Los aplausos a los sanitarios han regresado este lunes a Madrid. Y no a las ocho de la tarde, como fue tradición en lo más duro de la pandemia sino como una muestra de apoyo a más de un millar de residentes de hospitales madrileños que han iniciado una huelga indefinida para exigir una mejora de sus condiciones laborales a la Comunidad de Madrid. Centenares de facultativos han dejado las consultas y tomado la calle en la capital, bajo un arduo sol de julio, al grito de “no me explotes, fórmame”. En cada esquina despertaban un aplauso. “Si estuvisteis en los balcones, ahora os necesitamos en las calles”, decía una pancarta. Pese a los intentos –cada tanto, un médico advertía con un megáfono de que había que mantener la distancias–, los manifestantes han descontrolado por momentos, sobre todo en calles estrechas, el distanciamiento social al que obliga el coronavirus.
Los residentes tratan de negociar con la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid un convenio que dignifique, dicen, su trabajo ahora que la presión en los hospitales ha dado un respiro y en previsión de lo que puede estar por venir con los rebrotes. Hasta ahora no ha habido resultado. “Paramos en todos los hospitales y ocupamos las calles para hacer visible la precariedad y el maltrato que sufrimos dentro del sistema sanitario”. Varios médicos han leído un manifiesto frente a la Consejería, donde ha terminado la manifestación. La primera de muchas, advierten. Al escucharlos, un par de funcionarios han cruzado la puerta del edificio aplaudiendo a los residentes, para la sorpresa de muchos. “Esto lo sufrimos todos. Esta gente se ha jugado la vida por nosotros”, afirmaba uno de los trabajadores que ha apoyado la protesta, José Ignacio Cazorla.
Los sanitarios piden que se deje de “explotar a los profesionales”, como ellos, que “mantienen el sistema sanitario en pie”. Hay unos 4.500 MIR en Madrid convocados a la huelga, a los que se han sumado también los EIR (enfermería), FIR (farmacia), BIR (biología) y QIR (química). En total unos 4.700 profesionales, según las cifras del sindicato médico Amyts. “Denunciamos que ignoren nuestra propuesta de diálogo pero corran a decretar unos servicios mínimos del 100% que no respetan el derecho a huelga”, asegura Pedro Viaño, residente de último año de Pediatría en el Hospital Niño Jesús y miembro del Comité de Huelga. A muchos les ha costado venir, aunque los médicos coinciden en que las “zancadillas” de la Consejería para llevar a cabo la huelga, según sus palabras, han sido un “revulsivo” para sumar a los indecisos.
Plantarse siendo el eslabón más débil de la cadena médica, repiten, “no es fácil”. El seguimiento de los paros ha sido del 44%, según Sanidad. “En los hospitales hubo reuniones de la gerencia con los jefes de servicio para que nos animaran a no secundar la huelga porque los perjudicados, nos decían, éramos nosotros y nuestra formación”, señala Viaño. “Era algo anunciado pero antes no había habido valor o energía suficiente para hacerlo. Sabemos que puede haber represalias”, asume una alergóloga del Ramón y Cajal que prefiere no dar su nombre por miedo pero está, como los demás, gritando pancarta en mano bajo un sol de justicia. Entre los manifestantes no solo había residentes, también sus compañeros adjuntos, encargados de su supervisión. “Parece que lo bueno es callar y seguir agachando la cabeza, pero no”, dice tajante Ángela Hernández, cirujana del hospital del Sureste y vicesecretaria general de Amyts.
Amyts ha recurrido los servicios mínimos decretados por Sanidad del 100% en los turnos de guardia y pedido medidas cautelarísimas que la justicia debe resolver en breve. Con esta decisión, todos los facultativos con guardia programada para hoy han tenido que ir a trabajar. Los presentes en la manifestación, más de un millar, han abandonado su turnos habituales en consulta, donde se ha notado su ausencia. A partir de hoy repetirán el esquema cada lunes hasta que la Consejería acceda a negociar un convenio. El resto de días de la semana, el paro será solo en las guardias, algo que de momento es inocuo porque la Consejería obliga a hacerlas todas. Entre sus demandas principales está el aumento de la supervisión de los médicos adjuntos –hay hospitales que tienen un adjunto por cada 14 residentes, según denuncia AMYTS–, que les cambien las sábanas para no tener que compartirlas con el residente saliente, guardias mejor pagadas –la hora sale a 10 euros–, reducir las horas extras no pagadas y garantizar el descanso tras los turnos de 24 horas de los sábados.
Las “zancadillas” de Sanidad
La relación con Sanidad se ha agrietado en los últimos días, además de por los servicios mínimos, por unas declaraciones de la Directora General de Recursos Humanos, que en una entrevista en El Mundo aseguró que los MIR “hacen declaraciones inasumibles y usan la huelga como arma negociadora”. Hoy, frente a la Consejería de Sanidad, muchos residentes transitan de la risa a la rabia al recordar estas palabras. “Hasta donde nosotros sabemos, y reconocen las leyes, la huelga es un arma de negociación para los trabajadores. Claro”, apunta Viaña. “Si no se sientan a negociar es que deben pensar que nuestras condiciones son excelentes. Cobrando 10,65 euros la hora de guardia y un salario base de 1.100 euros, siendo la comunidad más cara para vivir”, añade.
“He certificado defunciones siendo R1. Y cada compañero puede contarte una historia”, afirma Alicia Carrizosa, residente de Medicina de Familia del hospital de Getafe. “Nos hemos dejado la piel con cosas por encima de nuestro nivel de experiencia”, cuenta otra médica. “Te vas a casa muchos días pensando en que, por favor, no pase nada. En que has dado tal o cual alta sin supervisión”, relata Luis Chiva, que está en el último año de residencia en la especialidad de Psiquiatría y trabaja en el Clínico.
El consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, ha asegurado en un mensaje en Twitter, como primera reacción a la huelga, que está “dispuesto a valorar” las peticiones de los MIR. Pero justifica que “el grueso de las reivindicaciones –formación y retribución– están dentro de un convenio colectivo nacional que la Comunidad de Madrid no tiene capacidad para renogociar”. “Estamos dispuestos a elevar esa petición al Consejo Interterritorial para negociar ese convenio en el ámbito nacional y no romper la equidad”, ha manifestado Ruiz Escudero en un vídeo colgado en la red social.
Es imposible que la imagen de centenares de batas blancas gritando “Sanidad pública” no recuerde a la Marea Blanca, que eclosionó en esta misma ciudad, Madrid hace siete año como una reacción a los recortes en Sanidad y los planes privatizadores del Gobierno de Ignacio González. “Estaba en la carrera y ahora, fíjate, aquí estoy”, apunta Chiva. Los entonces estudiantes están dispuestos, aseguran, a tomar el testigo.