Un paseo por casi cualquier barrio de Madrid es suficiente para comprobar que las calles siguen acumulando basura, a pesar de las quejas constantes de los vecinos. La limpieza urbana y la recogida de residuos son los servicios que más reclamaciones generan. En la memoria anual del Ayuntamiento de 2020, último año del que se recogen datos, se encuentran registradas 4.244 quejas por la falta de recogida de residuos y 3.630 por la limpieza urbana, aunque en 2019, antes de la pandemia y de las restricciones, se recogieron 5.186 y 5.083 quejas, respectivamente.
Los madrileños no solo denuncian al Consistorio con reclamaciones formales. También lo hacen a través de Twitter, donde incluyen imágenes de la degradación de las calles con residuos tirados en el suelo, y muebles y deshechos de obras hacinados en las aceras y bloqueando el paso. Sin embargo, los usuarios denuncian especialmente las zonas con contenedores, donde la frecuencia de vaciado no es suficiente para el volumen de basura que se arroja. Un claro ejemplo se encuentra en la céntrica plaza de Tirso de Molina, donde vecinos cuelgan carteles de sus ventanas para protestar por el “vertedero” que tienen a los pies de su edificio.
Pero la zona centro solo es una más entre tantas que acumulan residuos en sus calles. Los residentes de Carabanchel también se quejan de la falta de limpieza en su barrio. En Twitter, los vecinos se quejan del abandono del barrio por parte del Ayuntamiento, al tiempo que denuncian la suciedad de sus calles y parques, que pueden pasar semanas sin limpiar a pesar de la insistencia y de las quejas a Línea Madrid, la oficina de atención ciudadana del Ayuntamiento.
El pasado viernes, durante un balance de la limpieza en la ciudad, el alcalde José Luis Martínez-Almeida anunciaba la incorporación de 60 'motobicis' eléctricas y 800 carritos para mejorar el servicio en los 21 distritos. Además, también daba a conocer un nuevo contrato del Servicio de Limpieza Urgente (Selur) por un valor de 185 millones de euros, para reforzar el servicio de recogidas urgentes.
Un problema que se arrastra año tras año
Los madrileños opinan que la ciudad está sucia. Para el 28,9% de ellos, la limpieza es el principal problema en Madrid, solo por detrás del tráfico y los atascos (34,9%), e incluso, por delante de la sanidad (23,9%), según la encuesta que realiza el Ayuntamiento. La insatisfacción con la limpieza se arrastra, año tras año, en la consulta municipal como problema principal. En el sondeo de los años 2016, 2017 y 2019, la limpieza se presentaba como el mayor problema de la ciudad, aunque en unos distritos más que en otros. En Tetuán, lo es para el 37% de los vecinos, y en Usera para el 30%, mientras que en el distrito de Retiro y Moratalaz solo lo es para el 25% y el 21%, respectivamente.
En la Villa de Vallecas es el principal problema para una cuarta parte de los habitantes del distrito. El pasado 14 de junio, los vecinos se concentraron en la puerta de la Junta Municipal de Puente de Vallecas para denunciar la falta de cuidados de la vía pública y con una única exigencia: “Vallecas merece espacios públicos limpios”.
Sin servicio de limpieza hasta septiembre
La peor parte se la llevan los interbloques, zonas privadas de uso público que sirven de paso a los portales de las viviendas, que llevan meses sin que ningún tipo de servicio de limpieza del Ayuntamiento pase por ellos, y no lo harán hasta septiembre. El Consistorio aprobó en octubre de 2021 dos nuevos contratos de limpieza, que rompían con la gestión de la residuos de la ciudad que ideó el Ejecutivo de Ana Botella, pero que tenían un problema: dejaban fuera a 325 interbloques repartidos en 14 distritos. Estas zonas no entraban en los pliegos del contrato firmado en octubre, un hecho que el alcalde olvidaba el pasado viernes, cuando explicaba que el Ayuntamiento hacía un “esfuerzo” con este “primer contrato que va a haber en la ciudad de Madrid de limpieza de las zonas de interbloques”, lugares que ya se limpiaban anteriormente y que sí que se incluían en los pliegos de 2013. En mayo de este año, tras meses de disputa entre vecinos y autoridades para decidir a quién le correspondía el mantenimiento de estas zonas, el Ejecutivo de José Luis Martínez-Almeida cedía e incluía a estos sectores en el nuevo contrato de limpieza municipal.
El barrio de San Blas es uno de los que más interbloques reúne. Allí Carmen, que pasea a sus perros cada día, cuenta que se ha acostumbrado a la suciedad. “El viento arrastra a un rincón toda la basura, pero como esa zona no la limpia el Ayuntamiento, ahí se queda”, explica la vecina, que añade que antes algunas mujeres del barrio lo barrían, pero que al final se cansaron. “Ahí se quedará hasta que el viento se lo vuelva a llevar”, dice. Marcos, otro vecino del barrio, denuncia el “abandono” de San Blas. “Aquí hay muchos interbloques por el tipo de barrio que es, y hay suciedad por todas partes. Nos alegramos de que al fin haya rectificado el Ayuntamiento, pero hasta septiembre queda demasiado”, comenta.
Los contratos de Ana Botella
La suciedad de las calles de Madrid es un arma arrojadiza histórica que todos los partidos de la oposición utilizan. Durante los últimos años, Más Madrid ha exigido al equipo de Almeida que mejore la limpieza de la ciudad, así como el Partido Popular lo hizo durante el Gobierno de Manuela Carmena; pero con una diferencia: Carmena heredó un contrato que no podía modificar y Almeida aprobó uno nuevo al año pasado, cuando expiró el acuerdo anterior que permanecía vigente desde el 2013.
En 2013, el Ejecutivo de Ana Botella presentó un contrato para la limpieza y la conservación de los espacios públicos y de las zonas verdes, que se adjudicaba por 2.316 millones de euros y ocho años, y que mantenía la privatización de servicio. Botella presumía que con este nuevo contrato se ahorrarían 32 millones de euros anuales, un total de 265 millones de euros. Sin embargo, lo que parecía una ventaja, no lo era. Valoriza, FCC y OHL, las tres empresas que asumieron el contrato, heredaron una plantilla de trabajadores del anterior contrato que no querían mantener. Con una reducción del presupuesto, obtener beneficios era más complicado, y llegaron los recortes y los despidos, con la consecuente pérdida de calidad del servicio.
En noviembre de 2021, Almeida licitó el nuevo contrato para la conservación de los espacios públicos por 1.636 millones de euros anuales. El Ayuntamiento pretende “recuperar el nivel de inversión y limpieza previo a la crisis”. Sin embargo, aunque la plantilla aumentará en 2.000 empleados, según el nuevo pliego, pasando de los 3.904 a los 5.904, la ciudad no recuperará los barrenderos que tenía antes del contrato de Botella. Desde Limpieza Viaria de CCOO, denuncian “con el nuevo contrato, las empresas y el ayuntamiento dijeron que tenían que recuperar personal, y han metido gente, pero no la suficiente para que Madrid esté limpia”, y que la consecuencia no solo es la falta de limpieza, también es la carga de trabajo, “los trabajadores tienen que abarcar mucho trabajo porque las calles están muy sucias”.