Madrid ha sido el epicentro del coronavirus en España. Ahora, sin embargo, su situación parece controlada, pese al volumen y movimiento de su población, los dos factores que hicieron estallar el virus en la región a niveles mucho más altos que en otras. “La evolución de los datos es correcta”, confirmaba el ministro de Sanidad, Salvador Illa, ante la prensa este lunes. La coyuntura de la región es, en cualquier caso, particular: es la cuarta comunidad con más contagios en los últimos siete días –por detrás de Catalunya, Aragón y Euskadi– y tiene un número de hospitalizados (42) muy superior a Catalunya (18), donde los infectados están disparados –3.935 frente a los 494 de Madrid–, pero solo ha notificado cuatro brotes.
No hay certezas sobre cuántos rastreadores se encargan de identificar los contactos de esos casos, que han escalado de 338 a 494 atendiendo a las cifras semanales. Es decir, de dónde procede y cómo se relacionan entre sí. La Consejería de Sanidad da oficialmente unos datos abultados de contrataciones en comparación con los trasladados a los sindicatos. Con estos ingredientes, sindicatos y la oposición en la Asamblea de Madrid alertan de que existe el riesgo de que haya casos que pasan por debajo del radar. Hay un dato incontrovertible: Madrid es la comunidad junto a Catalunya, la más azotada por los rebrotes, con un seguimiento más pobre de los contactos. Identifica uno de mediana por cada positivo, según el informe del Instituto de Salud Carlos III.
Este fin de semana, un especialista en enfermedades infecciosas del hospital Germans Trias i Pujol de Badalona, Bonaventura Clotet, acusó al Gobierno de la Comunidad de Madrid de no estar “diciendo toda la verdad” con los datos que aportaba de contagios. Los expertos consultados por este medio no comparten que haya una desviación intencionada en las cifras. “Los fines de semana se está yendo mucha gente –según un estudio el 16% pernocta fuera–, no hay temporeros, los turistas en esta época son menos, hay menos industria y la mascarilla se está usando casi sistemáticamente. Puede ser plausible que la situación no sea mala”, razona Fernando Rodríguez Artalejo, director del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). La doctora María José Sierra, portavoz del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias en sustitución durante esta semana de Fernando Simón, ha dado una explicación también a la diferencia de hospitalizaciones entre Madrid y Catalunya, a priori poco coherente. Por “contactos bilaterales”, Sierra ha situado en 100 las personas ingresadas en Lleida, frente a las 18 oficialmente notificadas ahora en toda la comunidad autónoma, aunque no están notificadas porque las cifras van con retraso.
Al margen de estas consideraciones, existen muchas dudas sobre los recursos que el Gobierno regional ha puesto al servicio de rastrear los contagios, una pieza clave para contener posibles rebrotes. Según los datos internos que la Consejería de Sanidad aporta a los sindicatos en sus reuniones periódicas solo hay 56 profesionales incorporados a esta tarea. El vicepresidente, Ignacio Aguado, prometió 400 a mediados de mayo. Después, la cifra se desinfló hasta los 172. Este lunes, el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz-Escudero ha asegurado en una entrevista con Europa Press que se ha contratado a 126 personas. 18 más, ha dicho, entrarán de manera inmediata y otras 44 en las próximas semanas. El dato no coincide con el aportado a los agentes sociales. Comisiones Obreras cifra los contratos en 27 técnicos de Salud Pública. Sanidad no desglosa cuántos son especialistas y cuántos realizan otras tareas no especializadas (administrativas, telefónicas...).
Ninguno de los médicos de familia con los que ha hablado este medio ha tenido contacto con rastreadores y presuponen que los datos que introducen en el sistema cuando llega un caso sospechoso se trasladan automáticamente. “En mi centro de salud nos encargamos de contactar con los convivientes y hacer que vengan a hacerse la PCR. Esperamos que salud pública asuma una investigación más profunda de los contactos fuera del domicilio los 14 días previos. Creemos que se activa pero no tenemos feed back de que así sea”, explica Javier Huerta, médico de familia en un ambulatorio de la capital. En su centro no hay visto aún ningún positivo, matiza.
Coinciden los sanitarios de los centros de salud, eso sí, en que no se escatima en las pruebas de diagnóstico, pese a que no saben qué pasa después con los positivos. También se hacen, según explican, a los contactos estrechos aunque sean asintomáticos. Según datos de la Consejería, en la última semana se han hecho 26.841, un 3% más que la anterior. “Se hace a quien viene con un poco de tos. Es la manera de asegurarnos que no se nos escapa nadie”, añade Huerta. “El número de positivos es muy muy bajo, también porque prescribimos prueba al más mínimo síntoma”, asegura otra doctora, María Justicia, delegada de Amyts
Los dos sanitarios comparten también una queja: no saben nada de los rastreadores, pero a sus centros de salud tampoco han llegado los refuerzos prometidos por el Gobierno regional para Atención Primaria ahora que, además, los médicos empiezan a irse de vacaciones. Alertan de que, si los casos suben de golpe, no tendrían “capacidad para manejarlos con los efectivos actuales”, como pasó en lo más duro de la pandemia. El consejero ha insistido este lunes en que se han ejecutado 737 contrataciones en distintas categorías dentro de los centros de salud. “Es como ponernos a correr una carrera de velocidad después de una maratón. Hay compañeros encargándose de los pacientes de dos o tres colegas que están de libranza”, resume Puerta. “La situación es crítica”, zanja Justicia.
