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'Niñato': una familia de barrio que da la vuelta a los roles convencionales de padre y madre

“Yo soy hijo de madre soltera, casi no tuve relación con mi padre y me crié con ella, mis tías y mis abuelos, que ejercían indistintamente los roles de padres y madres y todos ellos formaban mi núcleo familiar en el día a día”. Adrián Orr, cineasta madrileño de 36 años, explica así su interés por rodar la vida de su amigo David Ransanz, artista de hip hop madrileño, 39 años, separado, y al cuidado de su hija y sus dos sobrinos, junto a su hermana y sus padres. “Nos conocemos desde hace más de 20 años, he visto cómo David ha ejercido su paternidad desde muy joven, rompiendo todos los clichés de rapero, enseñando a los niños a ser autónomos y también con una conciencia de clase trabajadora que impregna todo su núcleo familiar”, afirma el director.

Primero fue el corto, Buenos días Resistencia, que contaba cómo un padre, David, despertaba a sus tres hijos, Luna, Mía y Oro, para llevarlos al colegio. Y ahora es Niñato , el primer largometraje de Adrián y recién estrenado en cines, que continúa con todo lo que sigue a ese despertar diario en una familia formada por dos casas del madrileño barrio del Pilar. Unidas por un descansillo que se transforma en un pasillo más de la casa, abuelos, padres, madres, hermanas, sobrinos e hijos se convierten en una tribu donde se da la vuelta a los roles convencionales de familia y la maternidad y paternidad se ejerce de manera colectiva.

La película, que toma su título del nombre artístico del rapero, se rodó durante más de cinco años. El objetivo era filmar esos momentos cotidianos, como el despertar, el camino y recogida del colegio, las conversaciones entre los hermanos hablando de los hijos y las peleas por que cada tarde a la vuelta del colegio los pequeños hagan sus deberes. Una cotidianidad donde los roles convencionales de padre y madre se difuminan para transformarse en otra forma de familia. “Mi hermana y yo nos separamos casi al mismo tiempo, ella alquiló el piso enfrente de mis padres y decidimos que para estar en trabajos mal pagados yo sería el que me haría cargo de los tres niños”, explica David, personaje central de la película.

Relación de amistad y confianza

Sentado junto a Adrián, en uno de los bancos del barrio donde se conocieron y compartieron ensayos y pasión por el rap –“el que mezclaba con el blues, el que tenía un mensaje social”, puntualizan–, David cuenta cómo fue la convivencia con la cámara de su amigo durante cinco años. “Ha sido posible por la confianza que tenemos”, explica el rapero, quien señala que lo que ayudó mucho era que los niños conocían a Adrián “desde siempre”. “Mi trabajo era buscar sitios, rincones desde los que me gustara filmar y que ellos también estuvieran cómodos”, añade el cinesta.

Esa confianza es la que le permitía a David decirle a su amigo que un día no se rodaba por mucho que el director se plantara en la casa y se empeñara en grabar. “Había días en los que nosotros, por las razones que fuera, no queríamos que se rodara y Adrián lo entendía”, afirma David.

El director explica que si bien al principio, cuando los niños eran más pequeños –la película empieza con los críos con 6, 7 y 8 años y acaban con 11, 12, y 13– les costó entender que no tenían que actuar, que ellos debían de comportarse como lo hacían siempre, con el paso de el tiempo se implicaron tanto en el proyecto que hasta anticipaban la llegada del director. “Cuando empezaba a llover, me decían, mañana va a venir Adrián”, afirma David. A su lado, su amigo explica: “Rodábamos siempre en otoño e invierno para mantener la misma luz, por lo que ellos ya sabían cuándo iba a ir”.

Otras veces, eran los propios niños quienes sugerían escenas. “David nunca me dejó grabarlo en la ducha, y un día que yo le insistía fue el propio Oro [el más pequeño y personaje que va cobrando protagonismo según va creciendo] quien me dijo que a él si le podía grabar”, cuenta Adrián, sobre una escena en la que el pequeño empieza a rapear mientras se ducha.

NIÑATO - TRAILER OFICIAL from Márgenes on Vimeo.

La música y el hip hop es otra constante en el filme, porque David, miembro del colectivo madrileño Clan Lírica Salvaje sigue componiendo y dedicado su música. “Esa pasión que siempre ha mostrado con la música siempre se la ha transmitido a sus hijos y en la película también queríamos contar cómo ellos la van interiorizando y se van educando con ella”, afirma Adrián. Así, al principio del filme, distribuido por Márgenes, el espectador ve a Mía y Oro cantando y tocando con una batería la canción de los Hombres G, Sufre Mamón, que su padre considera “que debería haber acabado antes por lo mala que es”. Y al final, contando ese crecimiento de los pequeños, se ve cómo Oro es capaz de improvisar sus propias rimas.

“Nunca quisimos rodar las cosas excepcionales que les ocurrían, porque el que te rompas un brazo pasa una vez, y si pasa, y ahí no se ve el paso del tiempo tan claramente”, afirma Adrián. “Era simplemente aceptar lo que ocurre en el día a día de una familia que se ha unido para salir adelante”, concluye.