A las 14:15 horas de este viernes ingresaba en el hospital de pandemias Enfermera Isabel Zendal la paciente cero. Llegaba en la semana prometida –diez días después de la inauguración oficial el 1 de diciembre– y la Comunidad de Madrid lo anunció a bombo y platillo: una mujer de 63 años que fue recibida entre aplausos por el escaso personal del nuevo complejo –sin quirófanos– después de que hubiera pasado por las urgencias del Gregorio Marañón. Su cuadro clínico: “neumonía por Covid-19” con pronóstico “estable”. Nada que ver con un cuadro de gravedad, como el resto de los que pasen por las instalaciones del hospital que el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso hizo levantar en unos meses para “asombrar al mundo”, según ha repetido en múltiples comparecencias. Su vicepresidente, Ignacio Aguado, de Ciudadanos, justificó la falta de quirófanos argumentando que este centro no está pensado para eso e incluso deseó que no hubiera que abrirlo. Pero abierto está y a la primera paciente se le preparó un recibimiento triunfal, propio de la propaganda que acompaña a las infraestructuras de Madrid desde hace tres décadas.
“El traslado se hace con pacientes que no presenten en principio complicaciones”, explica a elDiario.es un portavoz de la Consejería de Sanidad, que dirige Enrique Ruiz Escudero. El departamento no aclara si ha llegado algún enfermo más, o si ella es la única ingresada en esa instalación de miles de metros cuadrados levantada en tiempo récord sobre un solar de Valdebebas, en la zona norte de la capital, junto a un conglomerado de oficinas a medio construir al lado del proyecto fracasado de la Ciudad de la Justicia.
La primera paciente, como se presentó a los medios, estrena el hospital por voluntad propia. Y así será con todos, según explicó el viceconsejero de Salud Pública y plan Covid-19, Antonio Zapatero, que ya dirigió el recinto de Ifema que el Gobierno de Madrid habilitó también como hospital “milagro” en la primera ola. Zapatero dijo en rueda de prensa que, a diferencia de los otros hospitales, en este serán los enfermos o sus familiares los que decidan si quieren ser ingresados en él o si se quedan en el hospital de referencia al que hayan acudido a través del servicio de urgencias. (En el Zendal tampoco hay de eso).
El Gobierno regional ha preparado para ello unos folletos que reparte a los candidatos considerados “idóneos” –de bajo riesgo– en el que ofrecen entre otras ventajas conexión “wifi gratuita” (con la que no cuentan el resto de hospitales) y unas instalaciones para “pasear”. “Lo que supone”, continúa ese escrito que trata de recabar pacientes, “un cambio sobre el modelo asistencial tradicional donde los pacientes afectados por la COVID-19, suelen permanecer aislados en sus habitaciones”. Otra de las ventajas del Zendal que esgrimen los panfletos es que “cuenta con la tecnología más avanzada para que las personas que en él ingresen reciban una atención efectiva a través de unos cuidados de calidad, cercanos, integrales y humanizados”. Que no hay en todo el edificio un solo quirófano por si la cosa acaba complicándose es un detalle que se ha decidido ahorrar a los candidatos a pacientes del Zendal.
Pese a la trompetería propagandística que ha acompañado al hospital desde mucho antes de que se colocase la primera piedra, la Comunidad de Madrid abrirá por el momento solo 48 camas. Había anunciado que serían 240 en esta primera fase pero la Consejería de Sanidad ha encontrado mucha resistencia a la hora de encontrar sanitarios dispuestos a trasladarse de forma voluntaria al nuevo centro. La polémica ha envuelto a la nueva infraestructura desde que se anunció en mayo y estas reticencias aumentaron cuando la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, confirmó que no habría nuevas contrataciones para prestar servicio en él. Los técnicos calculan que si fuera un hospital de verdad con todas su infraestructuras y sus turnos, necesitaría 6.000 personas, pero de momento, las primeras camas se abrirán con los 116 sanitarios que de forma voluntaria han decidido trasladarse a trabajar al nuevo hospital. Las autoridades también advierten de que si se necesitasen ocupar nuevas camas los traslados de sanitarios se harán de forma ya forzosa desde el resto de hospitales de la red.
