“Seguimos a oscuras” grita una de las calles de la Cañada Real. Boa Mistura, el colectivo artístico reivindicativo, ha colocado guirnaldas alimentadas con energía solar en las calles de esta barriada que vive en la sombra de la capital desde hace más de un año. “Seguimos luchando/ Queremos contratos/ Luz para Cañada”, ruegan el resto de luces, a modo de pancartas que cuelgan de esos postes que ya solo dan luz en días especiales.
Con esta acción, por segundo año consecutivo, Boa Mistura quiere denunciar que en ese Madrid que los gobernantes dibujan como la locomotora de España hay 147 calles iluminadas con luces navideñas en el centro que visitan los turistas y clientes de tiendas, mientras a 14 kilómetros de la Puerta del Sol, hay personas que vuelven a pasar otro invierno sin suministro eléctrico en un paraje mucho menos fotogénico. El que no sale en las guías y rara vez emerge ya en los periódicos, pese a llevar un mes en penumbra
Los vecinos interpelan a las administraciones sin éxito. Recibieron alguna buena noticia, tampoco tantas, del anterior Gobierno municipal, que intentó atender a algunas de sus necesidades. Ahora todos esos lazos con las instituciones están rotos. Sienten que les quieren echar de sus casas y cada día que pasa desconfían más de la gente que llega de fuera. Ni siquiera hubo muchos que se acercaran al encendido de Boa Mistura y los que se cruzaron con el espectáculo pasaron de largo. Y eso que la noche no era especialmente fría, al menos no a las que ellos se han acostumbrado, temporal de Filomena incluido. Aún así han preferido quedarse en casa y solo algunos niños se han acercado a curiosear.
Houda Akarikez, presidenta de la Asociación Tabadol, que defiende los derechos de esa barriada, explica que las guirnaldas son un intento “de volver a poner el foco en la Cañada Real” y en la violación de los derechos humanos que se está realizando al no permitir que el suministro energético llegue a estas casas. En la mente de todos, la Comunidad de Madrid y su gobierno, que lleva un año haciendo como que no pasa nada por tener a miles de personas sin electricidad.
El apagón que sufre la Cañada Real desde el 2 de octubre de 2020 afecta a más de 4.000 personas, casi la mitad niños. Sin embargo, no hay ninguna administración que tome medidas o que vaya a hacerlo. “España tiene al tercer mundo a 20 minutos de la puerta de la presidenta de la Comunidad de Madrid, que además, nunca ha pisado la Cañada”, denuncia Akarikez. “Es vergonzoso que no se acerque a un barrio que está sufriendo el mayor atentado a los derechos humanos en Europa”.
Desde el Gobierno de la Comunidad de Madrid explican que no devuelven la luz porque hay grandes plantaciones de droga y no pueden permitir su producción. Sin embargo, la Asociación Tabadol señala otras motivaciones: “Hay intereses urbanísticos bastante claros. Desde nuestras viviendas se ve perfectamente cómo se acercan las construcciones de Los Berrocales y cómo está creciendo el PAU de Vallecas”.
Otra de las razones que alega la Administración son las dificultades técnicas para devolver la luz sin que llegue a las plantaciones de marihuana. Sin embargo, durante el Gobierno de Manuela Carmena se llevaba a cabo un protocolo de actuación, cada vez que se detectaba una de estas plantaciones, se cortaba el suministro y se enviaba a la policía. Al tiempo, volvía a establecerse la corriente de energía conforme explica Alicia Torija López, diputada de Más Madrid la Asamblea, que ha estado presente en el encendido de luces.
Akarikez acusa a las instituciones de querer echarles de sus casas para continúan con la expansión urbanística de la capital. Aún así, Akarikez asegura que tiene “esperanza en que la luz vuelva. Confiamos en nuestra lucha. Es pacifica y sensata. Solo estamos pidiendo un derecho fundamental”.