Cristina Cifuentes llegaba a la Asamblea de Madrid acorralada. Pero ha salido viva gracias a Ciudadanos.
Cifuentes se ha presentado en la tribuna después de 13 días sin comparecer ante los medios. Sin documentación que evidencie que no recibió trato de favor en su máster de la Universidad Rey Juan Carlos; sin pruebas de que no le regalaron las notas; y, nuevamente, sin datos de que defendió un trabajo fin de máster que no aparece por ningún lado y cuyo único rastro de ese examen es un acta con firmas falsificadas.
La presidenta de Madrid se ha presentado sin más papeles; y ha terminado reconociendo que fue alumna VIP del máster; que lo único regular fue que pagó la matrícula. ¿Su defensa? Que es una víctima de una cacería por luchar contra la corrupción y de los fallos de la universidad.
Así ha llegado Cifuentes. Acorralada y enrocada. Pero ha salido viva. No porque haya aportado ningún dato que refute las informaciones publicadas en las últimas dos semanas, sino porque el partido que le hizo presidenta, Ciudadanos, le mantiene en su despacho.
Ignacio Aguado ha pedido explicaciones, ha afeado a la presidenta madrileña su actitud, ha gesticulado, ha sido irónico, ha sido situado por el PP dentro del “tripartito de la oposición”. Pero su decisión más dura ha sido pedir una comisión de investigación sobre el caso. “Es la condición para futuros pasos. No dar prioridad a los sillones sino a la verdad”, ha dicho el portavoz en declaraciones a la prensa.
El líder de la formación naranja ha equiparado la “versión de un medio con pruebas” con “una versión de Cifuentes con sus pruebas”. “Nos falta una tercera pata”, ha apuntado en una nueva carambola para ganar tiempo y seguir desgastando con duras declaraciones a la presidenta madrileña. Apretar, hasta el punto de señalar que “no dice la verdad”, pero sostener. “Queremos conocer la verdad y no una verdad construida. Hay que conocer una parte de las versiones que aun no se han ofrecido. No conozco las versiones de las profesoras”, ha señalado el portavoz.
PSOE y Podemos, cuya suma de diputados apoyará la moción de censura que han anunciado los primeros “ganen o pierdan”, no han especificado si avalarán o no la comisión de investigación que Ciudadanos quiere poner en marcha “mañana o pasado por el registro”. Las prisas son poco compatibles con la gran cantidad de comisiones abiertas en la Asamblea. Tanto, que la que investigará el amianto en Metro de Madrid tiene que dejarse para el próximo periodo de sesiones. En este caso, asegura Ciudadanos, la urgencia puede permitir “retocar prácticamente todo”.
“Vamos a poner en marcha la comisión, que puede ser cuestión de días o semanas, y a partir de ahí hablamos, hablamos con todos”, ha dicho, aplazando una vez más esa “contundencia” que el portavoz de Madrid se arroga frente a las constantes críticas de la oposición por su tibieza.
Pese a que no quiere oír hablar de moción de censura, por una cuestión de tiempos tendrá que retratarse. La moción llegará al pleno (entre cinco y diez días después del registro) antes de que haya concluido esa hipotética comisión de investigación, a la que pueden agarrarse para seguir manteniendo a una presidenta erosionada que llegue muerta políticamente a 2019.
¿Por qué no fuerza una salida como en Murcia, con relevo en la presidencia? ¿Por qué no se apunta a negociar la moción de censura anunciada por el PSOE para que haya un cambio en Madrid? ¿Por qué mantiene a una presidenta noqueada por el escándalo de su máster; con una investigación de la UCO sobre ella por el contrato de la cafetería de la Asamblea; y a cuyo partido, el PP de Madrid, se le acumulan los casos de corrupción y el procesamiento de dirigentes?
Porque piensa que le va mejor electoralmente.
Los dirigentes de Ciudadanos ven cómo las encuestas engordan sus perspectivas electorales sin apenas arriesgar. Juegan al amago, al aspaviento, a la vehemencia, pero Cifuentes hoy dormirá más tranquila que ayer y con sus hinchas reforzados, porque ha ganado un día y ha pasado un examen que, este también, estaba montado a su medida. En esta ocasión, por el reglamento de la Cámara, siempre favorable al Ejecutivo.
Ciudadanos calcula, entiende que le interesa más dejar que el tiempo vaya achicharrando a Cifuentes, que sus votantes cambien el azul por el naranja a medida que las encuestas van dibujando el paisaje de Ciudadanos es el primer partido de España, que Ciudadanos es el recambio del PP, encarna la renovación que un PP ahogado por los escándalos y la corrupción no puede representar.
Y así, escándalo a escándalo, encuesta a encuesta, Ciudadanos confía en seguir creciendo hasta las elecciones a costa del desgaste del oponente; de ganar al PP a los puntos, salvo que Cifuentes cayera por K.O. Pero ese K.O. depende de que la universidad reconociera que le regaló el título o de que Mariano Rajoy se le acabara la paciencia. Y ninguno de los dos factores parece inminente.
Cifuentes ha pasado por la Asamblea forzada por la oposición, sin argumentos y acorralada. Pero la estrategia electoral de Ciudadanos le mantiene viva.