“Lo mejor que nos podría pasar con el hospital Zendal es que no hubiese pacientes”, declaró este viernes Antonio Zapatero, después de que la infraestructura haya costado más de 100 millones a las arcas públicas, el doble de lo presupuestado, de que a día de hoy se mantengan plantas enteras cerradas en otros hospitales de la red pública y de que la atención primaria sea un clamor sobre la falta de medios. Zapatero, no obstante, apuntaba a una tercera ola tras las Navidades como posibilidad para que el nuevo hospital se convierta en un centro clave para contener la pandemia: “En el caso de que las previsiones se cumplan y haya un aumento del contacto social en Navidades y haya tercera ola, la tranquilidad que da tener 1.000 camas y 40 camas de UCI para los madrileños es excepcional”, manifestaba el viceconsejero sobre la infraestructura.
Protestas por los traslados forzosos
Por el momento ni 1.000 camas ni tampoco 40 UCIs. La resistencia a que se produzcan traslados forzosos de sanitarios impide abrir más, reconocen fuentes del Gobierno regional. La Consejería de Sanidad anunció que los 558 profesionales que todavía hacen falta para abrir 240 camas saldrían de las contrataciones extras que se hicieron para la Covid-19 en marzo y que ahora se encargaban de reforzar la asistencia en el resto de hospitales. Desde los centros aseguran que estos profesionales son necesarios para atender los picos que se producen en las urgencias por la Covid y también por la campaña de la gripe. Este periódico ha pedido sin éxito a la Consejería de Sanidad el listado de sanitarios de los diferentes hospitales de la red que se pretender trasladar de forma forzosa al nuevo hospital. La opacidad es absoluta.
Los únicos números que se conocen son los que han facilitado los propios sindicatos que este viernes protestaban precisamente contra estos traslados forzosos, igual que antes han hecho contra la construcción del Zendal. Cientos de sanitarios se concentraron en distintos hospitales madrileños donde también reivindicaron mejores condiciones y denunciaron la precariedad de los 'contratos covid' que finalizan este mes. “Nadie ha firmado aún” la prórroga hasta junio que prometió Ayuso y temen que solo se amplíen si es para trasladarse al Zendal.
Uno de esos puntos de protesta estuvo en el Severo Ochoa, en Leganés, después de que conocieran que 16 profesionales de este centro han sido asignados para trabajar en el hospital de pandemias. “Ese apoyo de personal Covid no vino a que estuviéramos mucho más amplios de plantilla, lo que hicieron fue cubrir un déficit que ya había y ahora eso sigue siendo necesario porque el problema no ha desaparecido”, se quejaba Mercedes Romero, delegada sindical de CCOO en ese centro.
También en el 12 de Octubre se concentraron unas quinientas personas, entre sanitarios y vecinos, contra los traslados que en este caso serán 52. “Este personal se tiene que quedar”, “la precariedad es un acto criminal”, clamaban fuera los profesionales convocados contra la política sanitaria del Gobierno de Ayuso. Susana Hernández, médico del hospital, lamentaba que se “estén vaciando a los hospitales donde estas personas se necesitaban porque había una situación ya muy límite, dejando estos huecos vacíos”.
“En Medicina Interna un 80% de contratados llevan años trabajando y les han cambiado a contratos covid”, denunció. De esos 52 sanitarios, hay seis internistas que han sido asignados para el Zendal y uno de ellos ya avanza que renunciará a su contrato para irse a la privada si finalmente le toca trasladarse. En el Ramón y Cajal, denuncian que los dispositivos de guardia se han tenido que reducir en un 20% por el traslado de sanitarios al Hospital Isabel Zendal, informaba este viernes la Cadena Ser.
El Enfermera Isabel Zendal abría sus puertas al público el pasado 1 de diciembre con un mes de retraso –se anunció para el 31 de octubre– y con las instalaciones inacabadas. Estos retrasos no tendrán penalizaciones en las constructoras que se han embolsado finalmente el doble del presupuesto previsto. El Gobierno de Ayuso insiste en que su centro asombrará al mundo. De momento, causa perplejidad e indignación entre su personal sanitario.