Para unos ha vuelto a ser la oportunidad de practicar un deporte en el medio natural en su propia ciudad. Otros lo consideran un modo de impedir que la naturaleza siga su curso. En medio está el río Manzanares a su paso por Madrid que, tras los trabajos de renaturalización emprendidos por el Ayuntamiento, ha visto cómo sus aguas se poblaban en los últimos meses de diferentes aves acuáticas y especies de peces empezaban a criar.
La polémica ha llegado cuando la Escuela Municipal de Remo, tras dos años entrenando en un gimnasio, ha regresado esta semana al río después de que finalizaran las obras de reparación de la presa 9 –cerca de Matadero– y se iniciara así el embalsado de un tramo de 1,5 kilómetros. De esta manera, un deporte que tradicionalmente ha ido de la mano de la conservación del medio ambiente ahora se enfrenta a las críticas vecinales y de ecologistas que reclaman al Ayuntamiento que dirige Manuela Carmena que dé marcha atrás en su decisión.
Los colectivos piden que se vuelva a abrir la presa para permitir que la corriente fluya libremente, lo que en la práctica, por la poca profundidad de las aguas, impediría la navegación de las embarcaciones. Afirman que de lo contrario se frenará el crecimiento de la flora y fauna que había regresado al río tras su regeneración.
Decisión consensuada
Desde el Área de Medio Ambiente del Ayuntamiento explican que la decisión de cerrar la presa 9 se realizó con acuerdo de todos los grupos municipales en octubre de 2016 y con el “consenso” de Ecologistas en Acción, entidad con la que ha colaborado el Ayuntamiento para llevar a cabo la renaturalización del río. Entonces, se planteó la necesidad de la construcción de una escala de peces – estructuras que facilitan la circulación de los animales cuando hay obstáculos transversales en el río- y desde la entidad ambientalista señalaron que la práctica del remo era compatible. Al ver los resultados de la regeneración fluvial la opinión del colectivo ecologista es distinta.
“Nosotros siempre dijimos que lo mejor era que un río corriera libremente y al ver la manera en que la vida ha llenado al Manzanares no creemos que embalsar un tramo sea ahora lo más acertado”, señala Santiago Martín, coordinador por parte de Ecologistas en Acción del proyecto de regeneración. Subraya que si bien pensaron en un principio que el remo “podía” ser compatible también afirma que existen estudios que indican que “parece” que las escalas de peces no funcionan “tan bien” con los ciprínidos –familia a la que pertenecen los barbos, especie mayoritaria en el río madrileño–. “Lo comprobaremos cuando se ponga en marcha”, dice. Señala que en el resto de tramos del espacio fluvial todas las especies van a seguir viviendo pero opina que deberían buscarse lugares alternativos para el remo para impedir “la conectividad ambiental”.
Sin alternativas viables en la ciudad para el remo
El problema es que en Madrid capital no existen espacios fluviales para la práctica de remo en condiciones óptimas, como subraya el director general de Deportes del Consistorio, Javier Odriozola. “Su práctica es muy compleja, en la ciudad estamos muy carentes de espacios para su desarrollo y el río es el mejor lugar en tanto que es un deporte ejemplar, limpio que no genera ruido porque no usa motor”, explica el responsable. “Es además un deporte olímpico, que, antes del cierre a su práctica en el río por las obras de la presa, la Escuela Municipal estaba generando afición y sería una gran pérdida para el deporte que desapareciera del Manzanares”, dice.
Las embarcaciones de remo varían entre los 8 y 19 metros de largo en función del número de remeros y tienen un ancho con las palas desplegadas de casi seis metros. Su desplazamiento es en línea recta –a excepción de algunas que permiten al timonel hacer giros– por lo que su práctica requiere unas distancias mínimas que no presenten curvas.
En la capital, existen solo dos espacios, con escasa longitud, donde se puede practicar el deporte. Uno es el estanque del parque del Retiro, donde la distancia más larga es de 250 metros. Es un lugar que sobre todo se emplea para iniciarse en este deporte y para ocio, como explica Ana Díaz, integrante de la Junta Directiva de la Federación Madrileña de Remo. “Para competir y entrenarse se necesitan distancias más largas, ya que las competiciones van de los 500 metros de los alevines a los 1.000 y 2.000 de las categorías superiores”, indica.
