El líder del PP, Pablo Casado, ha decidido intervenir directamente en la configuración del Gobierno de la Comunidad, la principal institución que gobierna el PP, con 20.000 millones de euros de presupuesto y cientos de puestos de libre designación y asesores. El presidente del partido, que decidió sorprender a todos en vísperas de las autonómicas designando a Isabel Díaz Ayuso como candidata en Madrid, frente a otros nombres con mayor peso político y experiencia en la administración, está colocando a sus peones en los puestos claves del nuevo Ejecutivo.
Su exjefe de gabinete en el partido, Javier Fernández-Lasquetty, tendrá el control de las cuentas de la Comunidad de Madrid desde la consejería de Hacienda. Y quien fue su responsable de campaña en las primarias del PP, Pablo Balbín Seco, asumirá la política de comunicación del Ejecutivo autonómico. El Consejo de Gobierno lo nombró este martes director general de medios de comunicación de la Comunidad de Madrid. Situando a personas de su máxima confianza en esos dos pilares del Ejecutivo regional, Casado trata de evitarse sorpresas y al mismo tiempo busca arropar a una dirigente novel que apenas tiene experiencia de gestión: fue durante seis meses viceconsejera bajo la presidencia de Cristina Cifuentes.
Los lazos que unen a Casado y Ayuso son muy estrechos. La propia presidenta confesaba en una entrevista reciente que le había sorprendido que el líder del PP apostase por ella para la Comunidad. Ayuso fue la apuesta personal en los comicios de mayo y ha acabado convirtiéndose en su salvavidas. Los resultados en Madrid, que permitieron al PP recuperar el Ayuntamiento y mantener la Comunidad gracias a sus acuerdos con Ciudadanos y la extrema derecha de Vox, permitieron al nuevo líder del PP amortiguar el batacazo, tras haber sufrido el peor resultado en los 30 años de historia del PP en las últimas generales y de caer también en las autonómicas y municipales del mes de mayo.
Casado, que empezaba a ser cuestionado por amplios sectores del partido tras la doble cita electoral, ganó tiempo tras situar al frente de la Comunidad y del Ayuntamiento de la capital a dos dirigentes del PP casi desconocidos, sin pasado, y que se lo deben todo, como son Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida.
En sus entrevistas y comparecencias públicas, la nueva presidenta muestra su adhesión a Casado incluso cuando le preguntan si se debe más a José María Aznar o a Mariano Rajoy. Madrid no solo resulta clave por la capacidad de gasto que tiene la Administración regional -ninguna comunidad maneja tanto presupuesto o los cientos de puestos de asesores y personal de libre designación-, sino que es una pieza clave en el puzle del PP, donde hasta ahora Casado no tenía de su lado a ninguno de los principales barones.
En Andalucía, el presidente, José Manuel Moreno Bonilla, fue una herencia del pasado al que el nuevo líder del PP ya había buscado relevo en caso de que no lograse gobernar. Y en Galicia, Alberto Núñez Feijóo hace mucho tiempo que camina por libre, sin rendir cuentas al presidente nacional, sobre el que llegó a deslizar críticas por su giro a la derecha.
Lasquetty, persona muy cercana al líder del PP, ha sido el hombre elegido para llevar a cabo “la mayor rebaja fiscal de la historia” que Casado plantea para hacer oposición a Pedro Sánchez. El dirigente, viejo conocido de los despachos de la Puerta del Sol, quien se había retirado de la política cuando su apuesta por la privatización de los hospitales como consejero de Sanidad de Esperanza Aguirre embarrancó en los tribunales, vuelve ahora para preconizar las políticas neoliberales que propugna el sector más a la derecha del PP. Aunque ha dimitido de su cargo como persona de máxima confianza del presidente del PP, ya ha anunciado que seguirá aconsejando a Casado.
Con Lasquetty al frente de las cuentas, llega al Gobierno Pablo Balbín Seco, otro perfil muy cercano a Casado. A él le debe la campaña de las primarias del pasado verano que lo llevó a quedar por delante de la hasta entonces secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal. Ese segundo puesto en él conclave le permitió aglutinar al resto de los candidatos frente a la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, en la segunda vuelta.
Balbín no se quedó al frente de la comunicación del presidente del PP tras ganar las primarias, pero sí se puso a las órdenes del secretario general, Teodoro García-Egea, nombrado por Casado y su amigo personal.
Al igual que Lasquetty, también Balbín tiene un pasado en las administraciones del PP. En el último gobierno de Ignacio González, Balbín fue el director de comunicación de Lucía Figar, cuando era consejera de Educación. Figar fue imputada en la trama Púnica por encargar con dinero público el lavado de su imagen a las empresas del supuesto experto informático Alejandro de Pedro Llorca, uno de los principales cabecillas de la trama que investiga la Audiencia Nacional.
En ese sumario figura un informe de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO) que atribuía al nuevo director general de comunicación del Gobierno de Ayuso los delitos de fraude, malversación y tráfico de influencias. Para la UCO, quedó “patente” que en la Consejería que dirigía Figar “se estaban pagando con dinero público trabajos que beneficiaban a la imagen personal y carrera política de la titular de la Consejería”, que realizó una firma de De Pedro.
En sus conclusiones, la Guardia Civil afirmó que los informes mensuales de reputación online que hacía EICO para Figar y que se pagaban con dinero público “eran entregados directamente por empleados de EICO a Pablo Balbín”. Pero el nuevo responsable de Comunicación de la Comunidad de Madrid nunca fue imputado por aquellas prácticas.
Al frente de la comunicación del Gobierno regional de Ayuso también está otra vieja gloria del PP: Miguel Ángel Rodríguez (MAR), exdirector de comunicación de Aznar, aunque como asesor de la presidenta regional después de que Casado lo colocara al frente de su campaña para las elecciones autonómicas.
Casado también ha rescatado (y dado una nueva vida) al aguirrista David Pérez. El consejero de Vivienda y Administraciones locales ha sido desde siempre uno de los más fieles escuderos de Aguirre, duramente enfrentado a Cifuentes. La llegada de Casado a la presidencia del PP le salvó del ostracismo al nombrarlo número dos de Ayuso en la lista para presidir el Gobierno autonómico, como una forma de combatir a Vox que irrumpía en las encuestas.
Con Pérez llega también a la Consejería de Vivienda otra cara histórica del PP madrileño, Concepción Dancausa, que ha sido nombrada este martes viceconsejera del área. Dancausa fue una de las condenadas por el Tribunal de Cuentas junto a Ana Botella por la venta de 1.806 viviendas sociales a fondos buitre en el Ayuntamiento de Madrid en 2013. El mismo tribunal revocó meses después la condena en segunda instancia.
Con el nombramiento de esas personas de su máxima confianza, Casado trata de rearmarse en un momento de extrema debilidad del Partido Popular. Pretende un Gobierno de Madrid que plante cara a las políticas de Pedro Sánchez y que apuntale su todavía endeble liderazgo en el partido con el control de uno de sus más importantes territorios.