El sistema de préstamos de libros escolares vuelve a fallar en Madrid por segundo año
El programa de libros en préstamo de la Comunidad de Madrid, denominado Accede, ha vuelto a dejar descontentos a todos los agentes implicados: los colegios viven el arranque del curso con una sobrecarga de trabajo; las librerías que no pueden participar en el acuerdo de licitación han perdido el 50% de su facturación anual y el alumnado ha empezado este curso, ya de por sí complicado, otra vez sin libros de texto.
Accede es un programa del que se benefician unos 300.000 alumnos en la Comunidad de Madrid, es decir, el 45% de los que están matriculados en las enseñanzas Primaria, Secundaria, Formación Profesional y Educación Especial de la educación pública y privada concertada. Este año se han adherido ya todos los centros públicos y el 50% de los concertados.
Las primeras líneas del reglamento de Accede recogen que el espíritu de este plan está enraizado en la gratuidad de la educación, una condición que se expande de la enseñanza básica hasta los libros de texto, que hoy por hoy sigue siendo su material fundamental. Pero la Ley de Gratuidad que se desarrolló en 2017 para la Comunidad de Madrid, tomó forma de sistema de banco de libros en préstamo que, aunque es cierto que es gratis, no es exactamente lo mismo, comenzando por algo tan simple como que, si tienen que ser reutilizados, los libros de trabajo o cuadernillos que a menudo usan los escolares quedan excluidos, pues hay que escribir en ellos.
De igual manera, para que los libros de texto no sean rechazados por el sistema cuando el alumno los devuelve a final de curso, estos han tenido que ser tratados casi como incunables. Un coordinador de Accede de un centro de Madrid admite que abren “un poco” la mano con los estrictos criterios para admitir los libros porque, en verdad, no pasaría la criba ni la mitad. Es difícil que un alumno de 8 años no arrugue una página con el codo, que no manche o doble las esquinas cuando los transporta en la mochila o le pinte con un boli sin querer. Como ocurre con los libros de asignaturas en las que se usan cuadernillos, son las familias las que tienen que pagar de su bolsillo la reposición de los libros no admitidos.
El curso escolar ha empezado escalonadamente en la Comunidad de Madrid y ni tan siquiera para la incorporación de los últimos cursos han llegado a tiempo los libros de texto en la mayoría de los colegios. Por ejemplo, P. G. R., el coordinador de Accede informa de que en su colegio de Infantil y Primaria del distrito de Chamartín, diez días después de iniciado el curso aún no hay libros, ni los repartirán hasta octubre, y que “era imposible” que estuvieran a tiempo.
En agosto, mientras muchas familias disfrutaban de sus vacaciones e intentaban no darle muchas vueltas, todavía, a la idea de una inminente y complicada vuelta al cole, ese coordinador de Accede se metía todos los días a mirar la cuenta bancaria del colegio. Cada día miraba el saldo, esperando una variación. Hasta que no llegara la transferencia de la Comunidad de Madrid con el dinero para la compra de los libros de 5º y 6º, no podía mover un dedo. La Consejería de Educación le dijo a los colegios que podrían comprar los libros a partir del 20 de julio, un plazo razonable.
Pero había una letra pequeña que advertía que no se efectuara la compra hasta que no llegara el dinero a la cuenta del colegio. “La única posibilidad de empezar el curso con libros es que me la hubiera jugado. Podría haberlos encargado sin tener el dinero pero si hubiera habido un error económico por mi parte o que el presupuesto de la Consejería no se correspondiera con el mío, el colegio tendría que hacerse cargo de la diferencia. Por tanto, lógicamente, no me la iba a jugar”, explica este coordinador. Al fin, tras pasar el verano consultando la app del banco como quien mira al cielo para ver si llueve, el 23 de agosto apareció la transferencia y ese mismo día inició el procedimiento en la plataforma, pidiendo presupuestos a las librerías incluidas en el Acuerdo Marco, valorándolas y adjudicando a una de ellas, la que ganaba por puntos. Un procedimiento que requiere de una semana.
A quien no le quedó más remedio que jugársela fue a la coordinadora Accede de un centro de Torrejón de Ardoz. Pero la Consejería de Educación le mandó unos tres mil euros menos de lo que ella había previsto. “No tienen en cuenta el precio real de los libros ni tampoco las posibles variaciones en el número de niños adheridos”, explica I. P. E. Los coordinadores consultados intuyen que uno de los problemas para que no cuadren las cuentas es que la Comunidad utilizó precios de libros del año 2017 que no ha actualizado. Si los precios que manejan no se corresponden con los que marcan las editoriales hoy, queda en el tejado de las librerías poder asumir ese desfase en forma de descuentos.
Para el coordinador Accede del colegio de Chamartín, la principal flaqueza es la falta de formación para la gestión del sistema, que la Consejería ha solventado con unos tutoriales. Para la coordinadora del colegio de Torrejón, no solo las instrucciones están poco claras, sino que, además, contactar con la Consejería para que resuelva las dudas es difícil: “La Administración se libra de este problema y nos lo pasa a los profesores, por un extra mínimo en el suelo”. Al final, el mejor lugar para aclarar dudas y compartir frustraciones es un grupo de Telegram que han creado espontáneamente los coordinadores y que ha ido creciendo hasta reunir a más de 350.
