Cientos de personas se han concentrado este domingo ante el centro de primera acogida de Hortaleza “contra el racismo” y “por la convivencia” después de que esta semana apareciera una granada en la cancha de baloncesto del centro, que recibe a menores extranjeros no acompañados que llegan a España. Las diferentes asociaciones convocantes han reclamado que el incidente se investigue como “atentado terrorista”.
“No lo vemos como un hecho aislado, sino como la consecuencia natural de un discurso de odio”, ha defendido Juan González, uno de los organizadores de la concentración. A su alrededor, un millar de vecinos y activistas, según cálculos de los convocantes, han gritado “no son 'menas', son solo niños” y “la ley de extranjería mata cada día”.
González ha señalado que antes de que este miércoles apareciera el artefacto, que no estaba listo para explotar, hubo “agresiones y pintadas” contra los niños y adolescentes extranjeros que permanecen en el centro. El activista ha apuntado contra las declaraciones de los líderes del partido de extrema derecha Vox, que durante la campaña electoral vincularon a los menores que viven en el centro con la criminalidad en el barrio: “Se ha creado una percepción que no es acorde”.
Hortaleza es uno de los distritos de Madrid con menos tasa de delincuencia. “Es absolutamente mentira que vayamos con miedo”, ha zanjado Marta, una vecina de 40 años que se ha manifestado con sus tres hijos y su marido. La mujer ha criticado las declaraciones “xenófobas” de Vox, que este jueves ha bloqueado, junto al PP, una condena unánime de la Asamblea de Madrid contra el “atentado”. “El odio genera más odio”, ha zanjado.
Como ella, Julián, de 37 años, ha desmentido al líder de Vox, Santiago Abascal, que aseguró en prime time que la policía recomienda a las vecinas “no salir con joyas” en el barrio. “Las señoras siguen saliendo, van a la compra... Hay tres o cuatro chavales [problemáticos], como en cualquier centro educativo”, ha afirmado Julián, que todas las semanas pasea con algunos de los jóvenes que viven en el centro. En cambio, ha criticado que “el sistema de protección no funciona”, porque “hay muchos chicos dentro y pocos educadores”.
“Los chavales no tienen la culpa. Si en lugar de estar hacinados estuvieran con monitores aprendiendo oficios, no estarían en la calle”, ha dicho Juana, una vecina de 84 años. “¿Que cuesta dinero? Claro, todos costamos dinero, los viejos también. ¿Pero qué hacemos? ¿Hala, como Hitler, todos fuera?”, se ha indignado. Junto a ella, su compañera Angelines ha agregado: “Bastante que tienen que venir solos de su país”.
“Somos humanos, tenemos que hacer las cosas bien, no es normal poner una granada”, ha defendido M’pamara, un joven de 16 años que llegó desde Malí hace un año y medio y pasó ocho meses en el centro de Hortaleza. “Estamos aquí para ayudar a nuestras familias, no para hacer mal a nadie”, ha señalado. A su alrededor otros jóvenes extranjeros han levantado carteles en español, francés y árabe con inscripciones como “todos somos iguales”, “ningún ser humano es ilegal” y “queremos una vida hermosa”.
“Si España acoge migrantes, tiene que hacerlo con dignidad. Están sobreviviendo”, ha criticado Teresa Fernández (PSOE), presidenta del distrito. “Hace muchísimo tiempo que el centro es problemático, pero no por los jóvenes, sino porque no hay sitio para dormir, no sabemos qué comen, están mal atendidos”, ha destacado.
Rosa, una vecina de Ciudad Lineal que ha acudido para apoyar la protesta, se ha solidarizado con los trabajadores del centro, que desde hace años denuncian una situación de precariedad. La mujer, que ha sostenido un cartel con la consigna “mejor atención, menos problema”, ha asumido parte de la responsabilidad: “Es una vergüenza. Es un problema y es el producto de la forma que tenemos de vivir porque nosotros nos aprovechamos de esos países. Todos somos responsables”.
Junto a la pancarta principal, un joven marroquí que ha preferido no identificarse ha cerrado el acto leyendo un comunicado: “Somos niños que hemos elegido por causas muy diversas ejercer el derecho a moverse, para más tarde darnos cuenta de que no es un derecho universal”. El joven, que vivió en un centro de acogida cuando llegó a España y ahora es mayor de edad, ha lamentado que haya “instituciones y personas” que les impiden “integrarse”. El adolescente se ha dirigido a las autoridades en nombre de sus compañeros: “Estamos solos, al borde de la desprotección y el abandono. Queremos un trato humano. Si existe una inseguridad somos los primeros inseguros”.