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“Hay quien tiene interiorizada la idea de que personas como nosotros no deberíamos estar en la institución”

Guillermo Zapata, concejal de Ahora Madrid.

Andrés Gil

Un tuit irónico sobre Irene Villa hizo que Guillermo Zapata (Madrid, 1979) dimitiera de la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Madrid a las 48 horas de haber prometido el cargo. Un tuit publicado cinco años antes de formar la candidatura de Ahora Madrid que llevó a Manuela Carmena a Cibeles, cuando Zapata tenía 300 seguidores en Twitter.

Este tuit, más de un año y medio después, ha sido objeto de sentencia por la Audiencia Nacional, que lo ha calificado este martes como “macabro”, pero no delito. El tribunal, así, absuelve al concejal.

¿Ha terminado el proceso?

Podría o no. Depende de la acusación, que tiene derecho, si quiere, a recurrir al Tribunal Supremo. Que recurra al Supremo no quiere decir que el tribunal acepte el recurso, pero tiene esa posibilidad. Si recurriera y se aceptara a trámite, pues tendría que evaluarlo, cosa que ha pasado con algunas otras sentencias, aunque casi siempre han sido por recursos de la defensa.

¿Cómo calificaría todo lo que ha pasado por un tuit? Dimitir de un área de gobierno, estar entrando y saliendo de los juzgados durante año y medio.

Yo creo que hay dos partes: una que tiene que ver con la reacción social a un tuit y otra un proceso jurídico. En relación a la reacción social a un tuit a mí es una cosa que me están preguntando mucho estos días: dimitiste y ahora te arrepientes... No, yo no me arrepiento de haber dimitido, por un motivo importante: nos ha permitido explicar quién soy yo, qué pienso yo de las cosas, qué hago, sin que haya permanentemente una especie de foco a partir del cual se me juzgue por unos tuits hechos en un momento muy concreto de mi vida.

Para mí era muy importante separarme de ese personaje que se había construido que no era yo, y proteger con ello la autonomía que ha de tener el área de Cultura y Deportes del Ayuntamiento de Madrid.

Y no me arrepiento también porque pasé a ser concejal presidente del distrito de Villaverde [ya lo era de Fuencarral-El Pardo], y eso es un orgullo. Ojo con esa distinción entre áreas y distritos, que llevar un distrito es un orgullo.

Y por otro lado hay un proceso jurídico. Ese proceso jurídico, que se ha alargado más en el tiempo, también ha ido relacionándose con el proceso social. De alguna manera, ha permitido que se siguiera hablando de esto y se pudiera saber quién soy yo y qué pienso sobre lo que ha pasado.

En ese sentido, yo no soy quien debe juzgar si el proceso es justo o injusto, la realidad material hoy es que ha habido siete jueces implicados en mi proceso: cinco han dicho que no hay ningún delito; dos dicen que podría haberlo.

Insiste en la necesidad de explicar quién es usted, salir de la caricatura creada por un tuit.

Porque la imagen que se construye de mí es insoportable, salvo que fuera cierta, para cualquier persona normal y corriente que se construya una imagen de ella diciendo que es cruel, antisemita, que está a favor del terrorismo o disfruta con la crueldad... Eso es terrible, yo no quiero que nadie piense eso de mí. Por no hablar de hasta qué punto dificulta que puedas hacer política en un puesto de gobierno. Pero más allá del puesto de gobierno, la mayor parte de la gente no tiene oportunidad de que se construya algo sobre ellos mediático porque no tienen esa relevancia. Cuando uno se ve en esa situación, no me salía ponerme en la posición de querer que se me conozca por haber sido un represaliado. No, yo no quiero esa posición, hago un montón de miles de cosas en mi vida, me dedico a escribir, soy concejal, he escrito en prensa, novelas, guiones... He hecho muchísimas cosas, y si hablamos concretamente de tuits, hice 60.000 tuits, independientemente de esos.

Yo creo que eso es una cosa que tiene que ver con un proceso de respeto por uno mismo. Y si eso pasa por que uno tenga que salirse del primer foco, pues se quita, y da lugar a que se pueda construir socialmente de otra manera.

Hay que escapar de eso y reivindicar la idea de una persona normal, porque si no, todo es exagerado, una especia de exceso, hay que normalizar las cosas.

¿Siente que se ha quitado una losa?

Creo que he aprendido a vivir con esto, y ahora no me hago a la idea de que vaya a desaparecer. Incorporas esta faceta a tu vida, y mi vida es bastante normal, tan normal como la de los otros 20 concejales del Ayuntamiento de Madrid, que no son las vidas más normales del mundo. Mi cotidianidad, en mi trabajo, lo sitúas, lo preparas cuando lo tienes que preparar, y hay que poner en valor una red de gente, de amigos, de compañeros de trabajo, de compañeros políticos, de familia, que te cuidan, te sostienen, te protegen, te dan toques cuando se te está yendo la cabeza.... Yo creo que eso está muy bien.

Sin embargo, en lo político parece que los 20 concejales están un poco solos en el afuera.