La falta de libros de texto en el arranque del curso no es el problema principal en este contexto pero sí fomenta la desigualdad entre los que sí tienen libros, porque los compran, y los que no. “Mientras que todos los niños no tengan los libros, nosotros vamos a dar contenidos, sí, pero libros, no. No vamos a provocar esa desigualdad”, admite P. G. R. Los libros de su centro no se repartirán hasta octubre pues, aunque ya han llegado al colegio, todavía hay que forrarlos e introducir cada unidad en el sistema informático, así que la pregunta es: ¿cuánto de importante es tener los libros a principio de curso? “Si lo valoro del 1 al 10, para mí sería un 7”, admite. “No es tan importante porque deberíamos habituarnos a trabajar sin libros —opina la coordinadora de Torrejón— pero si el programa se presta, no puede ser que llegue octubre y no haya libros”.
Pequeñas librerías, grandes perjudicadas
A pesar de que para el mencionado coordinador, la gestión de Accede es “un marrón con todas las letras”, los centros se han echado a sus espaldas la carga de trabajo y, como siempre, han tirado para delante. Las librerías también han tenido que apretar el acelerador. “Estamos ahora intentando hacer milagros para que los niños tengan los libros”, explica Valentín García, presidente de la Asociación de Pequeñas Librerías de Madrid. “No creo que ni un 10% de los colegios hayan recibido ya los libros”, decía en una entrevista con eldiario.es que tuvo lugar el 16 de septiembre, “los colegios han empezado a pedir el 21 de agosto, cuando tendrían que haber acabado todos los pedidos el 30 de junio”, en cambio, el día que se realizó la entrevista, Valentín seguía recibiendo peticiones de presupuestos en su propia librería, Abascal, en Torrejón de Ardoz.
Si solo fuera un asunto de plazos, sería un problema menor. La preocupación principal para el sector librero es que se trata también de un tema de supervivencia. Unos tienen una carga de trabajo excesivas pero, otros, en especial los negocios pequeños, han perdido la facturación que necesitaban para no tener que echar el cierre. Las librerías y papelerías que quisieron tuvieron que haberse presentado antes de febrero de 2019 y cumplir con unos requisitos, así como aceptar unas condiciones que no solo son complejas sino también difíciles para los negocios pequeños.
Además, la Consejería ha impuesto un precio máximo por cada libro que a veces es inferior que el que paga el librero a la editorial, motivo por el que muchas se retiran. Forman parte de este Acuerdo casi 200 empresas, repartidas por lotes zonales. Las librerías pequeñas que sí han conseguido entrar lo tienen difícil para competir con las grandes, las cuales ofertan descuentos y prestan el servicio de forro de libros, ya que facilita la logística. Las pequeñas no tienen ni margen para negociar ni infraestructura para forrar, lo cual es obligatorio para los libros de Accede. por lo tanto, acaban obteniendo menos puntos y se quedan fuera de las adjudicaciones.
Según Valentín García, la venta de libros de texto supone el 50% de la facturación de las pequeñas librerías y papelerías pero “las condiciones que ha puesto la Comunidad ha dejado fuera al 90% de las librerías, se han quedado a expensas de vender cuadernillos que no entran en Accede y alguna cosa suelta. Este un sistema que expulsa a las librerías”. Esto impacta en un sector muy tocado en el que cada año se cierran el doble de las librerías que se abren. “Ya las circunstancias eran graves en la situación anterior, ahora con la covid-19 es terrible”, dice. Tan solo en Torrejón, debido a esta crisis, ya han cerrado dos librerías, a las que se unirá a finales de año Arriero, que lleva 40 años abierta.
El Gremio de Librerías de Madrid encabeza la petición de sustitución del programa de préstamo por el sistema de “cheque-libro”, como en Andalucía y la Comunidad Valenciana, con el que las familias canjearían directamente este cheque en las librerías, aunque es un sistema más caro para la administración que el de banco de libros en préstamo con renovaciones cada cuatro años. Desde que el Acuerdo Marco se anunció hace año y medio, el sector del libro ha mantenido reuniones con la Consejería de Educación para intentar derogarlo o, al menos, reformarlo. El anterior equipo de la Consejería, que fue el que creó este programa, mostró una actitud más dialogante, pero el actual ha proyectado “una actitud mucho menos abierta a escuchar razonamientos que puedan ser útiles y se limita a ejecutar el programa Accede”, según fuentes del sector.
“La gestión del modelo conducía al fracaso desde el primer momento”, dice el secretario del Gremio de Librerías de Madrid, Pablo Bonet. Explica que en febrero pidieron a la Comunidad de Madrid que cambiara la sistema y se hiciera por contratos menores, como el año anterior, para que todas las librerías y papelerías pudieran participar. Le contestaron que no, que era demasiado precipitado. A finales de mayo, viendo que no había ningún cambio, probaron otra cosa: enviaron al consejero de Educación, Enrique Ossorio, una carta firmada por cuatro importantes entidades del sector advirtiéndole de que “la probabilidad de que todos estos procesos [de Accede] se lleguen a ejecutar con cierta eficacia y solvencia es prácticamente nula” debido al “desbordamiento” de los equipos directivos a causa de la covid-19, las medidas de seguridad y cómo el Acuerdo Marco ralentiza el proceso. El sector del libro proponía que, al menos este curso, se trasladara a las familias la compra de los libros. La respuesta vino de mano de la propia presidenta de la Comunidad con un educado acuse de recibo. Fuentes de este sector califican de “negligencia” la coordinación y ejecución de Accede y señalan el “abandono” al que lo está sometiendo la Consejería.
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