Un geriátrico de Madrid está desviando vacunas del plan establecido por el Gobierno regional para proporcionárselas a familiares de sus trabajadores que, según el orden de prioridades establecido por las autoridades sanitarias, no tienen derecho en esta fase. Ha sucedido desde primera hora de este martes en la residencia de mayores Casablanca Valdesur, ubicada en un polígono industrial en la carretera que une Pinto y Valdemoro, uno de los primeros centros a los que la Comunidad de Madrid ha mandado dosis de la vacuna contra la COVID-19.
Se trata de un geriátrico concertado con el Gobierno regional de Isabel Díaz Ayuso y gestionado por el grupo empresarial Casablanca. Allí, desde primera hora se le han proporcionado dosis de la vacuna a parientes y allegados de la plantilla que trabaja en la residencia, según ha podido comprobar elDiario.es, testigo directo de estas prácticas, y han corroborado varios testigos. La actuación vulnera lo pautado para la primera fase de vacunación, que únicamente permite inmunizar a los residentes y profesionales sociosanitarios, tal y como ha establecido el gobierno madrileño y el resto de ejecutivos autonómicos.
Las dosis de la vacuna llegaron este martes con unos minutos de retraso a este centro ubicado en Valdemoro, un municipio del área metropolitana a 25 kilómetros de la capital. Los elegidos para recibir esas primeras dosis estaban citados a las nueve de la mañana y la mayor parte se presentaron antes de la hora pautada. Algunos se bajaron del coche y entraron al centro en grupo, entre ellos una señora acompañada de dos ancianos. Otros se quedaron en sus vehículos, con el motor y la calefacción en marcha para combatir la gélida mañana, hasta que la furgoneta de una empresa de distribución introdujo las cajas que contenían la vacuna. “Tengo a todos los feligreses dentro, ¿Qué os ha pasado hoy?”, recriminó Vivian, la directora médica del grupo Casablanca, a los transportistas por llegar con quince minutos de retraso.
A pesar del comentario, el aforo no estaba completo. En sus vehículos esperaban familiares de algunos empleados que fueron colados para recibir la inyección. Es el caso del marido de una de las doctoras de la residencia entrevistadas por elDiario.es a las puertas del centro. Preguntada por este medio, la empleada reconoció la irregularidad, aunque explicó que se había vacunado a su pareja como “una excepción”.
Antes y una vez que la furgoneta desapareció del parking, otra de las trabajadoras del grupo sociosanitario salió a avisar a otro hombre, que mataba la espera escuchando la radio fuera de su vehículo. Tras recibir una indicación, el hombre entró con la empleada a la residencia y posteriormente los dos abandonaron juntos la residencia.
Irregularidades que los trabajadores admitieron con naturalidad
El desvío de vacunas detectado sobre el terreno por esta redacción fue corroborado por otros testigos.
“Sí, sí, sí. Han ofrecido a familiares”, contestó una segunda trabajadora de la residencia a este medio cuando se le preguntó si se había ofrecido la posibilidad de vacunarse a los familiares del personal. Esta profesional admitió asimismo que ella misma había acompañado a un familiar. Tras responder a las preguntas de esta periodista abandonó el centro junto a una compañera y un tercer hombre que no identificó.
A esa hora las personas que salían del centro admitían con total naturalidad los ofrecimientos de la residencia para vacunar a familiares y allegados de la plantilla.
“A través de la jefatura médica del grupo, y siempre en contacto con la dirección, han ofrecido que los familiares se vacunasen de forma voluntaria”, admitió esta testigo.
Minutos antes, otra doctora consultada por esta redacción, que también desempeña su labor en otro centro de la empresa, aportaba la misma versión: “Lo ha gestionado la directora médica personalmente conmigo”. “Creo que es un favor que nos hacen porque los médicos [de la empresa] somos extranjeros, así podemos volver a casa”, apuntó. Ella misma contó que a primera hora de la mañana de este martes se habían suministrado 50 vacunas, la mayor parte entre el personal, pero también “unas pocas excepciones”. “Como mi marido”, admitió.
La víspera, una fuente de elDiario.es había puesto sobre aviso a esta redacción y facilitado la hora y el lugar de la cita y alertado de los perfiles a los que se iba a facilitar la vacuna en la residencia de Valdemoro. “Estábamos al corriente en la empresa de que el ofrecimiento a familiares se estaba realizando”, apuntó esta persona, vinculada a la compañía.
