Isabel Díaz Ayuso pulsó el botón del adelanto electoral el pasado 10 de marzo convencida de que revalidaría la presidencia de la Comunidad de Madrid. Los sondeos internos daban tal subidón al PP que anticipaban un gobierno sin la compañía incómoda de Ciudadanos, un partido y unos dirigentes con los que Ayuso nunca tuvo sintonía, pese a sentarse con ellos en un Consejo de Gobierno incapaz de aprobar unos presupuestos y que solo sacó adelante una norma, la enésima reforma de la ley del suelo. El plan era cambiar de socio porque a diferencia de otros líderes regionales, Díaz Ayuso nunca se ha sentido incómoda con la extrema derecha, que tiene en Madrid uno de sus principales caladeros de voto. Veinte días y varias encuestas después, la preocupación en el equipo de la presidenta es morir de éxito: que todo ese voto del centro-derecha concentrado en el PP le impida revalidar el Gobierno, a pesar de la opa sobre Ciudadanos y de que la candidata haya logrado achicar el espacio a Abascal con su discurso.
El sondeo preelectoral del CIS ha confirmado esos temores. Vox se sitúa en el 5,4% de los votos, solo cuatro décimas por encima del listón que permite entrar en la Asamblea de Madrid. Superada esa barrera el partido de Abascal entraría directamente con siete escaños, pero por debajo se quedaría en cero y los diputados se los repartirían las demás formaciones con representación en el parlamento regional. El sondeo también deja a Ciudadanos fuera de la Asamblea. Llegado a este punto, a la candidata del PP solo le quedan dos opciones en la campaña que está a punto de comenzar: dar oxígeno a la extrema derecha para gobernar juntos o jugársela todo a una mayoría absoluta, que los sondeos dicen que aún está lejos.
El CIS otorga a la formación de extrema derecha el 5,4% de los votos, más de tres puntos menos que el 8,85% que obtuvo en los comicios de 2019. Y todavía más lejos del 16,64% de los sufragios que logró Santiago Abascal en la repetición de las elecciones generales del 10 de noviembre. La fortaleza de Ayuso en la derecha con un discurso de marcado carácter trumpista, que poco se diferencia del de Vox, y que consiste en culpar al Gobierno central de todos los males que acechan a la región que ha sumado el mayor número de víctimas en la pandemia, ha desdibujado a la formación que encabeza Rocío Monasterio. De hecho, Ayuso no ha disimulado en estos menos de dos años su sintonía con la extrema derecha. La última foto de la presidenta antes de convocar elecciones fue con Monasterio, con la que se sentó en la cafetería de la Asamblea de Madrid –tal y como había exigido la extrema derecha– a pactar las cuentas con luz y taquígrafos sin las negociaciones vergonzantes de otros territorios.
El peligro para el PP estriba en en que Vox se fuera de la Asamblea al no lograr el 5% de los votos, un umbral electoral que ya en otras ocasiones ha sido determinante para decidir quién gobierna Madrid.
En los últimos 25 años, la suma de los partidos de derecha ha ganado a las izquierdas en Madrid en todas las autonómicas madrileñas salvo en dos. La primera, en mayo de 2003, las elecciones del 'tamayazo'. La segunda, en 2016, cuando 130.000 votos a Izquierda Unida que se quedaron sin representación por no alcanzar ese 5% provocaron que Cristina Cifuentes gobernara por solo un escaño de diferencia. Ese precedente, a la inversa, preocupa ahora en el PP, donde temen que no solo se pierdan los votos a Ciudadanos –que todas las encuestas dan por debajo del 5%–, sino que también se pierdan los votos que vayan a Vox si, como parece, la campaña de Ayuso les deja sin espacio.
Pero las últimas encuestas sitúan a la candidata del PP lejos de la mayoría absoluta, mientras que sus rivales en la derecha van en caída. La formación de ultraderecha con Monasterio al frente vive un descenso paulatino de los apoyos desde inicios de marzo, cuando las encuestas les auguraban entre el 13% y el 15% de los votos (el mismo resultado que en 2019). Desde entonces, los votantes del bloque de la derecha parecen agruparse en torno a la candidatura de Ayuso. Entre ellos se encuentran uno de cada cinco votantes de Vox en 2019, según una encuesta reciente de Sociométrica.
En el PP no escondían el 11 de marzo su preocupación por que Ciudadanos se quedara fuera de la Asamblea y temían ya entonces que esas papeletas perdidas fueran determinante para que la izquierda se hiciera con el poder. Los sondeos publicados después despejaron esos temores ya que todos daban una holgada mayoría a la suma de PP y Vox. El problema ahora es que Ayuso puede acabar fagocitando también a la formación ultraconservadora y, sin embargo, no llegar al umbral de la mayoría absoluta.
