Madrid intenta repensar el ocio en la ciudad: no todo el tiempo libre ha de ser consumo
Madrid quiere repensar su ocio. Hacerlo más igualitario, accesible e inclusivo fuera de su dimensión de consumo y más allá del enquistado conflicto entre el ruido nocturno y el derecho al descanso de los vecinos. Con la jornada Perspectivas y Retos del Ocio en Madrid, celebrada el pasado jueves, la ciudad ha iniciado una revisión profunda sobre ese tiempo liberado de obligaciones y su potencial de transformación social, latente pero poco explotado, a partir de las experiencias de empresarios del ocio, asociaciones vecinales, agentes sociales, el tejido asociativo de la ciudad y el área de Coordinación Territorial y Cooperación Público-Social del Ayuntamiento de la capital.
El concepto de ocio está hoy desprovisto de gran parte de su complejidad, arrinconado por los hábitos de consumo. “Visitamos un museo, lo contamos a nuestros seguidores en redes sociales, añadimos una muesca a nuestra colección de experiencias y pasamos inmediatamente a la siguiente, banalizándola, sin tiempo para que nada cale en el individuo”, señala por vídeo conferencia el primer ponente, Fernando Bayón, doctor en Filosofía de la Universidad de Deusto y director del Instituto de Estudios de Ocio. Esta urgencia con que se vive el ocio favorece, según Bayón, esa tendencia a equiparar ocio con consumo, cuando en realidad son conceptos diametralmente opuestos. “El neg-ocio es precisamente aquello que niega el ocio, es una actividad que se hace con ánimo de lucro frente a un ocio basado en la contemplación y la creación, y sin embargo ambos se confunden hasta parecer ser parte de la misma realidad”, explica Bayón.
Este valor del ocio para conformar la personalidad de los individuos tiene particular importancia entre colectivos minoritarios o desfavorecidos, tal y como demostraron experiencias como la de INJUCAM, una plataforma que reúne a 15 entidades sin ánimo de lucro y que trabaja en los barrios con mayores dificultades por el desarrollo de la juventud y la infancia. “Participar en el ocio a través de las asociaciones ayuda a los jóvenes a conectar con el barrio, aumenta su autoestima y ayuda a que se mantengan dentro del sistema educativo. Los chavales se organizan en asambleas y aprenden a respetar, a saber lo que es el turno de palabra, a argumentar... Sientes que cuentas y que formas parte de la construcción de tu propio espacio”, explica Alexis Ávila, responsable del proyecto Enredaderas, una red de locales municipales que se han convertido en escenario de su desarrollo personal.
En esos locales son los propios jóvenes los responsables de decidir cómo quieren aprovechar su tiempo libre, tomando como punto de partida sus propios intereses, en lugar de empotrarse en un programa ya preestablecido desde una esfera adulta. “Les puedes dar a elegir entre fútbol y baloncesto, pero ellos quieren hacer BMX, parkour o breakdance. Dejemos que sean ellos quienes se organicen”, señala Ávila.
En esa capacidad de gestión y decisión reside el éxito de Enredaderas: más de 5.000 participantes en 2018 en los distritos donde tienen presencia (Retiro, Centro, Moratalaz, Villaverde y Fuencarral) que asistieron en más de 30.000 ocasiones a participar en las actividades propuestas por los jóvenes, de las que se ejecutaron más de un 65% con un presupuesto de 561.000 euros. Con esta cifras como aval, la iniciativa sigue extendiéndose por la ciudad y el próximo mes empezará a funcionar una en Vallecas y otra en Chamartín en septiembre.
La amenaza de las casas de apuestas
Contar con este tipo de alternativas resulta crucial en entornos donde amenazas como el juego y las casas de apuestas se infiltran también a través del ocio. Silvia González, de la asociación de vecinos Villaverde Este, alerta sobre el crecimiento de estos locales precisamente en los distritos con menor renta por ciudadano: Latina, Vallecas, Usera, Villaverde, Tetuán... La acumulación de estos establecimientos es tal que en ocasiones se encuentran pared con pared, monopolizando así el espacio y las opciones de tiempo libre.