La empresa ha cambiado de versión
Las profesionales consultadas a primera hora admitieron dichas prácticas porque según dijeron “no hay nada que esconder”. La naturalidad con la que las trabajadoras habían asumieron el privilegio de sus familiares desapareció en cuanto asomó la directora médica del grupo empresarial y se dio cuenta de las conversaciones que las trabajadoras habían mantenido con esta periodista. La responsable sanitaria de la empresa optó entonces por negar que se estaban cometiendo irregularidades, a pesar de que las personas que habían confirmado que sus familiares –que no eran residentes ni trabajadores y que por tanto no tienen derecho en esta fase– se habían vacunado estaban en dos grupos separados a escasos metros de distancia. “No se están vacunando familiares”, alegó la responsable de la empresa.
La cara de la doctora que había admitido las irregularidades mudó de repente, mientras escuchaba a su superior y esperaba junto a sus dos hijos pequeños a que su marido terminase de recibir las dosis. Con la mascarilla puesta, la mujer se limitó a mascullar: “Es una excepción y están siendo solo dos [casos]”.
Una afirmación que trató de desmentir la directora sanitaria, alegando que los familiares que habían sido colados eran en realidad “conductores” de la empresa. Repreguntada por la excepción que acababa de reconocer una de sus profesionales ante ella, la responsable insistió: “No sé a qué se refiere. Te digo lo que estamos haciendo. Hemos concentrado hoy [a profesionales] de otros centros y poco más”. Poco más de 24 horas después, tras la publicación de esta investigación, el grupo ha reconocido este miércoles en un comunicado que han vacunado a familiares de trabajadores.
Tras el encontronazo, la responsable médica volvió a entrar a la sala de vacunación y se dispuso a hacer alguna llamada por teléfono. Desde ese momento, cambiaron todas las versiones. Todas las personas que abandonaban el centro negaban que se hubiese colado a familiares o que hubieran existido las “excepciones” que el personal había admitido sin ningún reparo a primera hora. La mujer que había entrado con una pareja de señores mayores, volvía a marcharse junto a ellos, en compañía de una chica joven. A la salida aseguró que sus padres eran usuarios del centro de día Valdesur y ella, trabajadora en otra residencia del grupo.
La médica entrevistada por elDiario.es había explicado apenas unos minutos antes que para este martes estaba “solo” programada la vacunación de “personal” y reconocido que en ese procedimiento se incluía su pareja como “un favor” que le hacían desde el grupo y ofertado “para muy poca gente”. “He visto solo al marido de otra médica”, subrayaba.
En una conversación mantenida posteriormente con la directora médica del grupo Casablanca, la portavoz de la empresa insistió en desmentir la vacunación de familiares de trabajadores. “No puedo dar fe de lo que no he presenciado”, se limitó a decir sobre las declaraciones que habían hecho sus trabajadoras unos minutos antes. La mujer aseguró que los allegados de las personas vacunadas son en realidad trabajadores del grupo.
Tras la publicación de este artículo, la empresa cambió de versión. Este miércoles el grupo Casablanca, del que depende la residencia de Valdemoro, ha emitido un comunicado reconociendo que “han detectado algunas anomalías en la selección de las personas vacunadas de Covid19 no residentes” en ese centro de mayores.
“Se ha vacunado a varios sacerdotes que nos asisten espiritualmente en los centros del grupo, voluntarios que están en contacto con los mayores de forma habitual y algunos mayores de riesgo familiares de algunos empleados”, ha aseverado la compañía, tras negar durante horas estos hechos.
El presidente del grupo, Ignacio Fernández-Cid, que estaba al tanto de este caso cuando elDiario.es contactó con él horas después de los hechos descritos, deslegitimó las declaraciones de sus empleadas. “No sé si se han puesto nerviosas y han dicho lo primero que se le ha ocurrido”, se limitó a explicar sobre la afirmación de sus trabajadoras, “porque no se corresponde con la realidad”. El máximo responsable de la empresa alegó también que los familiares señalados “son personal del grupo”. Según explicaron fuentes de la Consejería de Sanidad, a ellos también les dieron la misma justificación: solo se había suministrado dosis “a residentes y profesionales sociosanitarios”.
La Comunidad ha abierto una investigación
El empresario Fernández-Cid está al frente de la Federación Empresarial de la Dependencia. El pasado mes de octubre compareció en la Comisión de Investigación abierta en la Asamblea de Madrid sobre la gestión en los centros de mayores durante la pandemia, en esa declaración criticó que la opinión pública “criminalizase” a los centros de mayores. Llegó a asegurar que las negligencias publicadas en los medios de comunicación son “anecdóticas”.
La Consejería de Sanidad está indagando lo sucedido, a raíz de la investigación realizada por este medio. Desde el departamento autonómico de salud aseguraron que disponen de un “registro nominal de la administración de la vacuna que se comunica a la Dirección General de Salud Pública”. Se trata de una herramienta que les permite tener “información completa de la persona vacunada” y saber “si se trata de un residente o de un trabajador”. “Si se ha cometido algún error, adoptaremos las consecuencias que correspondan”, sentenciaron desde el Gobierno madrileño.