La pregunta excede lo que yo digo... Yo he notado esa red todos los días, sin ninguna duda; ¿he notado esa red en el afuera? Creo que ha ido construyéndose, por la sensación de lo que he ido viviendo hoy [por este martes] creo que ha habido gente que hoy ha dicho, “menos mal”. Gente muy variada, creo que había una preocupación singular por mí o porque lo que estaba pasando puede significar para esas personas. Y yo creo que eso sí está. Ahora, que estamos en un Gobierno en Madrid que supone una diferencia con respecto a lo que es el Gobierno de la Comunidad, el gobierno del Estado, un Gobierno del Estado producido en unas circunstancias muy determinadas y particulares, en medio de una crisis del ordenamiento general, una crisis que llamamos de régimen... Pero eso no me pasa a mí, me pasa a mí, le pasa a Carlos Sánchez Mato, le pasa a Rita, a Celia, a Pablo Carmona, nos pasa a todos. Lo que pasa es que hemos venido a esto, no me preocupa.

A mí no me preocupa que me cuestionen políticamente, porque me tienen que cuestionar políticamente, eso me preocupa menos, y que tengamos más o menos aliados como Ayuntamiento, pues bueno, forma parte del contexto. Y hay gente que no es nuestra aliada, pero también hay gente que sí que lo es, y que entiende perfectamente lo que estamos haciendo y que merece la pena jugarnos la vida, en el sentido de nuestras horas y nuestro esfuerzo, por esa idea.

En esto estoy muy tranquilo. Que sea complicado, ya sabíamos que iba a ser complicado, y más en un contexto donde lo que podía haber sido una apertura se ha vuelto un cierre, pero no haría una equivalencia entre eso y mi caso, no haría esa equivalencia tan directa.

¿Si no fuera concejal de Ahora Madrid en el gobierno se habría buscado tanto lo judicial como herramienta política?

Si no fuera concejal esto no habría sucedido. Porque no sucedió durante los cuatro años en los que no era concejal, y donde no podemos decir que tuviera una visibilidad muy mínima. El día que se hizo público esto, tenía como 10.000 seguidores en Twitter; el día que lo puse tenía 300, cinco años antes. Y no fue ningún problema, nadie estaba mirando ahí, al contrario, se estaba construyendo como se construye en las redes, donde formas quien tú eres a partir de una multiplicidad de mensajes no de uno. Yo estoy seguro de que nadie hablaría de si Montse Galcerán tiene más o menos pisos o si Rita es más o menos lo que sea.... Tiene que ver con el lugar en el que estamos y con un determinado modelo de presión sobre nosotros que se basa en otra cosa, en una especie de juicio a nuestros comportamientos y especialmente a lo que somos. Hay una parte que tiene que ver con una idea, separando esto de la cuestión de los tuits, que es que personas como nosotros no tenemos derecho a estar aquí, a formar parte de las instituciones y muchísimo menos a gobernar y de lo que se trata es de ver: o cómo somos de diferentes y por tanto de monstruosos o cómo en el fondo somos iguales que todos los demás, no hay término medio, no hay normalidad, no podemos ser personas normales, somos una especie de monstruos que no merecen estar aquí o que somos igual que todos y si nos merecemos estar aquí es únicamente por eso.

Eso es lo que se intenta construir y no termina de calar.

¿No están teniendo éxito?

En eso concreto creo que no. Puede tener éxito a la hora de construir hacia dentro de la gente que más o menos ya está de acuerdo, en este caso con el PP, pero creo que no es una idea que se sostenga. Creo, de hecho, que empieza a existir una percepción de que hay un exceso de eso. El gobierno de Madrid es criticable, y debe serlo, pero por otras cosas y debe ser ahí donde tengamos la discusión política, y debe ser una discusión política sobre lo que pensamos sobre el modelo de ciudad, sobre cómo generar derechos, lo bien o lo mal que lo estamos haciendo... Esa es la pelea que hemos venido a pelear, eso es lo interesante.

Este tipo de construcciones de las que habla, ¿frenan el paso de ciudadanos a la política institucional?

Eso parte de que hay quien tiene interiorizada la idea de que no deberíamos estar aquí y hay un componente de anécdota.

Detrás de mí te digo una lista de decenas de concejales del Ayuntamiento de Madrid para 2019, 2023 y para cuando haga falta. La cantidad de gente preparada para ser concejal es abundantísima y no tienen especial miedo. Esa especie de construcción está fuera de nosotros, nosotros estamos perfectamente preparados para seguir aquí, y no es por sacar pecho, sino por convencimiento.

Hay una producción sistemática de esto es una anécdota, una cosa que ha pasado en un momento un poco particular, y que después de hacer nuestras cositas y a la próxima vuelve la normalidad. Yo digo que lo que ha pasado en mayo de 2015 es la normalidad y va a ser cada vez más la normalidad, y que gente normal y corriente va a estar preparada para dar el paso, porque otros que ya estamos aquí les vamos a decir: cuidado con esto; por esto no te preocupes; esto que me agobió mucho en realidad no era para tanto; y eso es buenísimo. Es una pedagogía. Que haya ese flujo de gente depende mucho más de quienes estamos ya aquí que de cualquier otra cosa.

