En el patio interior de la Calle de Alberto Bosch 4, en el centro de Madrid, alguien descorchó una botella antes de las once de la noche de este miércoles. En el inmueble, vacío desde hacía cinco años, quedaba inaugurada la nueva sede de La Ingobernable, la segunda ocupada por los activistas del centro social autogestionado desde 2017. El colectivo ha retomado sus actividades tras cuatro meses, después de que la Policía desalojara y tapiara el anterior espacio donde funcionaba el centro, en el Paseo del Prado, 30.
“¡Venga!”, reclamaba una hora antes una de las mujeres que esperaba en la acera a que se abran las puertas del inmueble, una construcción de ladrillo visto de 1886 que pertenece al Ministerio de Justicia. Desde las ventanas, salían luces de linterna y una pancarta bajaba desde la segunda planta: “Seguimos en el corazón de Madrid”. Tras el desalojo del edificio que ocupaban en una esquina privilegiada del centro, el colectivo se ha mudado al otro lado del Paseo del Prado.
Las consignas que coreaban los activistas desde las aceras antes de poder entrar hicieron salir a los vecinos a los balcones y preguntarse desde los portales qué estaba pasando. “¡Tenemos casa!”, gritó una mujer cuando finalmente se abrieron las puertas y voló confeti. La Policía, que había estado identificando a los miembros del colectivo desde las siete de la tarde por concentrarse sin la autorización de la Delegación de Gobierno, ya se había ido.
El edificio había sido ocupado un días antes —el colectivo no ha precisado la fecha—, después de que el alcalde José Luis Martínez-Almeida (PP) anunciara a principios de febrero que el Ayuntamiento cedería el anterior inmueble de La Ingobernable a la Fundación Hispano-Judía. El Consistorio aseguró que entregaría de forma “inmediata” el bien a la entidad privada, cuyo vicepresidente es el exalcalde popular Alberto Ruiz-Gallardón, para abrir un museo, pese a que había prometido una biblioteca y un centro de salud para el barrio.
“Esta acción supone un acto de resistencia y desobediencia ante las agresiones sistemáticas que los espacios autogestionado llevan soportando desde hace meses en Madrid”, defendió una de las portavoces del colectivo en un comunicado que leyó a los medios este miércoles. Una treintena de personas aguardaban del otro lado de la puerta, según el colectivo, cuando decenas de manifestantes entraron saltando.
Sobre una de las paredes del interior, una inscripción avisaba que en el edificio había funcionado el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, que en 2015 se mudó de esa sede. El 23 de noviembre de ese año, la entidad empezó a funcionar en las instalaciones del Archivo General de la Comunidad de Madrid, en el barrio de Delicias, mientras se rehabilitaba el edificio de la Calle de Alberto Bosch 4.
El inmueble había quedado “obsoleto” en materia de seguridad y conservación y las cerca de 46.000 escrituras públicas que se conservaban allí con firmas de Miguel de Cervantes, Santiago Ramón y Cajal o Francisco de Goya, entre otros, fueron trasladadas. El edificio tenía “graves problemas” para conservar en buen estado los fondos, según una información publicada por la Comunidad de Madrid en ese momento.
Los protocolos notariales de Madrid, Alcalá de Henares, Colmenar Viejo, Getafe, Navalcarnero y El Escorial, así como los libros de las Contadurías de Hipotecas de esos municipios y los registros de los consulados de España en el extranjero desde 1504 hasta 1917 pasaron primero a una sede provisional en la calle Ramírez de Prado 3, y finalmente se trasladaron a su actual domicilio, en el distrito de Hortaleza.
El edificio detrás del Museo del Prado continuó vacío hasta ahora. Una portavoz del Ministerio de Justicia no ha ofrecido detalles sobre el estado actual de las obras de rehabilitación o las razones por las que el bien propiedad de la Administración del Estado continuaba vacío.
Decenas de estanterías de metal despojadas, que suman en total más de 6.000 metros, permanecen en el inmueble repartidas en tres plantas. Todavía se ven revistas descoloridas en cajas, planos antiguos y cintas de máquina Olivetti.
Este miércoles, más de 300 personas, según los organizadores, recorrieron una a una las plantas y habitaciones de este edificio catalogado con el grado uno de protección patrimonial, el más alto. “¿Cuántos pisos tiene? ¡Y sigue!”, se sorprendía una de las visitantes.
El equipo de Gobierno de Martínez-Almeida, que prometió durante la campaña electoral “una ciudad libre de ocupas”, confía en que el Ministerio de Justicia desaloje de “manera inmediata” al colectivo y ha exigido “tolerancia cero” este jueves. “Madrid no puede ser una ciudad a expensas de que lo pueda ocupar de manera ilegal cualquier tipo de colectivo. Esta ocupación va en contra de la legalidad”, ha señalado Inmaculada Sanz, portavoz del Ayuntamiento, tras la Junta de Gobierno.
Fuentes del Ministerio de Justicia han asegurado a eldiario.es que “no se ha tomado ninguna decisión al respecto” del desalojo y que se “está estudiando la situación”. Los activistas adelantaron el miércoles un mensaje para el Ejecutivo: “Creemos que el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos tiene que decidir si se posiciona del lado de La Ingobernable y los movimientos sociales que aquí se organizan o de la criminalización que ha hecho Almeida desde la campaña electoral con sus socios de extrema derecha”.
Algunos pasaron la noche en las instalaciones, que están en buen estado, cuentan con luz eléctrica, agua y aseos funcionando. La primera asamblea de La Ingobernable en el nuevo edificio se ha celebrado este jueves para decidir cómo organizarse y continuar con las más de 200 actividades gratuitas que se desarrollaban en la antigua sede.
“Ha ido de maravillas”, ha celebrado una de las portavoces tras la asamblea, que ha durado casi dos horas. Entre 50 y 70 personas, según sus cálculos, se han presentado y han compartido ideas y proyectos para “hacer crecer el espacio”. “Ha sido un primer contacto para conectar con la gente, hemos visto caras nuevas”, ha señalado la activista.
En el encuentro, han debatido “qué hacer de cara al 8M”. “Posiblemente, volvamos a ofrecer comida como otros años y estar abiertos a Madrid”, ha señalado la portavoz. Además, han hablado sobre el acondicionamiento del nuevo edificio y sobre qué hacer con las decenas de archivadores que se alzan en las habitaciones, para las que aún no tienen una solución.
Por ahora, los portavoces no ofrecen más detalles “por seguridad” y llaman a los vecinos a “continuar con la labor social” del centro. En la primera noche después de abrir el espacio, los activistas reivindicaron la ocupación desde un patio repleto: “¡Ingobernables, indesalojables!”.