El barómetro preelectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas –con más de 4.000 encuestados– pronostica además un empate técnico entre bloques en la Comunidad de Madrid. La suma de la derecha (PP más Vox) y la unión de PSOE, Unidas Podemos y Más Madrid, en la izquierda, lograrían el mismo número de escaños, 68, en las próximas elecciones madrileñas del 4 de mayo –aunque varios expertos han cuestionado ese cálculo–. De ahí que esos votos sean cruciales.
Ayuso: una candidata que gusta al votante de Vox
La encuesta del CIS proporciona otros datos que reflejan hasta qué punto Ayuso se ha convertido en la candidata de los votantes de Vox, o al menos de una parte de ellos. Mientras los electores del PP dan a la presidenta de Madrid una puntuación de 8,4 sobre 10, los de Vox, le otorgan un 7,9. Buceando más en profundidad, los votantes de la formación de Abascal apoyan más a Ayuso que los de su propio partido: mientras el 64,4% de los votantes del PP cree que la situación general de la Comunidad de Madrid es buena o muy buena, ese porcentaje aumenta hasta el 68,3% en el caso de los de Vox y un 49,5% de ellos piensa que la situación es mejor que la de hace dos años, frente al 41,4% de los del PP. Finalmente, los votantes de extrema derecha superan a los del PP al calificar de buena o muy buena la gestión del Gobierno Díaz Ayuso (84,9% frente al 83,1%).
También en Vox, que este miércoles arranca la campaña en Vallecas, cunde la preocupación. El partido de Abascal pedía a Ayuso este lunes declarar día festivo el 4 de mayo para favorecer la participación, una solicitud que ya habían hecho semanas atrás otras formaciones como Más Madrid. El CIS refleja que más del 20% de los encuestados aún no se ha decantado por ningún partido. El miedo a la abstención por ser día laborable y la pandemia sobrevuela entre todos los partidos, pero con un resultado tan ajustado como el que augura el barómetro del CIS la abstención puede decantar el resultado.
“Hay algo en lo que sí coincido y es en que por poco se podría perder todo, esa libertad que nos hemos dado”, decía este lunes la presidenta de la Comunidad de Madrid poco después de conocer los resultados del CIS. “Lo que está claro es que nos jugamos mucho. No nos podemos relajar y eso es lo único en lo que sí coincido con esa encuesta”, insistía la dirigente del PP para alejar el triunfalismo que se había instalado en un sector del partido.
La preocupación de Ayuso en torno a esta cuestión se reflejaba un par de horas antes de conocerse los resultados del CIS. Ayuso intenta ahora aglutinar todo el voto posible y así depender de sí misma con una mayoría absoluta, aunque las encuestas están lejos de reflejar tal escenario. Para ello, la presidenta madrileña apelaba este lunes durante un desayuno informativo incluso al votante de izquierdas en un discurso en el que ensalzó su figura frente a la de Pedro Sánchez al que acabó retando y a quien sitúa como su principal enemigo. “Se lo digo mirándole a los ojos: el 4 de mayo nos vemos en las urnas”, dijo la presidenta madrileña tras dirigirse al votante socialista desencantado con el presidente del Gobierno por “ser refugio de golpistas y batasunos, de okupas y bolivarianos”. Al mismo tiempo Ayuso decidía ignorar cualquier pregunta sobre Vox, al que no quiere atacar pero tampoco meter dentro de una hipotética coalición en plena campaña.
Está por ver si esa va a ser la estrategia hasta el 4 de mayo o si reserva algún giro de guion. De entrada, la fontanería del PP debe diseñar un plan para la relación con Vox en el o los debates televisados (los dirigentes populares han dicho que Ayuso solo aceptará ir a uno y lo más alejado posible de la votación).
“Yo creo en el consenso de la Transición y en construir la casa común del centro derecha, donde también se sientan acogidos todos los que, simpatizando con la izquierda sientan amor por España, la libertad y el estado de derecho”, decía la presidenta y candidata de los populares. Pero lograr la mayoría absoluta es algo que en el PP ven difícil y que incluso Ayuso reconoció que era casi imposible en una entrevista días después de convocar las elecciones. “Me vine arriba”, dijo la dirigente madrileña. Este lunes aún no quiso desvelar por dónde irán sus siguientes pasos para tratar de evitar el peor escenario posible: que Vox se quede fuera y no pueda revalidar la presidencia.