“Esta explosión de las casas de apuestas afecta a la población más vulnerable, con perfiles muy jóvenes y masculinizados de nuevos ludópatas. Según datos del Observatorio Estatal del Juego, el 85% de sus usuarios son hombres, y el 81,6% de estos tienen de 18 a 45 años”, analiza González, que denuncia la resistencia de la Comunidad de Madrid para su ordenación. “Tenemos una Ley del Juego que fue aprobada en 2001, que no contempla el riesgo de salud pública que supone el juego online”. Para la portavoz vecinal “no hay existe una alternativa si no se brindan espacios públicos y financiación”.
Precisamente, en esa manera de gestionar los espacios públicos se encuentra una de las claves para conseguir un ocio de calidad y superar, no sólo los desequilibrios territoriales, sino también los desafíos que ponen en entredicho la identidad de las grandes ciudades, como la gentrificación y la turistificación del centro urbano. “Los centros de las ciudades son grandes teatros donde se nos olvida el autobús que nos ha llevado allí. Hay que conseguir que el centro de las ciudades sea más que un centro comercial”, opina Bayón. “Hay dos tendencias: la zonificación, con áreas dedicadas ex profeso a una actividad recreativa y que crea guetos difíciles de gestionar y gobernar, y la creación de espacios versátiles, pero con una finalidad única, que condicionan el tipo de actividades que se practican en ellos”. “Hay una creciente e intolerable privatización del espacio público donde se desarrolla el ocio. Las ciudades han sido ganadas por espacios de consumo y hay que recuperar esos espacios para la ciudadanía”, añade.
Los vecinos que diseñan su ocio
Un ejemplo expuesto en la jornada de la recuperación de espacios por la sociedad civil para superar desequilibrios territoriales se desarrolla en el parque de Valdebernardo, donde los vecinos diseñan desde hace dos años un programa cultural de acceso libre que incluye sesiones de cine, conciertos o espectáculos de magia que congregan a miles de personas durante la primavera. “No había ofertas culturales en la periferia, pero cuando a la gente le ofreces una programación de calidad, responde y participa”, apunta José María García, del foro local de Vicálvaro.
En 2017 una decena de vecinos logró la aprobación en la Junta de Distrito que el parque se transformara en un espacio de encuentro cultural para la ciudadanía. En su experiencia queda patente la importancia de la implicación y guía de la política, sin la que la propuesta ciudadana no habría prosperado. “Teníamos la idea, pero no sabíamos llevarla a cabo. Prosperó gracias a la implicación del personal de la Junta de Distrito, que se ocupó de asesorarnos y dirigirnos en toda la burocracia de pliegos y permisos”, relata García, demostrando que la participación ciudadana sirve para sortear la limitación del ocio cuando éste queda únicamente a merced de la iniciativa privada. “La sociedad entiende que ser un buen ciudadano es ser un buen consumidor, y esto se refleja intensamente en el ocio, que es distinto en función de la ciudad e incluso en cada barrio. Dime tu código postal y te diré qué ocio tienes”, reflexiona Bayón.
En el afán por superar este determinismo territorial que compromete el tiempo libre se enmarca también el programa CiudadDistrito, de la agencia municipal Madrid Destino y que tiene como objetivo aproximar la cultura a los barrios a través de los 94 centros culturales con los que cuenta la ciudad. Son responsables de acciones como la aparición de un cachalote varado en Madrid Río en septiembre de 2018, un episodio viral con el que se pretendía motivar una reflexión sobre la deriva climática. “Se trata de dar a la ciudadanía espacios de referencia fuera del consumo y que tengan que ver más con la construcción del yo”, señala Susana Zaragoza, coordinadora del programa. “Se fomenta la autoconstrucción y la autodeterminación de la persona que queremos ser, pero que cuenta con la orientación administrativa del poder político”, explica mientras muestra la imagen de un centro cultural abarrotados de jóvenes durante un concierto de trap.
