Dos años y unos meses después de su irrupción en las elecciones andaluzas, la extrema derecha está definitivamente normalizada en España. El Partido Popular pactó con Vox aquella primera vez y volvió a hacerlo tras las municipales y autonómicas de 2019 en todos los sitios donde necesitó sus votos. Desde hace unas semanas la dirección nacional del PP ha abierto una segunda fase y les ha abierto las puertas de los gobiernos. Sucedió en Murcia donde entregó la cartera de Educación, a una dirigente de la extrema derecha, que no cree en las vacunas. Y la siguiente plaza es Madrid. Lanzada a por el voto de la derecha más ultra, Isabel Díaz Ayuso, ha anunciado ya que contará con dirigentes de Vox en su gobierno si reedita la presidencia tras el 4 de mayo.
Mientras los liberales europeos y otros socios del PP en el Europarlamento establecen un cerco a la extrema derecha, Isabel Díaz Ayuso la utiliza como reclamo en la campaña, antes de saber siquiera si necesitará sus votos. La candidata del PP ha reconocido públicamente que su intención es contar en su gabinete con “gestores” de Ciudadanos –pese a que rompió el Gobierno de coalición para convocar los comicios– y de la formación de Santiago Abascal porque “hay muy buenos políticos” en ambos partidos. La presidenta del PP lo hará, dijo, independientemente de la representación de cada uno de estos partidos tras los comicios, y de los pactos que puedan producirse. Una forma, defendió, de integrar todas las sensibilidades de la derecha en el nuevo Ejecutivo de la Comunidad de Madrid.
“No necesito adhesiones inquebrantables al proyecto ni muchísimo menos. Esta situación trasciende a los partidos y esto lo tengo claro. Hemos de hacer todo lo posible para recuperar Madrid”, dijo Ayuso este lunes en una entrevista en esRadio después de afirmar que no le importaría tener a miembros de ambos partidos siempre que pueda llevar adelante su proyecto, una apuesta neoliberal que consiste, por encima de todo, en rebajar impuestos y en su defensa de la libertad, entendida esta como una interpretación laxa de las restricciones que recomiendan los científicos para contener la pandemia.
Ayuso sabe a qué público lanza sus mensajes. Y en la emisora de Federico Jiménez Losantos, que concentra al electorado más ultra de la derecha, abrió de par en par las puertas de su futuro –e hipotético– gobierno a Vox.
Si su estrategia casa o no con los intereses del líder de su partido, Pablo Casado, quien quiso romper con la extrema derecha en la moción de censura contra Sánchez presentada por Abascal, es algo que dirimirá el tiempo.
El presidente del partido, empeñado en adoptar un perfil centrista tras las sucesivas derrotas electorales, quiere que en Madrid gobierne el PP en solitario. La operación de Murcia apadrinada por su secretario general, Teo García Egea, fue un intento desesperado de salvar la presidencia de un feudo histórico.
Pero aparecer en coalición con la extrema derecha para gobernar Madrid, con todo su foco mediático resultaría muy difícil de compatibilizar con ese supuesto proyecto de centro que pretende encarnar en esta última época. Un gobierno de Ayuso con Vox sería difícil de entender en Europa y, desde luego, chocaría con lo que reclaman barones con mucho peso en el partido como Alberto Núñez Feijóo desde Galicia y Moreno Bonilla en Andalucía.
Este martes, el portavoz nacional y también alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, abogaba por “la reunificación electoral del centro derecha” en estos comicios del próximo 4 de mayo como la única forma de “poder vencer a la izquierda”. “Este es el momento en el que los españoles pueden visualizar la reunificación del voto del centro derecha”, decía Almeida en un desayuno informativo de Europa Press.
Ayuso, sin embargo, tiene una idea distinta, que pasa por esa reunificación pero contando con miembros de Ciudadanos y Vox en su gobierno, según ha declarado ella misma públicamente. La presidenta regional, que fue un fichaje personal de Casado en los comicios de 2019 –para sorpresa de muchos por ser una desconocida sin apenas experiencia en la gestión–, reivindica su propio espacio –y voz– dentro del PP ahora que su popularidad no deja de crecer, con Miguel Ángel Rodríguez dirigiendo la estrategia siempre en la sombra. “Yo tengo perfil propio. Aspiro a seguir defendiéndolo. He sido una mujer siempre independiente y libre. Me presento yo. El proyecto lo encabezo yo. Y la Comunidad de Madrid me la he echado a las espaldas yo. Y así pienso seguir haciéndolo”, dijo este lunes la candidata popular.
Ahora, mientras en la sede nacional en Génova apuestan por marcar distancias con Vox, Ayuso se abona a la posibilidad de darles un hueco en su gobierno. Su estrategia tiene riesgos y puede volverse contra ella si Vox se queda fuera de la Asamblea de Madrid por no lograr el 5% de votos necesarios. El plan de Ayuso consistente en confrontar con el Gobierno de Pedro Sánchez y culparle de todos los males que acechan a la región que ha sumado el mayor número de víctimas en la pandemia, ha desdibujado a la formación que encabeza Rocío Monasterio en Madrid.
“Yo quiero el gobierno de los mejores y entonces los mejores pueden estar en esos partidos también, como en Ciudadanos y Vox”, dijo Ayuso. En el caso de Ciudadanos, que la mayoría de sondeos dejan fuera de la Asamblea de Madrid, la dirigente madrileña insistió en que contará con personas de la formación de Inés Arrimadas y volvió a apuntar a perfiles como el de su exconsejera de Cultura, Marta Rivera de la Cruz.
Todo ello mientras la presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, solo contempla reeditar un Gobierno de coalición con el Partido Popular en la Comunidad de Madrid si Vox se queda fuera. Ciudadanos basa toda su estrategia en ser el partido que logre moderar a la presidenta. De hecho, en parte, Ciudadanos fue el que frenó un gobierno tripartito en 2019. Los de Abascal pidieron entonces entrar en la coalición, pero finalmente se limitaron a apoyar desde fuera el gobierno ante la negativa del entonces líder en Madrid Ignacio Aguado a sentarse en el mismo consejo de Gobierno con Vox. La formación de extrema derecha, cuyos principales dirigentes jamás han gestionado un euro de dinero público, reclama ahora lo que no pudo ser entonces, aunque también apunta a que todo dependerá de la representación que le den los madrileños en las urnas.
Las declaraciones de Ayuso, que aboga ahora por contar con Vox con independencia de su representación, son interpretadas por algunas voces del partido como una forma de aglutinar todo el voto útil de la derecha. Ayuso intenta, dicen, concentrar todas las papeletas para intentar una mayoría absoluta, que las encuestas de momento sitúan muy lejos. Y mientras habla de meter a Vox en el Gobierno, trata de apelar también al votante socialista “desencantado” y plantea los comicios como una suerte de plebiscito entre ella y Pedro Sánchez por la gestión de la pandemia, a pesar de que ningún otro presidente autonómico del PP la ha seguido en su estrategia contra la COVID.