Un proyecto de los años ochenta arrasa con la flora y fauna de Torrelodones
Los vecinos de Torrelodones, en la sierra noroeste de Madrid, están en pie de guerra. La esperada destrucción de la flora y fauna de Las Marías, una zona ya urbanizada que acoge “un paraje natural único”, indican desde la asociación TorreVerde, llegó en febrero de 2023 con el plan para construir 280 viviendas. A pesar de las manifestaciones y movilizaciones que ha habido, la última el 15 de diciembre del pasado año, los torresanos saben que es una batalla perdida. Aun así denuncian la actitud de los diferentes gobiernos en torno a la finca. “Que esto sea legal no quiere decir que sea ético. Cazar ballenas también lo fue en su momento, pero la sociedad avanza. Lo mismo debería pasar con Las Marías”, señala Javier Romeu, vecino de la localidad y expresidente de la asociación que se formó con el objetivo de proteger esta zona de naturaleza.
La alcaldesa de Torrelodones, Almudena Negro, aseguró en una conversación telefónica con este diario que la máxima del Ayuntamiento es “que se cumpla estrictamente la legalidad” y afirma que no va a haber “ladrillazo” en este pueblo de la sierra madrileña.
La historia de Las Marías comenzó después de la Guerra Civil, cuando la familia Saorín adquirió las 120 hectáreas de las que se componía esta zona. Hicieron todos los trámites necesarios para convertir este suelo en urbanizable y durante los ochenta y los noventa, se fueron cambiando algunas de las claves para adaptarlo a los tiempos. Sin embargo, actualmente, denuncian desde TorreVerde, ese proyecto no es “lógico” ni se podría aceptar en pleno siglo XXI.
El Plan Especial para Las Marías salió adelante de forma definitiva en noviembre de 2021, tras experimentar múltiples modificaciones. Ahora, de las 120 hectáreas solo quedan 50, que es sobre lo que se está actuando. Además, y aunque el resto está calificado como zona verde, el PSOE del municipio ha presentado una alegación al Plan General de Ordenación Urban (PGOU) de Torrelodones para garantizar su protección ambiental, explica por correo el secretario general del partido en la localidad, Víctor Ibáñez.
Daniel Bezares vive en la urbanización afectada por estas obras. Confirma que el ruido es constante y apunta a que la situación va a ser así durante un largo tiempo, ya que no se trata de un proyecto que se pueda acabar en seis meses. Sin embargo, afirma que no le preocuparía tanto si se tratase de “una iniciativa sensata”. Él siempre fue de los de la ciudad, vivió en Plaza de Castilla durante mucho tiempo, luego en la calle de Atocha, pero con los años comenzó a valorar el espacio y la naturaleza. Él y su mujer, Lourdes Ferrer, se mudaron junto a sus dos hijas a Collado Villalba, a escasos 15 minutos en coche de Torrelodones por la A-6, donde vivieron durante una década; pero con el tiempo primaron la cercanía a la ciudad. “Como trabajes en la capital, o cuando las niñas vayan a la Universidad, que puedan hacerlo de forma autónoma en transporte público así que era una alternativa perfecta, pero estamos muy disgustados con lo que está pasando”, admite por teléfono.
Para Bezares y su familia lo interesante que brinda Torrelodones es la naturaleza, la posibilidad de ir en bicicleta a todos lados [dentro del municipio], sacar a la perra que tienen, que disfruta mucho del espacio. “Es nuestro parque de atracciones. Tiene el mismo ecosistema que El Pardo. Esto es algo privilegiado y se lo van a cargar”, se lamenta.
La conservación del espacio es algo que no preocupa de la misma manera a todos los vecinos, apunta Bezares. Es consciente de que hay quienes no tienen un vínculo con el campo, pero sí que ven que, a largo plazo, la situación de la localidad va a cambiar. Daniel Imízcoz, es vecino de “los de toda la vida”, fue al instituto público Diego Velázquez hace ya 25 años y conoce bien el pueblo. Para él, la construcción es algo que “siempre se ha hecho”, pero le parece “indignante” que se intente meter a más de 1.000 personas en un espacio que está a punto de llegar a su capacidad máxima de habitantes, comenta también por teléfono.
