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PP y Ciudadanos exhiben su poder institucional con el desalojo de La Ingobernable tras el acuerdo entre Sánchez e Iglesias

El Ayuntamiento de Madrid tenía autorización judicial para que la policía desalojara La Ingobernable desde el 7 de octubre. Pero el Consistorio ha esperado hasta este miércoles para ejecutarla, tres días después de las elecciones del 10N y con la tinta del acuerdo de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para un Gobierno de coalición aún caliente. Apenas 24 horas después de la firma del pacto y PP y Ciudadanos han utilizado el fin de La Ingobernable para exhibir su poder institucional en Madrid frente a la alianza progresista.

Ambos partidos se han felicitado de la decisión con una ristra de mensajes en redes sociales y declaraciones públicas. “Lo hemos conseguido. Tolerancia cero con los caras”, ha clamado el alcalde de la ciudad, José Luis Martínez-Almeida, unas horas después del desalojo tras dos años y medio de actividad en el edificio del Paseo del Prado, 30. En medio del hundimiento de su partido, Inés Arrimadas ha dado la enhorabuena por Twitter a la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís por la “determinación”. “Madrid no puede ser un paraíso para okupas”, ha escrito.

La Justicia autorizó el pasado 7 de octubre el desalojo aunque en el auto, al que ha tenido acceso eldiario.es, no se impone una fecha para ejecutarlo. Fuentes municipales aseguran que la decisión sobre el momento corresponde “únicamente al operativo policial” y no al Ayuntamiento de Madrid.

Los portavoces de este colectivo confirman que recibieron la notificación, pero desconocían en qué fecha se iba a producir. Esta mañana, después de que más de un centenar de agentes de la Policía Municipal de Madrid desalojasen el edificio a las 3.20 de la madrugada, varias decenas de usuarios y de vecinos se han acercado a los exteriores del edificio.

La operación se ha producido “por la fuerza, sin diálogo y sin previo aviso”, denuncia el colectivo social, que hasta ayer por la noche siguió con normalidad haciendo actividades en el barrio. Más de doce horas después, el colectivo que dinamiza este espacio ha convocado a sus seguidores.

Entre los asistentes que se acercaron el miércoles por la mañana, algunos lamentaban que el desalojo se produjera menos de 24 horas después de que se llegase a un preacuerdo entre PSOE y Unidas Podemos para alcanzar un Gobierno de coalición. Algunos miembros del partido de Pablo Iglesias, como la portavoz en la Asamblea de Madrid, Isa Serra, y la diputada de la formación en el Congreso de los Diputados, Victoria Rosell, se acercaron en agosto al primer intento de desalojo que se produjo durante el Gobierno del PP y Ciudadanos.

“Esto es una venganza del trifachito por el acuerdo que hubo ayer. ¿Por qué no lo hicieron la semana pasada? Es una demostración de poder, quizá lo que más le molesta es que hay gente que piensa y actúa por sí misma”, contaba Celia, vecina del barrio y habitual del centro. Ana Sierra, que ya formaba parte de lo que fue Patio Maravillas y después de La Ingobernable, considera que el colectivo supone “una amenaza para su modelo de ciudad”. “Que estos espacios existan, sean autónomos y no estén mercantilizados choca con ese modelo, pero vamos a seguir existiendo. Esto no se puede deshacer porque nos hayan echado”, asegura.

Por su parte, desde la asamblea promotora no llegan a ninguna conclusión sobre esta vinculación de hechos. “Esa reflexión no nos compete. En todo caso es el alcalde de Madrid el que tiene que explicar si esto es una reacción al acuerdo de PSOE y Unidas Podemos”, apunta Serlinda Vigara, una de las portavoces de La Ingobernable.

Desde el centro social desalojado han emitido un comunicado en el que destacan que tras esta decisión tienen “mucha rabia”, “porque ese Madrid triste de los clasistas, machistas y racistas parece hoy más realidad que ayer”, han asegurado. Este centro, situado en pleno centro de Madrid, en una esquina de Paseo del Prado, muy cerca de la estación de Atocha, y con varios millares de metros cuadrados, – según han estimado sus últimos inquilinos – ha estado en la diana de las políticas de Villacís y Almeida desde que llegaron al Ayuntamiento.

