El cortejo del PP a Ciudadanos desata la desconfianza entre los socios de los gobiernos de coalición en Madrid
El cortejo del Partido Popular a miembros de Ciudadanos tras la debacle electoral en Catalunya empieza a generar ruido en los gobiernos de Madrid. Los movimientos internos han provocado el primer cese en el Ayuntamiento de la capital y abren una etapa de desconfianza en la institución donde ambos partidos exhibían mayor sintonía. Además empeoran las ya de por sí tensísimas relaciones entre los socios en la Comunidad de Madrid cuando aún quedan dos años y medio de mandato por delante. En el Gobierno regional que preside Isabel Díaz Ayuso la convivencia siempre ha sido muy difícil entre PP y Ciudadanos y estos movimientos agravan la situación. En la dirección de Arrimadas dan por hecho que algunas fugas hacia el PP serán inevitables.
En el punto de mira están dos reuniones previas a los comicios promovidas por el PP con una concejala, Concha Chapa, y una consejera de Ciudadanos, Marta Rivera de la Cruz, como parte de una estrategia de aproximación para provocar su salto al partido de Pablo Casado. La primera, celebrada en febrero de 2020, habría sido autorizada por alguien del equipo de alcaldía de José Luis Martínez-Almeida, según El Confidencial; en la segunda, en diciembre, estaba presente Isabel Díaz Ayuso, una de las principales defensores de la “fusión” de PP y Ciudadanos, y el diputado valenciano Toni Cantó, según La Razón.
Si bien la versión oficial de ambas formaciones es que los encuentros se enmarcan en la “normalidad” de estar juntos en los gobiernos, la crisis se ha cobrado ya una primera destitución. Ciudadanos ha fulminado en el Ayuntamiento a un asesor de Chapa en la Junta de Distrito de Villa de Vallecas que curiosamente es militante del PP. Algo más que eso: Félix Rubio forma parte del comité de dirección del partido conservador en el mismo distrito y es señalado como la persona que embaucó a la edil de Ciudadanos para cambiar de barco. Una maniobra en la que también sitúan a la concejala-presidenta de Tetuán, Blanca Pinedo, ahora líder de la gestora que el PP colocó en Villa de Vallecas cuando tomó el control de más de una decena de agrupaciones en los distritos de Madrid.
“Mi proyecto no es atraer a nadie de Ciudadanos, me parecería una deslealtad”, aseguraba este lunes el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, para tratar de calmar las aguas. Fuentes de Alcaldía desmienten que las reuniones hayan tenido tal fin y niegan también que la operación se esté dirigiendo desde la primera planta de Génova, donde está instalado todavía el PP de Madrid. La presidenta autonómica, Isabel Díaz Ayuso, una de las dirigentes más claramente lanzadas a una “fusión” entre los partidos, era menos tajante. “El futuro no está escrito, pero lo que es un hecho de facto es que en Madrid el Partido Popular y Ciudadanos [...] hoy somos una fusión porque gobernamos juntos”. Ayuso negó que estuviera liderando “absolutamente nada” y advirtió que la decisión de fusionarse o no la tienen que tomar “los líderes a nivel nacional”. Los movimientos para captar a miembros de Ciudadanos, dado el caso, no se producirán hasta que se ponga en marcha el diseño de las listas electorales, asegura una dirigente del PP de Madrid. “Y hacia todos los sentidos puede ser, igual que personas del PP se han ido a Vox”, matiza.
Mientras, crece el malestar en Ciudadanos. El partido considera que todo forma parte de “una estrategia del PP” para aprovechar su debilitamiento y tapar sus propios malos resultados en Catalunya. La formación de Inés Arrimadas perdió 30 escaños, pero los populares tuvieron que encajar el peor resultado de su historia. Vox superó en escaños ampliamente a ambos partidos.
La vicealcaldesa, Begoña Villacís, reunió el domingo de urgencia a todos los concejales de su partido, que negaron haber recibido llamadas de la formación de Casado invitándoles a dar el salto al PP. La número dos del Gobierno municipal cerró filas con su equipo y trató de rebajar la psicosis que se ha instalado puertas adentro. Villacís también advirtió a los ediles ante futuros movimientos similares –se asume que las deserciones se producirán según se acerquen las elecciones– y ordenó el cese de Rubio como responsable del enredo. “Hay que espabilar, ¿creéis que van a trabajar para nosotros?”, dijo a los suyos.
“El centro político tiene nombre y apellidos. Es Ciudadanos y no está en venta”, zanjaba por su parte el vicepresidente regional, Ignacio Aguado, cuya mala relación con Ayuso no es ningún secreto, ante el goteo de informaciones que hablan del trasvase de cargos del partido que lidera en la Comunidad de Madrid al PP. Tampoco es un secreto la mala relación que mantiene Aguado con la consejera de Cultura, Marta Rivera de la Cruz. Fuentes de Ciudadanos aseguran que el dirigente regional considera a su compañera de filas “un topo” en el Gobierno hasta el punto de que pasa información confidencial a Ayuso. El pasado septiembre la presidenta madrileña nombró Directora de Comunicación a la hasta entonces jefa de gabinete de De la Cruz, un nombramiento que fue visto en Ciudadanos como la constatación de que desde la Consejería de Cultura se estaba produciendo un doble juego.
Ayuso ha salido en defensa de su consejera este lunes para desmentir tal extremo. “No he visto a nadie nunca tan leal a sus siglas”, ha dicho la presidenta regional de Rivera de la Cruz, que algunos en el Gobierno ven en la cuerda floja si toca recortar consejerías, una de las exigencias de Vox para apoyar los presupuestos, ahora prorrogados. Otras fuentes de Ciudadanos creen que Aguado no podrá hacer tal movimiento precisamente porque Rivera de la Cruz cuenta con el absoluto apoyo de la presidenta del partido Inés Arrimadas.
Las relaciones en la Comunidad de Madrid entre los socios de coalición, en cualquier caso, han sido delicadas desde el inicio del Gobierno. La desconfianza es mutua: Ayuso teme una moción de censura de Ciudadanos con el PSOE que la desbanque de la Presidencia y los de Aguado desconfían de que la dirigente popular convoque elecciones, algo que la presidenta ha intentado hasta en dos ocasiones y no ha podido hacer porque en Génova 13 le han parado los pies.
A tan solo unos metros de la Puerta del Sol, en el Ayuntamiento, reina también desde este fin de semana el desconcierto entre los socios. Sobre todo, por el perfil de las personas a las que el PP habría echado el ojo: concejales como Concepción Capa o Alberto Serrano a los que no se podría sacar ningún rédito mediático si se lograra el trasvase porque no son apenas conocidos. En el equipo de Martínez-Almeida también asoma el temor a que la lluvia de informaciones ponga en riesgo la estabilidad del Gobierno municipal a mitad de mandato y rompa la imagen de concordia de la que siempre ha presumido el alcalde.
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