Las infraestructuras que ofrece este municipio, que se sitúa a 20 minutos de la capital, son escasas. Hay un único instituto público, un solo centro de salud, un teatro y una biblioteca pública así como una casa de la cultura y una escuela municipal idiomas para los casi 25.000 habitantes, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). “Al final cuanta más gente apiñada en un lugar, más compleja se vuelve la convivencia y, de ser así, Torre perdería todo su atractivo”, asegura Imízcoz.
Una batalla perdida
El problema que enfrentan los vecinos de la localidad es la legalidad de las obras. Inés Varas, de TorreVerde, afirma que, después de muchos meses e intentos, el 2 de enero se reunieron con el actual Ayuntamiento (PP y Vox) para comenzar los procesos de escucha. “Son muy reticentes a cambios grandes en el proyecto, pero sí a cosas más pequeñas que esperamos tengan un impacto positivo en la localidad”, afirma por teléfono y añade que ahora mismo la prioridad es que el proyecto no sea “uno obsoleto de los años ochenta”, sino que vaya más acorde a los tiempos y necesidades actuales.
Los diferentes gobiernos que han pasado por Torrelodones también ha supuesto que el tema tome mayor o menor importancia en la agenda. Hasta el 17 de junio gobernó Vecinos por Torrelodones (VxT) uno de los grupos que nacieron en diferentes pueblos de España que, a pesar de las distintas inclinaciones políticas de sus integrantes, se unieron para luchar por sus municipios. A lo largo de este tiempo y de acuerdo con el PSOE, durante las dos primeras legislaturas de VXT, del 2011 al 2019, tuvieron “que presionar mucho para que se sentasen a negociar una salida para Las Marías”.
Anterior a ello, recuerda Ibáñez, hace 10 años, lograron forzar “un proceso negociador entre el Ayuntamiento y los propietarios de los terrenos para reducir al máximo la superficie afectada por las obras de urbanización”. Sin embargo, “con el último Gobierno, que tenía mayoría absoluta, el diálogo ha sido entre poco y ninguno y optaron por una política de hechos consumados”, apunta.
Por su parte, Alfredo García, exalcalde de la localidad, niega las acusaciones. “Nosotros hemos trabajado mucho y hemos sido muy estrictos en cuanto a las obras en Las Marías, pero el Ayuntamiento no podía ni puede parar unas obras que son completamente legales”, afirma. Y cuenta que poco antes de las elecciones del 28 de mayo de 2023 se reunieron con la asociación TorreVerde para ver qué puntos sí se podían reclamar a la constructora. “Que se iba a construir en Las Marías es algo que ya sabía la gente de la zona. El proyecto es algo que se aprobó en 2003 con el gobierno del PP”, zanja el exalcalde.
Por su parte, el Ayuntamiento afirma que “el suelo es urbano desde el año 1976”. Además, asegura que la Concejalía de Urbanismo, que dirige Antonio Iraizoz, ha desarrollado un programa de vigilancia ambiental que se ha incorporado al protocolo de las obras de urbanización. Igualmente, la alcaldesa revela que la semana pasada se firmó una sanción a la empresa constructora por el tema del arbolado y vuelve a subrayar que el interés del Consistorio es que “se cumpla estrictamente la ley”.
Daniel Imízcoz, vecino de Torrelodones, achaca la decisión de construir a una cuestión de “puro marketing”. Desde su punto de vista la pandemia lo cambió todo y ahora la gente de la ciudad es más propensa a buscarse la vida lejos de la capital por lo que ahora “todo el mundo está buscando hacer negocio”, pero advierte que están vendiendo “humo”. Bezares también lo ve así. “En los carteles de las promotoras te aseguran que vas a vivir en un entorno natural, cerca de la sierra de Guadarrama, pero realmente lo que esa gente va a recibir cuando esto esté acabado es poco verde y mucho cemento”, apunta. La situación se ha vuelto tan tensa y difícil que vecinos como Imízcoz están pensando en mudarse a una zona que tenga blindada la protección del patrimonio natural, como puede ser Manzanares del Real.
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