Ayuso sigue sin encontrar una función para el Zendal más de 200 millones de euros después

Fátima Caballero

Madrid —
23 de septiembre de 2023 22:39 h

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El próximo 1 de diciembre, el hospital Enfermera Isabel Zendal cumplirá tres años desde su polémica inauguración. Más de 200 millones de euros después, la infraestructura sigue sin tener una función clara dentro del sistema madrileño de salud, entre otras cosas, porque no es un hospital al uso: no tiene habitaciones, ni quirófanos, ni urgencias, ni otras tantas cosas necesarias. El último destino pensado por Isabel Díaz Ayuso para el enclave situado en Valdebebas, al norte de la capital, es montar un centro de atención diurna para enfermos de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), mientras se termina de construir la residencia medicalizada para estos mismos pacientes en el antiguo Hospital Puerta de Hierro. Serían 60 camas, para un total de 600 pacientes con esta enfermedad que la Consejería de Sanidad calcula que hay actualmente en la Comunidad de Madrid.

Este nuevo destino para el Zendal es uno más dentro de una larga lista de usos que el Gobierno regional ha pensado los últimos tres años para la infraestructura y que casi siempre han quedado en un cajón por las dificultades que suponen las características del edificio. Abrir este nuevo centro para pacientes con ELA, a priori temporal, no será algo inmediato y el Gobierno regional calcula que estará operativo en febrero. La nueva función va a obligar de hecho a la administración regional a acometer otra vez obras en la infraestructura para adaptarlo. Desde la Consejería de Sanidad no aclaran si tras la apertura de la residencia en el antiguo hospital Puerta de Hierro este centro se mantendrá. “Todo dependerá de la demanda”, aseguran desde Sanidad.

“El nuevo centro para pacientes de ELA es el pistoletazo de salida para atribuirle otras actividades al hospital, pero el espíritu de centro para emergencias lo va a seguir manteniendo”, aseguran desde la Consejería que dirige desde junio Fátima Matute. Estas mismas fuentes aseguran que actualmente el Zendal atiende a unos 60 pacientes de mediana estancia que han sufrido, por ejemplo, un ictus o patologías similares. El coste de mantenimiento anual –sin contar la plantilla– asciende a 15,27 millones de euros anuales.

Un pozo sin fondo de dinero público

Construir el Zendal fue un empeño personal de Díaz Ayuso, que no avalaron ni sindicatos ni profesionales que en aquellos días reclamaban más medios humanos para atender la emergencia sanitaria. Madrid había registrado los índices de exceso de mortalidad más altos de Europa: la sanidad madrileña, tras años castigada por los recortes, fue incapaz de dar respuesta a los miles de contagios y el sistema colapsó. El escándalo por los protocolos que impidieron la derivación de ancianos de las residencias a los hospitales públicos inundaba desde hacía semanas la prensa con uno de sus consejeros –Alberto Reyero, de Ciudadanos– denunciándolos al considerarlos ilegales. La entonces directora general de Salud Pública dimitió al negarse a firmar un informe para que Madrid dejase la fase de confinamiento que había establecido el Gobierno.

Fue en ese contexto en el que Ayuso anunció que construiría un hospital “de pandemias” en tiempo récord por 51 millones. Pero la realidad es que terminó costando más de 170 millones. Los sobrecostes del Zendal, solo en lo que se refiere a las obras de construcción, ascendieron al 170% del total. El Gobierno regional gastó 400.000 euros solo en habilitar una sala de prensa en el edificio. La seguridad ha costado 1,8 millones de euros al año, un contrato adjudicado a una empresa privada propiedad de una exconcejala del PP en Alcorcón.

Aunque Ayuso siempre ha hecho propaganda de las bondades del Zendal para combatir la COVID, la infraestructura nunca se utilizó al completo –se anunciaron 1.000 camas y solo se llegaron a abrir un máximo de 500 en su pico de ocupación– y solo atendió a los pacientes con covid más leves. Desde entonces, la presencia de pacientes es casi testimonial.

Solo en 2022, el Gobierno regional se gastó más de 15 millones de euros entre mantenimiento, seguridad, servicio de lavandería, limpieza y desinfección del Zendal, pese a que atendió a una media de 30 pacientes por semana. Y hasta diciembre, cuando en plena nochebuena adjudicó el último contrato a dedo, todos los contratos tanto para la construcción como para su posterior mantenimiento se adjudicaron sin publicidad y concurrencia pública. Una denuncia de Más Madrid de ese uso fraudulento del sistema de contratación, año y medio desde que decayera el estado de alarma, puso fin a la contratación de emergencia que el Gobierno regional había instalado como rutinaria para este centro de salud.

Otro de los mayores problemas desde la puesta en marcha de este centro ha sido la falta de facultativos. El polémico hospital encontró desde antes incluso de su inauguración grandes dificultades para dotarse de personal: Ayuso se negó a contratar a nuevos profesionales porque el plan era reclutarlos de otros hospitales puesto que el Zendal no se planteó como una infraestructura abierta de forma permanente, aunque Ayuso trate ahora de buscar utilidades para justificar la inversión millonaria de levantarla y luego mantenerla para evitar su deterioro.

Otros usos del Zendal que fracasaron

Desde mediados de 2021, se suceden las propuestas por parte del Gobierno regional para justificar su existencia, sin que ninguna de ellas haya fructificado. Solo siete meses después de su inauguración, Ayuso empezó a buscar una salida para la infraestructura y hasta se la ofreció al Gobierno central a cambio de un acuerdo “de colaboración” por el que el Ejecutivo pagase parte de la factura. Durante unos meses, una parte se convirtió en uno de los grandes centros de vacunación de la región, junto con el Palacio de Deportes Wizink Center o el estadio de fútbol Metropolitano. La lejanía del edificio, en Valdebebas, al norte de Madrid, se convirtió en un 'hándicap' y Madrid tuvo que habilitar finalmente los centros de salud, espacios de proximidad, cuando la población menor de 50 años tuvo que vacunarse.

Cuando hace año y medio estalló la guerra en Ucrania tras la invasión de Putin, la presidenta regional quiso convertirlo en un centro de acogida de refugiados, pero una vez más, sin medios, quedó como un lugar de paso sin poder atender realmente esa demanda. Fue el Ministerio de Migraciones quien realmente habilitó un espacio para ello en Pozuelo.

Ayuso también anunció que sería el centro que acogería a los pacientes del Hospital de la Paz cuando este empezase a rehabilitarse. Pero la realidad es que sin quirófanos, sin habitaciones, sin cocina y con baños compartidos entre ocho pacientes, el Zendal está lejos de prestar los servicios de un hospital tradicional como La Paz, uno de los más grandes de la región. En noviembre de 2022, el Gobierno regional anunció que construiría seis quirófanos, pero a día de hoy se desconoce si finalmente estas obras se han llevado a caso y se han finalizado. Las veces que se ha querido utilizar como descarga de otros centros en picos de enfermedades respiratorias, la iniciativa también ha fracasado.

El último intento de darle una utilidad fue tratar de convertirlo en un centro de rehabilitación de pacientes que hubieran pasado la covid-19 y se hubiesen quedado con secuelas. Durante un tiempo tuvo esa función, pero ingresó un número testimonial de pacientes que denunciaron falta de personal para ser atendidos en condiciones. Ahora, la nueva función nace con fecha de caducidad.