'Hijos del hormigón. ¿Cómo vivimos en la periferia de Madrid?' es un libro militante escrito por Julio Embid (Zaragoza, 1983) periodista y politólogo, que describe la desigualdad que se vive a las afueras de Madrid en comparación con el centro. El texto se centra en la periferia de la capital de los distritos del sur que presentan características comunes (Latina, Carabanchel, Usera, Villaverde, Puente de Vallecas y Villa de Vallecas). El periodista explica la realidad a la que se enfrentan los vecinos del sur de primera mano ya que fue carabanchelero durante varios años.
Julio Embid se inspiró en 'Chavs, La demonización de la clase obrera' en Reino Unido, de Owen Jones, y lo quiso trasladar a la capital española, pero afirma que “podría ser extrapolado a distintas zonas de otras ciudades de España, como El Clot en Barcelona o La Macarena en Sevilla”. El objetivo del libro es vislumbrar la vida de la clase trabajadora en la ciudad urbana.
El libro es una adaptación de 'Chavs' en Reino Unido a España, dice que la clase media rechaza a la trabajadora, ¿en qué se basa?
Nuestro país tiene un problema y es que mucha gente se autoubica en la clase media, aunque venga de la clase media baja o alta. En España como pasa en Reino Unido hay una clase universitaria de izquierdas que desprecia a la clase trabajadora en sus expresiones culturales. Se critica al que es cani, al que lee el 'Marca' o al que ve Gran Hermano en Telecinco. En realidad, no deja de ser otra cosa que un desprecio de clases, cuando en realidad una cosa no es mejor que la otra.
Denuncia que existen grandes diferencias entre barrios y clases sociales en Madrid, ¿por dónde se debería empezar para reducir esas distinciones?
El primer paso es aumentar los ingresos. El Estado debería plantearse seriamente aumentar los impuestos, en España tenemos mucha facilidad para decir en qué se debe gastar el dinero pero no cómo se debe ingresar. A partir de ahí, se debería invertir en educación pública, sanidad pública y transporte público.
¿Qué ha podido pasar en España para que se llegue al extremo de que gente ponga un anuncio ofreciéndose para cualquier actividad sin que sea necesaria una remuneración? Usted comenta que ni siquiera en tiempos de la Gran Recesión ni en regímenes de semiesclavitud se ha dado esta situación.
El aumento de la desigualdad, principal problema de este país, es lo que genera figuras totalmente desconocidas como cambiar un piso por trabajo, trabajar gratis o el auge de negocios basados en la economía de la miseria ajena, como la santería, un fenómeno que solo se ha dado por la situación de crisis y empobrecimiento de la sociedad.
Muchos de los jóvenes de clase trabajadora sin estudios no tienen trabajo o cuentan con una muy precario.
Vivimos un periodo de frustración entre los jóvenes, nos hemos encontrado con una sociedad que nos prometió unas cosas y no nos las ha dado. A un joven que deja los estudios en la ESO, no le preocupa el precio del crédito en la Complutense. Ponemos encima de la mesa una serie de cuestiones que en realidad son inquietudes de la clase media.
El problema no es llegar a la universidad, es el abandono escolar precario. Cuando nos quejamos por la falta de ayudas Erasmus, en el alto precio de la universidad no nos estamos dando cuenta de que tenemos una educación secundaria muy privatizada y concertada donde lo que importa es hacer dinero y no el alumno.
Entonces, ¿invertir más en educación pública es la solución?
La principal forma de mejorar las condiciones de vida de clase trabajadora parte de la potencialización de la educación pública a través de nuevas plazas de maestros y dotar de mayores ayudas a las familias desfavorecidas. Hay que reducir los ratios, y llegar a los 20 alumnos por clase como en el norte de Europa para evitar tener clases masificadas.
Sin embargo, la pasada legislatura se invirtieron 80 millones de euros en educación concertada.
En Madrid, lo que nos ha pasado, en casi tres décadas de gobiernos del Partido Popular, es que ha primado la inversión en la educación concertada, que es lo mismo que la privada pero con el dinero de todos. Incluso desde un punto de vista mafioso como en el 'caso Púnica' donde se cobraban mordidas por la construcción de cada colegio concertado nuevo. Además, existe el pensamiento erróneo de que un centro concertado va a enseñar mejor a los alumnos porque los controla más. Pero cuando salen los rankings, los mejores colegios suelen ser públicos.
En los distritos del sur, hubo una tendencia de votar durante varias legislaturas al PP, pero el panorama político da un giro y en las últimas elecciones municipales/autonómicas gana Ahora Madrid.
Sí, los barrios de la periferia han votado tradicionalmente al PP. Extrañaba que en barrios como Carabanchel ganase Esperanza Aguirre. Gran parte del aumento de votos hacia los 'populares' vino motivado por el boom económico y por la ampliación del metro. Los años en que se inauguraban nuevas paradas de metro está demostrado que a menos de 15 minutos de la nueva estación aumentaban los votos del PP, que, además, siempre se hacían a un mes de elecciones. Pero ese efecto doping con los años se olvida, solo puedes inaugurar la estación de Almendrales una vez.
¿Qué provocó el cambio de voto?
Ahora Madrid, que es un experimento, generó una ilusión en los ciudadanos con un candidata totalmente desconocida a dos meses de las elecciones. Eso no quiere decir que el sur se haya girado a la izquierda, es que lo está pasando peor. Mucha gente votó a Ahora Madrid, a Carmena, porque si no volvería a salir el PP con Esperanza Aguirre. Hay un voto útil a Ahora Madrid. Con la crisis y con la necesidad de cambio que había era muy probable que saliera una alternativa de gobierno.
A pesar de las inauguraciones de metro que realizó el gobierno de Aguirre para aumentar votos. Usted dice en su libro que los distritos del sur son los que peor están conectados aunque son los más poblados.
Esta ciudad se ha creado para el transporte privado. Ha sido una decisión política, uno tiene el dinero que tiene y lo puede invertir en hacer nuevas líneas de metro, de mayor calidad para que pase con mayor frecuencia, o decidir lo que hizo el PP: privatizar la M30, la M40 y la radial. Los recursos son limitados y uno decide.
Pero la clase trabajadora madrileña utiliza el transporte público con más frecuencia que el privado.
El transporte público es fundamental para la clase trabajadora, en el sentido de que pasa gran parte de su vida en el tren. Por poner un ejemplo, una persona que vive en las Águilas y trabaja en San Sebastián de los Reyes pasa de cada 17 años uno en el vagón.