Al Observatorio Madrileño contra la LGTBIfobia llegaron en 2017 321 incidentes de odio contra el colectivo LGTBI solo en la Comunidad de Madrid. Son datos de su informe anual, presentado este miércoles, que registra un incremento de 81 casos respecto al año anterior. Se trata de agresiones físicas o verbales en la calle, acoso en redes sociales o pintadas homófobas o tránsfobas. De todos los incidentes, solo 101 han sido denunciados ante la Policía, la Guardia Civil, la Fiscalía o el Juzgado.
La casuística es muy variada: desde puñezatos, empujones, insultos y patadas a bolletazos, pintadas homófobas o tránsfobas –el informe también recoge este tipo de incidentes–, expulsiones de locales o humillaciones en vagones de metro o en autobuses. “Lo que les une es que vulneran la dignidad de las personas LGTBI y por ello han sido tenidos en cuenta”, explica el estudio.
El Observatorio ha hecho un análisis de los casos para concluir que los incidentes que más ocurrieron en Madrid en 2017 fueron agresiones verbales y la palabra más utilizada “con mucha diferencia sobre cualquier otra” fue “maricón”. Por otro lado, el discurso de odio en redes sociales, asegura el colectivo, “está cada vez más presente” y revestido “de una sensación de impunidad”. Las agresiones físicas son el tercer tipo de incidente más registrado, siendo lo más común las patadas, los puñetazos y los golpes. El Observatorio también ha recibido denuncias de acoso en el colegio o en el vecindario o expulsiones de establecimientos. La mayoría en locales de ocio al darse un beso una pareja de chicos o de chicas.
El perfil de la víctima
El informe también analiza el perfil de las víctimas y los agresores gracias a los datos aportados por las primeras. Destaca sobre todo el perfil de hombre gay menor de 30 años que sufre agresiones físicas o verbales en la calle, especialmente los fines de semana y en momentos de ocio. Algo que puede venir influido por la mayor invisibilidad de otras orientaciones sexuales e identidades de género y por la manera en que “históricamente se ha señalado la desviación de la norma masculina”. Por otro lado, la mayoría de las víctimas son personas cisexuales –cuyo género asignado al nacer corresponde con su identidad–. Es decir, la transfobia sigue provocando que las personas trans denuncien menos.
El Observatorio hace hincapié en que sus datos “no responden a todos los incidentes que ocurren en nuestra región, sino solo a los que somos capaces de llegar” e identifica la visibilidad como elemento “crucial”: “Es algo muy básico, pero con el aumento de visibilidad, se producen más incidentes de odio que antes era imposible que se produjeran porque los agresores no veían a la población LGTB”, explica el informe.
Y es que esta visibilidad cada vez mayor, prosigue, “se sigue apreciando por parte de un gran sector de la población como un insulto, un ataque, una provocación a su forma de pensar”. Por eso, concluye el Observatorio, “la presencia de más incidentes de odio no implica que haya más LGTBIfobia, sino probablemente más confianza del colectivo LGTBI a la hora de transmitírselo a las instituciones”.
Además, reconoce “el enorme trabajo” que falta por hacer con personas a las que ni siquiera llegan las ONG como las personas trans, las personas bisexuales o las personas mayores, que “apenas denuncian”. Por eso, el colectivo asegura que quiere enviar un mensaje “contundente” a las víctimas para que los casos que son visibles no solo sean la punta del iceberg e incide en la importancia de que salgan a la luz: “En varios casos después de dar publicidad a un incidente de odio por LGTBIfobia nos han llegado denuncias de casos parecidos”.