Terremoto en el PP a cuatro días de las elecciones generales. Ciudadanos ha dado la sorpresa de última hora con el fichaje del expresidente de la Comunidad de Madrid Ángel Garrido, el sustituto de Cristina Cifuentes en el gobierno regional tras su dimisión por el Caso Máster.
Hasta ahora, Garrido ocupaba el puesto número cuatro de la lista del partido a las elecciones europeas después de que el pasado 11 de enero el presidente del PP, Pablo Casado, le comunicase que no sería el candidato por la Comunidad. En las listas publicadas este miércoles en el BOE todavía aparece en este lugar, que el expresidente ha decidido cambiar por el número 13 en la lista de Ciudadanos a las elecciones autonómicas, liderada por Ignacio Aguado.
El sucesor de Cifuentes culmina así la separación del partido en el que ha militado durante 30 años y competirá electoralmente con Isabel Díaz Ayuso y su equipo, la persona elegida por Casado para mantener el gobierno de la Comunidad de Madrid. El movimiento de fuga se ha pergeñado en “los últimos días” a espaldas del partido, según ha admitido el propio Garrido.
En una rueda de prensa en la sede nacional de Ciudadanos, el expresidente madrileño ha justificado su decisión “por razones de convicción y principios” y ha querido manifestar su respeto “para Pablo Casado por una amistad de hace años”. “Ciudadanos es el partido que mejor representa los valores del centro liberal, la moderación y la concordia entre españoles”, ha asegurado Ángel Garrido quien define a Ciudadanos como una formación ubicada “en el centro y alejada de los extremismos que provocan el enfrentamiento”. “Yo tenía un puesto asegurado en el partido, me vengo aquí por convicciones. Si quería seguir en política lo que quería hacer en un sitio donde me sintiera absolutamente cómodo”, ha añadido Garrido, ovacionado durante varios minutos por miembros de la formación de Albert Rivera dispuestos en varias plantas de la sede de Alcalá.
El que fue mano derecha de Cifuentes durante tres años se había alejado públicamente del nuevo rumbo marcado por Pablo Casado en el PP. Una posición de “moderación”, según sus palabras, que le incapacitó para ser elegido como candidato. “No me voy a afilar el colmillo a estas alturas”, dijo en el acto de presentación del ticket electoral el pasado mes de enero. Tres meses después, en una rueda de prensa en la sede de Alcalá de Ciudadanos ha defendido que estar en la lista regional de la formación de Rivera “es la mejor opción para seguir disfrutando de una Comunidad que es líder en muchas cosas”.
Garrido también ha anticipado que “seguramente” más personas de su equipo le sigan la estela, aunque ha tomado la decisión “en solitario”. Entre los consejeros hay dos especialmente damnificados por las listas de Ayuso, a los que no se ha encontrado acomodo en ninguna candidatura: la responsable de Transportes, Rosalía Gonzalo, y el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero. “Es un proyecto de centro político, habrá personas que se sientan más comodas militando en Ciudadanos”, ha apuntado.
El PP no sabía “nada”
El expresidente ha tomado la decisión a espaldas del partido en que todavía milita, según él mismo ha reconocido. Ha criticado abiertamente que esta forma ocultista de hacer es “un procedimiento habitual en el PP” y ha recordado que a él le avisaron a última hora de que no sería candidato. “El partido sabe que las cosas son así”, ha señalado. Hoy mismo entregará su carnet de militante y se dará de baja para inscribirse en Ciudadanos.
La dirección nacional ha recibido con asombro una nueva fuga de PP que no esperaba. Pablo Casado se ha enterado de la noticia durante un acto de campaña en Sevilla. “No sabemos nada. Las listas están ya presentadas. No localizamos a su jefa de Gabinete”, aseguran fuentes de la dirección del PP, que intenta restar importancia a que un expresidente regional se marche a las filas de otro partido en un puesto de menos relevancia.
“No vamos a dar importancia electoral a algo que no la tiene”, dicen fuentes cercanas al PP, que aseguran que Garrido “iba a lo que quería” porque rechazó Congreso y Senado, y pidió ser de 1 a 5 en las europeas. “Esta semana se está demostrando que somos la única alternativa”, zanjan los conservadores.
El fichaje ha sido presentado en rueda de prensa por Ignacio Aguado que ha destacado que el nuevo candidato de Ciudadanos “aporta experiencia, moderación y un profundo conocimiento de la administración porque ha sido presidente hasta hace algunos días”. Aguado ha explicado que la decisión se ha tomado con la intención de sumar fuerzas “ante un partido popular desinflándose”. Durante cuatro años ha sido el interlocutor más fiable y en algunos momentos el único en el Partido Popular“, ha destacado Aguado.
Para hacer posible la incorporación de Garrido a la lista regional, ya publicada en el BOE, Ciudadanos ha eliminado del equipo a Francisco Lara, que ocupa el puesto 13 en el que entra ahora el expresidente regional, confirman fuentes de Ciudadanos. Lara ha ocupado uno de los 17 escaños que la formación tiene en la Asamblea de Madrid en esta legislatura.
Garrido ha evitado explicar cómo se ha gestado el trasvase pero ha deslizado que esto “siempre es cosa de dos” y ha ensalzado su “buena relación”. “Ha surgido en los últimos días y ha llegado ahora, en este momento. Y le agradezco a Aguado el cariño con el que me han acogido en Ciudadanos. Sentirse querido es muy importante”, ha afirmado el expresidente.
Esa “buena relación” emergió a la fuerza en paralelo al inicio de hostilidades, ampliamente conocido, entre el líder de Ciudadanos en Madrid y la expresidenta Cifuentes. Como número dos, Garrido se convirtió en el interlocutor del Gobierno con Ciudadanos. Sobre todo después de que la formación de Rivera llamara a declarar a Cifuentes a la Comisión de Investigación de la Corrupción en junio de 2017. Ese fue el punto de inflexión. Después, ya como presidente sustituto y no como número dos dialogante, Garrido negoció los últimos presupuestos de la Comunidad de Madrid con Aguado. Los cuartos aprobados por acuerdo entre los dos grupos en la legislatura. La primera del PP en minoría que ha terminado con una expresidenta pendiente de sentarse en el banquillo y otro, su sustituto, en las filas de otro partido.