La Comunidad de Madrid va a volver a hacer una prueba de detección del coronavirus a los contactos estrechos de las personas que han dado positivo. En una nueva modificación del protocolo, fechada el pasado 20 de noviembre, la Consejería de Sanidad ha incorporado el “ámbito social” y ejemplifica con “familiares no convivientes, amigos, otros” a la lista de personas a las que a partir de ahora se les deberá indicar una PCR o una prueba rápida de antígenos. Modifica así el anterior protocolo, aprobado el 28 de septiembre, y que había restringido las pruebas solo a determinados casos y personas con síntomas, que una vez identificadas pasan a ser tratadas como casos sospechosos.
“En la situación epidemiológica actual, la realización de una prueba diagnóstica de infección aguda a los contactos estrechos se indica en: convivientes, personas vulnerables, personas que atienden a personas vulnerables, ámbito social (familiares no convivientes, amigos, otros), ámbitos sanitario y socio-sanitario y en situaciones de especial riesgo que establece salud pública”, establece el nuevo documento. En el anterior, el ámbito social estaba excluido, de forma que si, por ejemplo, de una comida o cena de amigos, un asistente se confirmaba como caso COVID-19 al día siguiente, ninguno de los acompañantes era sometido a una prueba. En todo caso, todos los contactos estrechos de un positivo deben guardar una cuarentena de diez días independientemente de que se les realice diagnóstico o no, recuerda el texto.
Según especifican desde la Consejería de Sanidad, esta actualización del protocolo no se aplica en los centros educativos, que cuenta con su propia estrategia y donde también se restringen las pruebas desde el pasado septiembre. Desde entonces, cuando un alumno o un profesor da positivo, al resto no se les realizará prueba alguna, salvo que presenten síntomas. Eso sí, todos ellos deberán seguir haciendo, como hasta ahora, la cuarentena de diez días.
El cambio de protocolo hace dos meses no solo sirvió para dejar de hacer pruebas a contactos estrechos, sino que indicó como prueba prioritaria para los que sí cumplieran los requisitos, un test rápido de antígenos y solo “en función de la disponibilidad y operatividad”, una PCR. Con el nuevo documento, esto vuelve a ser como antes y se prioriza la PCR frente al antígeno, salvo en residencias y ámbito sanitario. En septiembre, estas modificaciones coincidieron con una una caída brusca de los contagios, y al mismo tiempo con una enorme disminución de las PCR realizadas y una escalada masiva de test de antígenos, más baratos y más rápidos. La comunidad fue sustituyendo progresivamente el uso de PCR por estos test rápidos y los contagios siguieron bajando, aunque a un ritmo mucho más lento que tras la primera caída.
Desde la Consejería de Sanidad reconocen que el anterior protocolo del 28 de septiembre que dejó de hacer test a contactos estrechos de personas sin síntomas –excepto algunas excepciones– se debió a la “demanda importante” de pruebas que obligó a “establecer prioridades”. “En nuestro caso, la prioridad para realizar una prueba de diagnóstico de infección activa (PDIA) son los pacientes sintomáticos graves o vulnerables, seguido de pacientes que necesiten ingreso hospitalario por otras patologías y otros pacientes con síntomas, además de los brotes en ámbitos como centros sanitarios, sociosanitarios o educativos”, añaden desde el departamento que dirige Enrique Ruiz Escudero.
En un momento de saturación por el incremento de los contagios como el que ha vivido la región, restringir las pruebas que se hacen a los contactos estrechos es una de las posibilidades para aliviar la presión en los laboratorios, pero implica una menor detección de casos y, en suma, ver solo “la punta del iceberg” del coronavirus. Las cifras de incidencia dependen en buena medida de la estrategia de diagnóstico que se lleva a cabo, por lo que cuando el Gobierno de Isabel Díaz-Ayuso tomó la decisión, epidemiólogos y expertos en salud pública advirtieron de que Madrid dejaría de ver al menos una parte de la transmisión del virus en la comunidad porque a muchos casos nunca se les haría la prueba. Pero, además, al mismo tiempo comenzaron a hacerse cribados masivos en zonas que en septiembre tenían una alta incidencia de coronavirus.
Una estrategia contraria a las recomendaciones, que priorizan buscar casos donde más posibilidades hay de encontrarlos (por ejemplo, los contactos estrechos) frente a las pruebas aleatorias que acaban identificando pocos contagios: desde el 29 de septiembre hasta el 12 de noviembre, Madrid hizo 319.283 test en estos cribados masivos, pero solo encontró 1.243 positivos.