Casos leves en los hospitales
La falta de personal está generando un tapón en las citas de los centros de salud. Y en los hospitales empiezan a notar que acuden a urgencias personas con síntomas leves que no pueden acceder a una cita rápidamente y tienen prisa porque se van a ir, en algunos casos, de vacaciones. “La mayoría que nos llegan son leves, unos 30 al día en las últimas semanas, sin aumentos. Son menores de 50 años, gente joven, que vienen porque dicen que no tienen cita en su centro de salud. Aquí hacemos PCR, analítica y placa de tórax y si no hay problemas, los mandamos a casa aislados. Después debería empezar el trabajo de los rastreadores, pero el siguiente escalón no lo controlamos”, explica una enfermera de urgencias del hospital La Paz, que asegura que no ha tenido la percepción de una subida de casos. En Madrid la media de días que pasan entre que se inician síntomas y se hace la prueba diagnóstica llega a seis, por encima de comunidades como Canarias, Navarra, Galicia o Euskadi, que lo resuelven en cuatro.
Otra médica del hospital de Alcalá de Henares percibe lo mismo: no hay más contagios, los que quedan son, sobre todo, los que aún estaban en la UCI. Los encamados en urgencias de La Paz no llegan a diez, según la sanitaria, y son personas de edad. En lo peor de la epidemia, todos los boxes de urgencias y otras salas (bibliotecas, gimnasios) estaban repletas de infectados en cama. Algunos en sillones porque no había camas para todos. Madrid juega con otra baza a su favor, respecto a otros territorios: ha tenido mayor incidencia del virus y tiene un mayor porcentaje de población inmunizada (se desconoce cuánto y por cuánto tiempo).
La lección que han dejado los puntos negros de Lleida, L'Hospitalet y Catalunya, dice el epidemiólogo Rodríguez Artalejo, es que “la situación se puede desmadrar en 15 días”. Pese a los datos oficiales de Madrid, el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz-Escudero, ha anunciado en su entrevista con Europa Press las 18 incorporaciones inmediatas. “Igual le están viendo las orejas al lobo de alguna manera”, interpreta el experto. De momento, la región solo ha notificado cuatro rebrotes: dos en centros de trabajo y otros dos en cenas familiares.
El último, comunicado el 18 de julio, tiene asociados 61 contactos en otras comunidades autónomas. Hay que tener en cuenta que no se notifican al Ministerio de Sanidad los contagios que se producen dentro del domicilio, que son la mayoría, argumenta la Consejería de Sanidad para explicar el escaso número de rebrotes en relación con los contagios notificados. El más reciente análisis del Instituto de Salud Carlos III dice que uno de cada cuatro contagiados en España –desde el 10 de mayo– se infectó en su casa, aunque este porcentaje ha podido variar con la emergencia de brotes en locales de ocio nocturno. La pregunta que se hacen los expertos es cómo se contagiaron esos casos. Madrid no es capaz de trazar una línea de puntos hasta el contagiador en el 26,1% de los casos, una proporción que es pequeña en relación con el 70% en Catalunya, por ejemplo. La tarea de rastrear se ve muy dificultada, además, por el hecho de que más de la mitad de los contagiados en todo el país son asintomáticos, según el informe del ISCIII realizado sobre los 23.000 casos diagnosticados desde que, en mayo, cambió el sistema de notificación coincidiendo con el inicio de la desescalada.
“Lo que no se busca, no se puede encontrar”, dice en tono irónico el diputado socialista José Manuel Freire para alertar de la escasez de rastreadores en la Comunidad de Madrid. “Confían en la providencia y de momento es piadosa, pero no sabemos cuánto puede durar”, apunta Freire, que también es médico. Más Madrid también ha criticado en las últimas semanas la distribución de los recursos en la región, que va a dedicar 50 millones de euros a construir un hospital de pandemias. La Consejería de Sanidad argumentó en una reunión interna que había problemas para contratar personal de enfermería para el seguimiento de casos, pese a que el gasto estaba consignado en Hacienda.
Las próximas semanas serán claves para ver la evolución de las curvas de contagios y hospitalizaciones en la nueva normalidad madrileña. La primera está en ascenso, según los datos semanales, y la segunda servirá para certificar si es cierto que hay casos que el radar del sistema no está detectando.