¿De qué depende exactamente?

Depende evidentemente de cómo de útiles seamos a la ciudadanía y al cambio social, cómo de útiles seamos al hecho de que vivimos en una sociedad con muchísima gente pobre, donde hay unas dificultades a los derechos más básicos enormes, donde hay una presión sobre lo que se puede hacer y decir muy fuerte, y por tanto eso lo que nos marca es que tiene sentido estar aquí, y lo que va a garantizar que sigamos aquí es hasta qué punto seamos capaces de desarrollar las políticas que hemos venido a hacer.  Y yo creo que de momento, como la propuesta presupuestaria que hemos planteado, es una propuesta de un gobierno que tiene muy claro lo que quiere hacer.

¿También se ha sentido arropado por la alcaldesa?

Profundamente.

¿En todos los casos?

Sí.... Esta idea de que en un momento dado hubo una especie de Manuela separándose cuando fue la dimisión... No, no. Habría que contar una intrahistoria de este proceso, pero se le puede preguntar a gente, que yo dije que había que dimitir el sábado por la noche, cinco o seis horas después de que salieran los tuits. No fue un escenario que a mí se me impusiera.

Te digo más, el viernes pasado estábamos un grupo de gente reunida pensando sobre los escenarios que habría el juicio y si habría que plantearse dimitir o no. Para nosotros charlar de dimisiones no es una especie de locura. Como no lo hace nadie parece una gran decisión. No, para nosotros está dentro del repertorio de lo que tiene que ver con la responsabilidad, y hay veces que te parece razonable y veces que no.

La relación con Manuela es cálida, cercana, de complicidad política, completamente comprensiva con la situación... Y creo que con el paso del tiempo más simplemente porque nos vamos conociendo más.

En aquellos momentos también se habló mucho de cierta presión del lobby judío...lobby

Yo no sentí una presión en términos de conspiración, en ese sentido de los poderes... Yo creo que es un asunto que nació en la red, yo conozco la red, y si no he aceptado nunca que aquellas cosas que durante el 15M surgían de una manera espontánea y natural y cogían viralidad porque apelaban a un sentido común, lo que no voy a hacer ahora es que cuando sucede algo que resulta que va en mi contra, no pensar que hay mucha verdad en esa viralidad.

Otra cosa es que sea una verdad sesgada, porque no se me conoce. Pero pensar que había como un cerebro que estaba pensando, “bueno, hemos pillado a este”, creo que no lo había, creo que se produce un momento de enorme conmoción y una serie de inercias. Y que luego haya habido fuerzas políticas que en ese contexto hayan interpretado lo que sucedía a favor de su posición, por supuesto. Pero eso es la política. Si nos centramos en eso, nos estamos perdiendo un componente de verdad de lo que estaba pasando que era un estupor, una indignación que hay que tener en cuenta. Por lo menos para mí era importante.

¿Cree que merece la pena dar el paso a la política institucional?

Sí, claro.

¿No estaría más tranquilo en su casa?

No lo sé, porque últimamente paro poco en mi casa. A ver... La decisión de pelear por el gobierno de la ciudad no es una decisión individual, es una decisión colectiva. Evidentemente hay momentos en los que uno dice: ¿Estaría mejor en mi casa? Pues sí, claro, lo decimos todos. Y el que diga que no, miente. Lo piensa cada persona en el gobierno, en la oposición... Pero hay un proceso colectivo, y ese proceso colectivo merece más la pena que lo que tú puedas pensar en un momento concreto. Porque al día siguiente te reúnes con los vecinos de tu barrio, y piensas cómo vas a hacer la biblioteca que van a tener en un barrio que lleva diez años sin biblioteca y te aseguro que no te dan ganas de irte a tu casa, sino de quedarte con los vecinos. 

No te vas porque te gusta lo que haces, te apasiona... Esto lo hemos elegido colectivamente, nadie nos ha obligado a nosotros a meternos en esto. Quienes estamos en puestos de concejales y quien está alrededor. Y lo hemos decidido, nadie nos ha obligado, ni nos hemos sentido obligados por la historia, sino por un proceso colectivo y por la idea de que podíamos ganar y de que podemos seguir ganando. Y eso es muy potente.

¿Repetiría? ¿Habría hecho lo mismo?

Sabiendo ahora lo que sé... Recuerdo en ese momento, sin pensar en los tuits, decía: yo no voy a borrar mi cuenta, porque la gente tiene derecho a saber lo que he ido diciendo a lo largo del tiempo. Había un punto de ingenuidad de pensar que la gente no iba a entrar en mi cuenta a leer con una serie de a prioris. En ese sentido, sería cuidadoso, saber que hay gente que tiene una posición a priori a favor o en contra de ti antes de leer nada, con lo cual ya va a haber una interpretación sobre lo que has hecho o dicho. Más allá de eso, claro que repetiría. ¿Cómo no voy a repetir? Si es que lo hicimos juntos, ¿por qué me voy a ir a mi casa? Qué rollo.

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