcanzarán el 75%, es decir, un 5% más que lo que contemplaba el plan anterior, y podrán ampliarse según el caso. El dinero se entregará cuando cada comunidad tenga la licencia de obra para empezar a construir. El concejal, además, ha afirmado que ya está en marcha un plan de choque para agilizar las ayudas que reclaman los vecinos porque se encontraron con un “colapso” en la tramitación y “2.500 expedientes atascados” desde 2016.
La portavoz de la formación, Rita Maestre, presente en la concentración de vecinos junto a la mayoría del grupo municipal de Más Madrid, ha defendido que “es una excusa burocrática”. “Son Gobierno desde hace más de ocho meses y la excusa de ‘esto es todo culpa del Gobierno anterior’ no tiene sentido. Esas ayudas estaban concedidas”, ha expresado.
Las primeras licencias de obras empezaron a llegar en febrero después de meses, según cuenta García-Heras, que ha arreglado la gotera en su casa pero sigue expuesta al mineral como el resto de los vecinos. Son 32 licencias en total, menos de la mitad de las ayudas ya asignadas. Los afectados continúan intranquilos y son cautos pese a las promesas y a que hasta la vicealcaldesa, Begoña Villacís, les ha dicho que “tienen razón”. García-Heras insiste en que el objetivo es que llegue el dinero para poder iniciar las obras: “Hemos conseguido una reunión, que no es poco, pero nada más”.