El ocio durante la noche: inseguridad y ruido
Precisamente, uno de los últimos retos que ha afrontado Madrid con respecto a su ocio ha sido el de la lucha contra las violencias machistas y sexuales en la noche. A la batalla que comenzó con la campaña de “puntos morados” en las fiestas de los barrios y en los festivales de música como el Mad Cool y el DCODE, lugares donde las mujeres pueden encontrar apoyo y atención ante una situación de acoso machista en el entorno de ocio, se suma ahora el reciente acuerdo con los locales de ocio nocturno para generar una red de protección que comienza con el propio personal de los locales.
“El entorno festivo implica muchas micro violencias aceptadas, con unos umbrales de acoso muy normalizados, no sólo por los hombres, también por las mujeres”, comenta la Directora General de Prevención y Atención a la violencia de Género, María Naredo. “El fenómeno al que queremos responder está ampliamente extendido”, señala.
Como cómplices para erradicar este tipo de comportamientos cuentan con la asociación de empresarios de locales de ocio nocturno Noche Madrid. Su vicepresidente, Alejandro Zamarro, destaca “la importancia de crear un marco y unos protocolos de actuación comunes por parte del personal de los locales ante situaciones de violencia machista, en las que hay que formar al personal de la misma manera que se le forma para actuar ante una situación de emergencia, como un incendio”.
El consistorio trabaja ahora en lo que ocurre al final de la noche, la situación que está detrás de la reivindicación feminista “Sola, borracha, quiero llegar a casa”, cuando los locales cierran y las calles se convierten en un espacio hostil para la mujer. “Existe una percepción de inseguridad en la que estamos trabajando desde el urbanismo para que las mujeres practiquen su propio empoderamiento, con espacios más amables e iluminados, la posibilidad de que los autobuses nocturnos paren en los lugares del recorrido que mejor convengan a las mujeres y las apps de vuelta segura, que no descartamos en Madrid”, comenta Naredo a preguntas de eldiario.es.
En la ecuación que forman el ocio y la noche, el problema del ruido sigue siendo el gran desafío a superar. “La concentración de locales que se impone en algunas zonas de la ciudad hace que el ocio sea molesto”, señala Saturnino Vera, presidente de la asociación vecinal Las Cavas en el distrito Centro, en un diálogo con el presidente de la Asociación de Empresarios del Ocio Nocturno, Vicente Pizcueta. “En cualquier negociación para la regulación del ocio, los vecinos tenemos que ser los primeros en ser escuchados, porque somos víctimas y es nuestra salud lo que está en juego. Ese es un derecho fundamental, y luego hay otros secundarios, como el derecho a divertirse”, reclama Vera, que insta a una mayor implicación municipal para paliar el problema desde el urbanismo, evitando la proliferación de nuevos locales en zonas ya saturadas.
Pizcueta también reclama la intervención de los poderes públicos a través de la inversión: “Es necesario un mayor control de las actividades ilegales, como los lateros o los after hours, al igual que hay que poner freno al fenómeno de las viviendas turísticas, que suponen el primer problema en la convivencia. Son necesarios más agentes de policía que atiendan las denuncias contra los locales que no cumplen la legalidad”, demanda, presentando al empresariado también como víctima de estos fenómenos.
“Identidad, derecho, oportunidad, potencial educativo... el ocio tiene muchos apellidos para superar la visión conflictiva en la que parece inmerso”, concluye Concepción García Herrera, Comisionada para el Ocio de Madrid, atenta durante toda la jornada a las reivindicaciones planteadas por los distintos colectivos. El presidente de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos, Enrique Villalobos, destaca también el potencial integrador del ocio. “Hay mucho que complementa al ocio, pero el ruido no puede salir de la agenda”, recordó a modo de cierre. García Herrera valora lo expuesto durante la jornada a preguntas de este digital: “la clave está en la manera en que se organiza la ciudad. Hay que equilibrar trabajando más desde las Juntas de Distrito, frente a la concepción centralizada de la administración municipal”.