La entrada al Primavera Sound Madrid 2023 se ha convertido este viernes –aunque con bastante menos gente– en un episodio de The last of us. Gente corriendo. Grupos de amigas que se abrazan por haber conseguido, por fin, acceder al recinto. Quejas de quienes contaban con poder pasar por el baño y comprarse una cerveza antes de ver a Depeche Mode. Celebraciones como si se acabara de ganar un mundial de fútbol al cruzar las puertas. “Déjate de fotos, que no llegamos”, reprocha un chico a su colega. Se ha respirado una mezcla entre hastío, ilusión y cabreo.
“¡Hemos tardado dos horas y 45 minutos en llegar!”, comparten dos jóvenes enfadadas a este periódico. “El problema ha sido sobre todo la llegada, pero los que vienen en coche lo tienen todavía peor”, añade una pareja al tiempo que aceleran el paso para llegar al ansiado escenario Santander en el que toca la banda británica: “Tiene pinta de que es hacia el fondo, ¡ya se escucha! ¡Date prisa!”.
El concierto ha empezado tarde. En concreto, 45 minutos sobre los que el festival ha avisado únicamente a través de sus redes sociales. Los fans del grupo han esperado en los sitios que preciadamente llevaban guardando desde hacía más de una hora delante del escenario, pero no ha habido ninguna proyección en las pantallas que indicara lo que estaba sucediendo ni el por qué de la demora. En una respuesta a su publicación en la cuenta oficial del evento en Twitter han informado: “En seguida actualizamos el resto de horarios”. Más de una hora después, seguía sin saberse cómo iba a afectar este retraso al resto de artistas.
Precisamente en redes sociales es donde numerosos asistentes del Primavera Sound han compartido vídeos, imágenes y quejas por lo muchísimo que estaban tardando en llegar al recinto localizado en Aranda del Rey. Tanto por las colas en el autobús gratuito habilitado desde el Civitas Metropolitano como las retenciones en los aledaños del espacio en el que se celebra el festival. Esta era una de las opciones sin coste habilitadas por la organización para facilitar el transporte a la Ciudad del Rock que acoge el espectáculo, junto a otro autobús desde la parada de metro de la localidad madrileña.
“Llevamos una hora y media en la lanzadera, sin aire acondicionado. Perdemos medio festival y de paso morir asfixiado”, ha compartido una usuaria, reclamando el dinero de la entrada. Una vez han llegado a la parada, les quedaba, como así ha explicado, “otros cuarenta minutazos por un arcén. ¿No pensáis hacer nada?”. “Tres horas y media para llegar. ¿Se puede organizar un festival tan mal?”, ha planteado una fan, “colas para la pulsera. No había buses lanzadera cuando llegas al Metropolitano y cuando coges uno, mientras te pegas con la gente, te comes el atasco de entrada”.
“Kilómetros de colas para entrar”, ha escrito otro espectador, “llevamos hora y media. Nos quedamos sin conciertos”. También ha habido colapso en el aparcamiento. Hacia las siete de la tarde ya hacían falta veinte minutos adicionales en una fila de un solo carril para poder entrar al parking. La situación ha ido empeorando. “He salido de casa a las 19h. Son las 22:10h y acabo de aparcar. Obviamente ni he entrado aún. Ya os voy contando”, ha compartido un asistente.
Todo ello en la que ha terminado siendo la primera jornada de festival tras la cancelación de los conciertos previstos para el jueves por las fuertes lluvias. Blur fue el único grupo que sí pudo tocar –y arrasó–, reubicados en la sala La Riviera.