La fractura del voto de derechas está complicando la campaña a Isabel Díaz-Ayuso en Madrid, una de las plazas donde los partidarios de Vox están más movilizados. La candidata del PP al Gobierno regional ha optado, en perfecta mímesis con la dirección nacional del partido, por reivindicar al PP como la “casa” de todos y de siempre, como “el proyecto ganador” o el lugar al que “volver” ahora que hay un “relevo generacional” que quiere desmarcarse de la corrupción del pasado.
El argumentario está claro. La práctica para tratar de llegar al votante de centro y a la vez convencer a la extrema derecha, no tanto. La candidata se enfrenta a unas urnas divididas en una comunidad que ha votado mayoritariamente al PP durante las últimas décadas y ahora tiene tres opciones. Las encuestas pronostican una pérdida de casi 400.000 votos que irían a parar, casi en la misma proporción, a Ciudadanos y a Vox y dan una victoria por la mínima al PSOE. Según la publicada por eldiario.es, el PP perdería 19 escaños y un 13% del voto.
Así que, apretada por la demoscopia, Díaz Ayuso inclina el discurso como un junco a un lado y a otro para tratar de contener la fuga. De esta flexibilidad imposible ha surgido este martes una foto. La de una extraña pareja formada por la candidata y el expresidente socialista Joaquín Leguina, la persona elegida por ella para ser su telonero en un desayuno en el Club Siglo XXI de Madrid en la que el exdirigente ha reivindicado, dentro de otro viraje ideológico imposible, la gestión del PP en la Comunidad de Madrid. Testigos del encuentro lo comparaban este miércoles entre risas, con el que tuvieron en ese mismo lugar Manuel Fraga y Santiago Carrillo. “Nosotros estamos más cerca que ellos”, ha bromeado Leguina, muy distanciado desde hace años de las posiciones socialistas.
Díaz-Ayuso ha llegado a definirse como “fan” de la Constitución y ha llamado a la “convivencia” y a la capacidad de “coincidir en objetivos superiores a los partidistas”. Su discurso ha empezado pidiendo la recuperación del diálogo que hizo “posible” la transición y ha terminado cargando contra el mismo cuando es “buenista”. Como a su juicio es el que Sánchez pretende con los independentistas. “No se terminó con el diálogo con el nazismo. El comunismo tampoco cayó con el diálogo. ETA no fue derrotada con el diálogo”, ha concluido.
Según la encuesta publicada por eldiario.es, más del 17% del voto del PP en 2015 en la Comunidad se iría a Ciudadanos si hoy se celebraran unas elecciones. A la formación naranja trata de combatirla señalando sus decisiones cambiantes y su historial de pactos con PSOE y PP: “Son naranjas por fuera pero rojos por dentro. No responden con quién van a pactar en Madrid”. Albert Rivera ha descartado de antemano un pacto con los socialistas tras las generales ante el auge de Vox pero evita replicar el cordón sanitario en la Comunidad. “Pactar con Gabilondo no es lo mismo que pactar con Sánchez”, dicen algunos en el partido.
La faceta más liberal del partido conservador también se está explotando al máximo como estrategia para convencer a quienes se han ido al partido de Rivera. “Impulsar la colaboración público-privada”, “presentar atractivos fiscales”, definir como “derechos” la posibilidad de elegir colegio, médico y horario comercial... “Soy liberal”, ha dicho este martes.
Y mientras con una mano trata de recoger el voto fugado a Ciudadanos, con la otra trata de contener que la fuga siga aumentando con Vox. “Muchos votantes del PP están pensando irse a Vox y esos votantes no he considerado que fueran sectarios porque eso sería decir que el PP ha sido sectario y no es así. El PP va a recuperar a todo su electorado”, dijo en la Convención Nacional del partido, pocos días después de ser nombrada candidata.
Estas palabras dan contexto a algunas decisiones, como colocar como número dos a un polémico alcalde “señalado” por el propio partido en la etapa de Cifuentes por salirse del tablero por la derecha. David Pérez, también diputado en la Asamblea de Madrid, se ha hecho notar en varias ocasiones durante la legislatura como una nota discordante que echaba de menos que sus “ideas” tuvieran “más reflejo en el PP”. “Estaría más cómodo”, dijo en una entrevista publicada en 2017.
Cuatro días después de nombrarlo, Díaz Ayuso ya ha empezado a marcar distancias ideológicas con su número dos, al que ha reivindicado solo por su capacidad de gestión como regidor de Alcorcón. “Él y yo no tenemos que pensar siempre lo mismo de todo y esa es la grandeza del PP. Representamos a una amplia mayoría de la sociedad”, ha tratado de justificar su plan para abarcar a todo el votante de centro derecha. Díaz Ayuso ha aclarado que la incorporación de Pérez no va a “conducir” su discurso sino que será “al revés”: será ella quien le marque a él el rumbo.
La candidata está inmersa, como Casado, en un complicado viaje al centro planteado desde arriba para el que ya no queda demasiado tiempo con el adelanto electoral. No se puede perder ni un voto. Díaz Ayuso mantiene su posición contra el aborto –“es apología de la muerte”, ha dicho–, pero la reduce a una “opinión personal” y hace gala de las posturas diversas que hay en el PP sobre un tema que sigue incomodando al partido.
La también portavoz del PP de Madrid cuida su discurso antiinmigración y reconoce la llegada de personas de otros países algo “necesario” para la sociedad. Reclama como un logro la ley contra la violencia de género pero persevera, sin embargo, en mezclar esa violencia estructural con otras.“Hay que evitar que nadie sea agredido, sean niños, mayores, hombres...”, ha apuntado este martes, cuando ha vuelto a cargar contra “las asociaciones que se aprovechan de estas situaciones” y el “abuso y la politización”. “Yo quiero combatir el machismo pero no a los hombres”, ha zanjado.
Con estas ideas, dice Ayuso, quiere “gobernar para todos” con un programa “sensato y moderno” que represente “a todos los madrileños”. “Me veo en mayo obteniendo una mayoría suficiente como para que todos los votantes del PP, incluidos los que consideran otras opciones como Vox, vuelvan a casa”, dijo en una de sus primeras entrevistas tras ser designada por Pablo Casado. Solo las urnas podrán ratificar en tres meses esas aspiraciones.