Isabel Díaz Ayuso ha inaugurado este martes 1 de diciembre su medida estrella para hacer frente a la crisis de la Covid-19: un hospital de pandemias –sin contratar a un solo sanitario– ubicado en el entorno empresarial de Valdebebas, un páramo de oficinas y edificios a medio construir en el noreste de Madrid donde Esperanza Aguirre proyectó el fracasado proyecto de la Ciudad de la Justicia. La presidenta madrileña había preparado una apertura por todo lo alto en una infraestructura aún inacabada en la que no ha escatimado en invitaciones. La prensa –excepto un cámara de Telemadrid que la ha acompañado para retransmitir en directo todo el recorrido– se ha quedado tras un cordón de seguridad. Los periodistas no han podido acercarse en toda la visita de la presidenta madrileña que ha hecho una declaración institucional sin preguntas también por streaming.
La polémica ha envuelto a esta nueva infraestructura desde que se anunció en mayo. El nuevo hospital suma además más de 50 millones de sobrecostes –se proyectó por 51 millones– y desde el Gobierno regional no aclaran si podrían llegar a ser más. Solo la seguridad por seis meses ha costado 808.000 euros, un contrato adjudicado a una empresa privada propiedad de una exconcejala del PP en Alcorcón.
Su inauguración llega ahora cargada de controversia teniendo en cuenta que el Gobierno regional abrirá sin que aún cuente con el personal sanitario necesario y con el edificio sin acabar. Los pacientes tampoco se esperan, llegarán en los “próximos días”, aseguran desde la Consejería de Sanidad. Se ha inaugurado por tanto un hospital sin sanitarios y sin enfermos.
Ese retraso en la llegada de pacientes se suma al de las propias obras. El Enfermera Isabel Zendal abre sus puertas al público este martes con un mes de retraso –se anunció para el 31 de octubre– y con unas instalaciones inacabadas ya que solo se abrirá un pabellón de los tres con los que contará: la presidenta madrileña prometió en junio un hospital de 1.000 camas pero por el momento este martes solo estarán listas 240 –menos de una cuarta parte–. “Un gran hospital público no puede ser una mala noticia para nadie a no ser que el sectarismo político lo vea así”, respondía este martes Ayuso a las críticas.
Los sindicatos temen que la infraestructura se convierta en el “nuevo escaparate” de la presidenta madrileña. En una carta enviada por la dirección del hospital Clínico San Carlos a los intensivistas del centro, los pacientes que lleguen serán “de baja complejidad”, es decir, leves. De las 16 camas UCIS prometidas y las 32 de cuidados intermedios solo se abrirán “tres o cuatro”, recoge el escrito, “para enfermos que se compliquen inesperadamente”. La carga asistencial, por tanto, seguirá estando en los hospitales de siempre que ahora quedarán mermados de personal.
El nuevo hospital enfrenta al Gobierno regional con los principales sindicatos que lo consideran “innecesario”, sobre todo porque no se han programado nuevas contrataciones: los sanitarios necesarios para su apertura saldrán del resto de la red de hospitales de la región. Un “hospital de hospitales”, lo describe Ayuso. Las viejas recetas del PP –construcción y ladrillo– se mantienen para la era Covid. El mensaje: hay dinero para levantar edificios, pero no para contratar más personal médico en medio de una pandemia mundial.
“Apertura progresiva”
“La apertura va ser progresiva, no creo que el día 1 de diciembre haya ya muchos pacientes allí”, reconocía en una entrevista hace unos días el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, que trataba de esquivar la polémica sobre la falta de personal después de que solo 111 sanitarios –el 0,7% de toda la plantilla con la que cuenta la Comunidad de Madrid– de los 669 necesarios para abrir las primeras camas se apuntaran de otros centros para trasladarse al nuevo hospital de forma voluntaria. “Conozco a pocos médicos que no quieran inaugurar y formar parte de este proyecto pionero”, presumió la presidenta madrileña a principios de mes durante un Pleno en la Asamblea de Madrid ante las críticas de la oposición. Pero Ayuso se equivocaba.
La negativa de contratar nuevo personal hace que a escasas horas de su apertura aún no esté asignado el personal sanitario para abrir las 240 camas anunciadas hace ahora tres semanas. El Gobierno regional anunció que los 558 profesionales que todavía hacen falta saldrían de las contrataciones extras que se hicieron para la Covid-19 en marzo y que ahora estaban reforzando la asistencia en el resto de hospitales, pero desde los centros aún desconocen qué sanitarios van a ser trasladados, aseguran diferentes fuentes. Todo ello no va a impedir una inauguración con todas las luces y taquígrafos en plena crisis sanitaria.
Este lunes iba a celebrarse una mesa sectorial para avanzar este asunto con los sindicatos, pero la reunión se ha aplazado al martes a mañana. Desde AMYTS, el sindicato mayoritario de médicos, recuerdan que el refuerzo que ahora se trasladará parcialmente al nuevo hospital es el que se contrata cada año para la campaña de la Gripe y que es necesario también para los hospitales los próximos meses.
Miles de profesionales se unieron este domingo a la manifestación de la Marea Blanca convocada en Madrid para reivindicar la defensa de la sanidad pública y expresar su rechazo a la “política del ladrillazo” del Gobierno autonómico y, en concreto, al nuevo hospital de emergencias Isabel Zendal.
Hasta catorce constructoras adjudicatarias a través del procedimiento de emergencia, es decir, sin concurso público, han participado en su construcción, pero el grueso del proyecto lo han hecho San José, Dragados, Sacyr y Ferrovial. El empeño por que la construcción finalizara el 31 de octubre se fijó en las cláusulas del contrato con las empresas adjudicatarias en los se recoge que cualquier retraso más allá de esa fecha “podía tener penalidades”. Pese al retraso en la inauguración, la Consejería de Sanidad insisten, no obstante, en que la “obra civil” se terminó el 31 de octubre.
Algunos sindicatos como Comisiones Obreras denunciaron que las prisas por inaugurarlo han repercutido en las condiciones en las que se encuentran los trabajadores sobre todo en materia de seguridad y salud. “Se han producido graves incumplimientos”, critican, tras “haberse realizado algunos trabajos sin protecciones colectivas ni individuales, existir interferencia de actividades, riesgos psicosociales y ergonómicos, caídas en altura al mismo y distinto nivel, falta de orden y limpieza e interferencia entre peatones y vehículos” entre otros.
El sindicato recuerda además que debido al ritmo en que se han realizado las obras que califican de “temerario e irreal” para poder terminar en plazo, “han ocurrido números incidentes y accidentes”. Uno de ellos terminó con la muerte de un operario por caída desde altura el pasado 1 de octubre de 2020. Según denuncia el sindicato, en este caso “faltaban las protecciones colectivas e individuales”. Además, señalan, se ha incumplido la jornada máxima que marca el convenio colectivo.
“Es toda una proeza teniendo en cuenta que es un hospital que se ha construido en solo tres meses. A principios de noviembre, Madrid podrá celebrar y darle un mensaje al mundo de que tiene un nuevo hospital”, dijo Ayuso hace unas semanas. Al final han sido cuatro meses pese a que 1.350 personas han trabajado sin descanso día y noche desde el pasado verano. De momento, se inaugurará este martes por todo lo alto. No hay límite de prensa ni de invitaciones. Los pacientes aún tendrán que esperar un poco más.