“Ya lo tienen para especular otra vez”, comentaban dos jóvenes que se han acercado a ver cómo evolucionaba el desalojo. Algunas de las personas que se han desplazado hasta los alrededores explicaban que más allá de epicentro de movimientos sociales, también aportaba una gran oferta de actividades lúdicas.

El miércoles por la tarde han concentrado frente al edificio a varios centenares de personas en apoyo a este centro. El acceso al edificio continuaba bloqueado, supervisado por agentes de la Policía Municipal y protegido con decenas de vallas. Entre cánticos contra el alcalde y la Policía ha comenzado esta manifestación. “Somos nosotras La Ingobernable”, han coreado los asistentes, antes de que una portavoz leyese un comunicado emitido por el centro, en el que también critican la actuación del Gobierno de Manuela Carmena.

Entre los asistentes, gente de edades diversas, uno de ellos, Ovidio. “A la derecha no le gusta que la gente se organice, todo lo que suene a organización autónoma no controlada por el poder les desagrada. No es un relato de derecha e izquierda, porque también hay gente de izquierdas a las que le molesta, consisten en que gente de abajo se organice”, reseñaba este asistente, que pertenece al colectivo Yayoflautas. Pasadas las 21:30 horas, los manifestantes han cortado de manera pacífica la Gran Vía, siempre vigilados por el helicóptero de la Policía Nacional.

Cuatro años antes de que varios colectivos sociales se estableciesen en este edificio, el Gobierno de Ana Botella había cedido a la Fundación Ambasz el espacio para construir un museo de arte y arquitectura. Como informó esta redacción, era de sobra conocida la amistad entre el arquitecto argentino Emilio Ambasz con el expresidente del Gobierno José María Aznar, esposo de Botella.

Diferencias con el Gobierno de Carmena

A pesar de que habían pasado cuatro años, en el momento en el que nació La Ingobernable ese proyecto no había echado a andar. Los términos de ese acuerdo establecían una donación por 75 años y una inversión por parte de los promotores del espacio de 10 millones de euros. A partir de ahí, Carmena tuvo que hacer frente a la presión de los portavoces del centro para que rescindiese el contrato firmado con la Fundación y garantizase su permanencia en el espacio.

Finalmente, en octubre del año pasado el Ayuntamiento, todavía bajo el mandato de Carmena, aprobó la recuperación de ese espacio a cambio de una indemnización a la Fundación Ambasz por 1,4 millones de euros. De esta forma extinguieron de mutuo acuerdo de la concesión firmada en 2013. En un grupo parlamentario, como el de Ahora Madrid, en el que varios de sus concejales habían participado activamente en espacios ocupados, como el Patio Maravillas, la actuación del Consistorio fue seguida muy de cerca por sus bases y por colectivos sociales.

A mitad de su mandato esta formación asumió de forma dispar la reconversión en apartamentos turísticos del edificio en el que se encontraba el Patio Maravillas, desalojado dos años antes de esa sede, en 14 apartamentos. Los ediles Guillermo Zapata, Montserrat Galcerán, Rommy Arce y Pablo Carmona no estuvieron presente en la votación y Carlos Sánchez Mato votó a favor pero al emitir esa decisión se tapó la nariz para manifestar su desaprobación ante esta medida.

Los portavoces de la asamblea del centro recriminaron al equipo de Ahora Madrid que llegaron a plantearles una propuesta para no verse abocados a este desalojo, esta comunicación consistía en una cesión al colectivo durante cuatro años. Este miércoles, tras el desalojo, uno de los concejales del Gobierno de Manuel Carmena, José Manuel Calvo, aseguraba en Twitter que en su etapa les ofrecieron “un acuerdo para la utilización del edificio dentro del protocolo de cesión de espacios municipales”. “No queríamos convertirnos en un centro cultural y solo disponer de un tercio del edificio. Fue un proceso nada claro y la oferta no garantizaba la continuidad del proyecto”, justifica Ana Sierra.

Una vez que se ha constatado el desalojo, los manifestantes insistían en un cántico: “Un desalojo, otra ocupación”. Los portavoces del colectivo se desmarcan por ahora de esta intención, aseguran que todavía no han llegado a ninguna conclusión. “No lo hemos decidido, todo es posible”, contesta uno de ellos sobre el futuro del espacio.