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Cuando Madrid no era tan caro: cómo ha cambiado el acceso al ocio nocturno de la capital tras la pandemia

Una fiesta en una sala de conciertos de Madrid.

Diego Alonso Peña

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Jaime da en la Renfe el último bocado al kebab comprado en el local de debajo de su casa. El trayecto de Getafe a Nuevos Ministerios es de 30 minutos y, para que no le cierre el transporte y poder terminar a la hora adecuada el entrenamiento de fútbol, esta es la única forma de cenar algo antes de reunirse con sus amigos. Estudia segundo de Periodismo en Ciencias de la Información de la Complutense y, en ese momento, los Bajos de Orense son unos de los lugares más frecuentados por los universitarios. La entrada un jueves a Paradiso, uno de los locales de la zona, cuesta 8 euros, con barra libre hasta las 3.00 horas de la mañana, el ropero tan solo uno y los precios de las copas rondan la mitad de los 15 euros que piden ahora de media en casi cualquier discoteca de la capital.

Eran otros tiempos. El cantante Quevedo aún era un desconocido, las pandemias solo aparecían en series de ficción, aquel precio por el que vivió una fiesta no se volvería a repetir más y Paradiso cambiaría de nombre años después.

“Antes la noche salía por 15 pavos, sin exagerar, entre la discoteca y tomar unas cervezas antes de entrar. Ahora eso mismo no baja de los 30, si eres precavido, porque como se te vaya un poco y quieras tomarte un par de copas más se te va a los 50, fácil”, explica Guillermo recordando aquellos años. “Cuando se pudo volver a hacer vida nocturna [después del covid] creo que todos entendimos el aumento de los precios. Fue uno de los sectores más golpeados por la pandemia y la mayoría deseábamos volver a vivir aquello que perdimos. Pero ahora, cuatro años después, las cosas siguen igual o incluso más caras”, comenta el que ahora es un contable en una empresa de renombre y que por aquel entonces estudiaba la carrera de Economía y Finanzas en la Universidad Autónoma de Madrid.

En 2021, tras la pandemia y cuando la normalidad volvía lentamente, la inflación de las bebidas alcohólicas y el tabaco aumentó más de cinco puntos según el Instituto Nacional de Estadística, cuando la Unión Europea intentaba que el máximo que se pudiera alcanzar era de dos y el Gobierno estipuló que se había logrado contener en 3,5. Sin embargo, mientras eso sucedía por el día, en la noche se sufrieron algunas de las subidas de precios más considerables y que todavía persisten.

A día de hoy, el precio medio de las cinco discotecas más concurridas en Madrid es de 25 euros con una o dos copas, con suerte. En el interior, la media de las consumiciones ronda de 10 euros para arriba. “Creo que se ha llegado a normalizar, ahora si te dicen de ir a una discoteca con entrada y copa por 18 euros te parece buen precio, pero si lo piensas fríamente es disparatado”, concluye Guillermo.

“Las discotecas de la capital española se han convertido en un espacio de exclusividad y lujo en el que se percibe un indicador de estatus social”, afirman desde Somos Ocio Nocturno, una comunidad centrada en el mundo de la noche. La ostentación se ha vuelto uno de los ejes clave de la noche madrileña; los reservados oscilan entre los 150 y los 1.200 euros dependiendo de la discoteca, el lugar y las consumiciones incluidas, y se han convertido en otra epidemia que infecta las redes sociales cada fin de semana, donde se pueden ver vídeos con botellas de alcohol dirigiéndose hacia las mesas en cubos con hielo repletos de bengalas. Según Reservados en Madrid, una organizadora de eventos, este es el servicio más solicitado en el ocio nocturno de la capital.

Jaime ahora está de prácticas en un medio de comunicación tras haber concluido un grado de producción y no recibe ninguna remuneración económica por ellas. “El problema ya no es la precariedad que tenemos los jóvenes, que también, sino que ahora mismo yo y mucha gente cercana tenemos el mismo poder adquisitivo y los momentos en los que queremos distraernos o simplemente pasarlo bien son el doble o el triple de caros que entonces”, afirma, para exponer la situación a la que se enfrenta toda una generación. “Trabajos temporales, prácticas que se suceden y una estabilidad que nunca llega para que cuando queramos escapar de ello nos salga por un ojo de la cara”, remata.

Este aumento significativo de los precios empieza a repercutir en el consumo de bebidas. La firma de análisis de mercado NielsenIQ vaticinó el año pasado que, desde la pandemia, el consumo de bebidas había disminuido por el incremento de los precios –esencialmente en la cerveza, que alcanzaba un aumento del 9%–, mientras la demanda en el ocio nocturno crecía un 1%.

El paradigma que plantea una noche en la capital ha impregnado nuevas costumbres en las que acceder a comprar las entradas de los locales. Internet ha ganado la batalla. Mientras hace no tanto tiempo las colas de las discotecas se volvían kilométricas al cumplirse las 00.00 de la noche, ahora la entrada digital es la que ostenta las mejores ofertas para que el desangre económico no sea tal. Hasta tal punto que, según Noche Madrid, el 56% de las vendidas en 2022 fueron vía web.

“La industria del ocio nocturno cuenta con el apoyo, compromiso y reconocimiento de la Comunidad de Madrid debido a la importancia del sector para la atracción de turismo y los viajes de incentivos. El estilo de vida de Madrid tiene en esta actividad uno de sus grandes pilares y genera actividad y puestos de trabajo”, comentaba el pasado mes de enero Marta Rivera De la Cruz, consejera de Cultura, Turismo y Deporte de la región. Por aquel entonces, FITUR consideraba a la capital española como “la mejor ciudad del mundo para salir de fiesta”, recalcando que “la vida nocturna de Madrid había superado las mejores previsiones confirmando las magníficas expectativas del sector”.

Sin embargo, mientras que en un lado de la moneda se presume de los buenos datos a nivel económico, la atracción del turismo internacional o la imagen que puede dar la capital respecto al ocio, toda una generación sufre el incremento desorbitado de los precios... Recordando aquellas noches en las que Madrid no era tan caro, cuando cada despertar no suponía enfrentarse al duelo de ver la cuenta bancaria y la noche no sólo estaba enfocada al turismo, viendo que, tras la pandemia, la situación sigue provocando el desangramiento de sus bolsillos.

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