“¿Cuánto cuesta una violación?”, la cuenta que muestra la factura de un abuso sexual
En la factura de un abuso sexual hay tres partidas: el uso como objeto sexual, la actuación en contra de la voluntad y daños a la integridad. En cada una de ellas hay diferentes subapartados que van desde la disponibilidad para el disfrute, el plus de pedofilia al mecanismo de control y dependencia o el daño persistente a la estima, entre otros tantos. El coste total de todos ellos suma 1.289.150 euros. La artista madrileña Jana Leo, de 51 años, contabiliza así las violaciones que una amiga suya sufrió por parte de su hermano durante años y que ahora es una de las cartas de presentación del proyecto No Violarás, que prepara estos días en Madrid. Es un paso más que se suma a las investigaciones y trabajos artísticos que la artista viene realizando desde que hace 17 años ella misma fuera violada por un desconocido que entró a punta de pistola en su casa.
A través de lo que define talleres-campaña, el rodaje que tres cortometrajes y una performance que realizará el 20 de mayo en la Neomudéjar de Madrid busca mostrar los efectos que los abusos sexuales tienen en la vida diaria de quienes los sufren. “Necesitaba trabajar de forma artística todo lo que significa sufrir una violación y cuando estuve en España el año pasado vi que este era el momento adecuado, que por fin la ciudadanía estaba abierta a ello”, explica sentada una de las salas de ensayo de EnCrudo, un espacio municipal cedido por Ayuntamiento de Madrid, donde realiza los ensayos.
El pasado octubre, Leo, que habitualmente vive en Nueva York, regresó durante casi dos meses a su ciudad para promocionar la edición en español de Violación Nueva York (Lince, 2017) , donde relata su propia agresión. Escrito y editado originalmente en inglés en 2011, el texto retrata además hasta qué punto la cultura de la violación no es algo extraordinario sino cotidiano y cómo provoca en las víctimas un trauma del que la sociedad prefiere no hablar. Su viaje coincidió con las semanas previas a la celebración del juicio en Pamplona por el caso de La Manada y Leo vio que algo estaba cambiando en España porque “ahora sí que era un tema, el de la violación, del que se hablaba”, cuenta, con un discurso impulsado desde el movimiento feminista que rechazaba cualquier responsabilidad sobre la víctima.
Explica cómo también percibía ese cambio en su entorno más próximo. “Yo llevo trabajando e investigando sobre la violación desde que me ocurrió a mí y a veces mis amigos me han dicho ‘ya estás otra vez’, pero ahora lo que me dicen es que tengo que contarlo y hablar de ello”, afirma y añade: “También ocurre que estos amigos empiezan a tener hijas de 20 años y se dan cuenta de que a ellas también puede pasarles”.
Proyecto de creación cultural
Todo ello es lo que le impulsó a terminar de perfilar todo lo que había venido realizando en la última década para plasmarlo en un proyecto que en diciembre logró una beca del programa de Ayuda a la Creación del Ayuntamiento de Madrid. Ahora, en plena movilización feminista contra la sentencia del caso de 'la manada' cobra aún mayor relevancia. “A diferencia de lo que hacen los materiales formales que educan a las víctimas sobre cómo evitar una violación, lo que trato de hacer con estos talleres-campaña es producir material que eduque y responsabilice a los agresores que perpetraron y a la sociedad que la permite”, explica la artista, mientras en la conversación se mezclan sus comentarios a cuenta de la realidad del momento. “¿Cómo vas a hablar si estás amenazada? ¿Cómo me pides que diga no si no puedo hablar, si estoy paralizada?”, exclama indignada sobre el voto particular de uno de los tres miembros del tribunal de Pamplona que pidió la absolución de los cinco condenados.
Uno de los talleres busca precisamente “pasar factura” al abusador y a la sociedad de los daños que produce una violación. “El objetivo es expresar de una manera tangible qué es lo que le ocurre a una víctima de violación; intentar medir el daño, porque a las cosas que no se pueden medir no se les da valor”, afirma. El taller, gratuito, y que se celebrará el próximo 17 de mayo en Madrid, está abierto a todas las víctimas de agresiones sexuales que quieran participar (inscripciones a través del correo abm.confecciones@gmail.com) y en él se trabajará para producir las “facturas de un abuso y traducir el relato de las personas que sufrieron abusos a un formato que también recuerde a los violadores que estas facturas no prescriben y que, por tanto, siempre tendrán pendiente lo que hicieron”, explica Leo.
Si el primer taller busca mostrar el daño emocional de la violación, el segundo, que se realizará el viernes 19, quiere enseñar el daño físico. “Al igual que un paquete de tabaco muestra los efectos en los pulmones ennegrecidos, La postal de la mujer agredida sexualmente muestra un útero con moratones”, relata la artista madrileña. La primera pieza es la foto de su útero, amoratado, que sirvió en EEUU de prueba forense para condenar a su violador. “No estoy segura de si aquí en España se realizan estas fotos del interior, o de si las víctimas tienen acceso a ese material forense, pero cuando yo vi esa imagen me di cuenta de hasta qué punto me había dañado”, explica. El taller busca recopilar estas imágenes, o si no existen investigar de manera colectiva por qué no están, o cómo se puede evidenciar el daño físico interno.
El proyecto también cuenta con la producción de tres cortometrajes basados en relatos e historias reales y que estos días rueda en Madrid: El Portal, sobre las violaciones por parte de desconocidos; La Novicia, sobre los abusos realizados en el colegio o en la familia; y La Jauría, sobre las violaciones en grupo y las que se producen cuando las mujeres se relacionan con hombres en situaciones de flirteo. La performance, que mezclará escenas de los tres cortos, tendrá además su propia banda sonora que la artista ha escrito para la historia sobre la agresión en grupo. “Le envié la letra a mi amiga Silvia San Miguel, del grupo Las Xoxones, y compuso la música enseguida”, afirma Leo, mientras suenan los primeros compases y se escucha la voz de una mujer: “Salimos de caza, violación en masa, hoy saaaaalimos de caaza; La ligo en un bar, se la llevo a los demás, no puede estar mal si lo hacemos todos”.