El otro espacio es el lago de la Casa de Campo, cerrado por obras desde hace un año, y donde los remeros deben compartir espacio con los piragüistas, y respetar en ambos lugares las restricciones horarias municipales para permitir el uso de las barcas recreativas. “El río nos proporciona una distancia de 1.200 metros, que aunque tampoco es mucho nos da la lámina de agua más larga”, señala Díaz.
Un tercer emplazaimento es el parque Rey Juan Carlos, pero al ser un trazado en curva solo es apto para piraguas. Fuera de la ciudad, las alternativas más cercanas son los pantanos donde se permite la navegación, como el embalse de Pedrezuela, situado a 55 kilómetros, y no en todos existen naves acondicionadas poder guardar las embarcaciones.
Una Escuela Municipal de Remo
De ahí que hace casi seis años se creara la Escuela Municipal de Remo, situada en Madrid Río, a petición de la Federación para la práctica y el fomento del deporte. El Ayuntamiento construyó entonces unas instalaciones donde poder guardar las barcas y practicar en seco –fuera del agua– la actividad. Gestionado por la propia federación, a través de la firma de convenios que se van renovando cada dos años, el espacio funciona como cualquier otra instalación deportiva municipal –en la ciudad existen más de 150 convenios de este tipo– administrada por clubes deportivos, federaciones y asociaciones.
Hasta la rotura de la presa 9, en 2016, por la escuela habían pasado más de 3.000 estudiantes de centros educativos madrileños, además del más de centenar de deportistas que entrenaban en el agua a diario para la competición. “Su funcionamiento estaba a pleno rendimiento y estábamos muy orgullosos de la función social de integración y enseñanza de un deporte ejemplar a menores del sur de la ciudad”, afirma el director General de Deportes. Los dos años que la escuela ha tenido que seguir su actividad fuera del agua por las obras de reparación de la compuerta, con entrenamientos y cursos en máquinas en espacios interiores, ha “desincentivado mucho” la participación, señala Díaz.
La remera madrileña subraya que en la ciudad siempre ha habido una tradición deportiva de esta actividad, con cuatro campeones del mundo, que aún siguen entrenando, apunta, y que siempre ha sido muy respetuosa con el medio ambiente. “Es un práctica perfectamente compatible con la naturaleza, que además ha ido integrando a cada vez más mujeres hasta que ahora son más niñas que niños quienes lo practican en Madrid”, indica. Se muestra preocupada por algunos mensajes amenazantes que han recibido en las redes sociales y pesimista por el futuro de la escuela ante la oposición generada entre vecinos y ecologistas. “Al final es la pescadilla que se muerde la cola, si no podemos navegar en la ciudad, no habrá nuevos deportistas y los que hay lo acabarán dejando”, señala.
Concentración vecinal y ambientalista
Desde hace una semana, asociaciones vecinales y ecologistas recogen firmas para la reapertura de la presa. Este viernes convocaron una concentración junto con Ecologistas en Acción en el puente de la Princesa, bajo el que navegan las embarcaciones, para protestar por el cierre de la compuerta con el lema Es un río, no un canal. Acudieron más de un centenar de personas. Las cuatro entidades vecinales que se posicionan en contra la práctica del remo en el Manzanares, de los distritos aledaños de Arganzuela, Carabanchel y Usera, afirman en una nota de prensa que “lo que no se puede es sacrificar el patrimonio natural, la biodiversidad y el bien social que representa la renaturalización del río Manzanares para la práctica de un deporte. Debe priorizarse el interés general y buscar alternativas al interés particular”.
Desde la Dirección General de Deportes del Ayuntamiento apoyan que este deporte pueda permanecer en el río a su paso por la ciudad. “Creemos que tiene un efecto muy beneficioso en los barrios de la zona”, afirma Odriozola, quien pregunta a los que dicen que es un deporte minoritario: “¿Cuál no lo es aparte del fútbol?”.
Ante la oposición generada al cierre de la presa, el Área de Medio Ambiente, que dirige Inés Sabanés, va a mantener una serie de reuniones con las partes implicadas a lo largo de este mes “para evaluar y reconsiderar el embalsado del tramo de la presa 9”. Fuentes del departamento subrayan que “dado el éxito que ha tenido la renaturalización, con gran apoyo de la ciudadanía y colectivos ecologistas y sociales, se hace necesario evaluar la situación actual, buscar alternativas y reconsiderar la decisión con el fin de buscar el interés general”.