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Cuando Almeida apoyaba los patinetes de alquiler en Madrid: “No comparto que la solución sea prohibir, como la izquierda”

Es imposible encontrar en el archivo municipal una foto de José Luis Martínez-Almeida subido a un patinete. El alcalde, aficionado a dejarse retratar a lomos de las bicicletas municipales, siempre ha huido de una imagen al lado de un medio de transporte controvertido en su ciudad, debido a las numerosas molestias que causan a los viandantes.

Pese a ello, hasta hoy jueves era defensor de que estos aparatos podían convivir con los madrileños. Tanto él como su equipo de Movilidad estaban convencidos de que las mejoras tecnológicas harían posible que las empresas que hacían negocio alquilándolos por las calles de Madrid solventaran los problemas. Y dejaron clara su apuesta en numerosas declaraciones públicas.

Por eso la decisión de prohibir para siempre los patinetes de alquiler en Madrid ha causado sorpresa, sobre todo porque hace poco más de un año el alcalde se manifestaba rotundamente en contra de su prohibición, a raíz del referéndum que celebró la ciudad de París, cuyo resultado vetó para siempre estos aparatos de la ciudad del Sena.

“No comparto que la solución sea prohibir, como suele hacer la izquierda”, respondió entonces el alcalde ante los periodistas, que le preguntaban si Madrid podría organizar una consulta similar a la de la socialista Anne Hidalgo.

“Creo que la cuestión no está en prohibir. Creo que la cuestión está en ordenar, y creo que la cuestión está en que hay distintos modos de movilidad por la ciudad de Madrid que deben convivir entre sí y con los peatones”, añadió Almeida en ese momento.

Los patinetes eléctricos de alquiler llegaron a Madrid con la legislatura de Manuela Carmena, dentro de una apuesta general por la movilidad impulsada sin combustibles fósiles. A la vez aterrizaron otros vehículos impulsados por cargadores, como motos o coches compartidos.

Pero la presencia de los patinetes empezó pronto a ser criticada por los madrileños, debido al mal uso generalizado por parte de sus usuarios (por entonces no estaban recogidos ni siquiera en la Ordenanza de Movilidad) y los inconvenientes de verlos aparcados en cualquier sitio. Surgió incluso una liga del apartinete que animaba a los ciudadanos a colocarlos en el espacio para aparcamiento de coches, aunque hubo algunos que los introducían directamente en los cubos de la basura.

Con la llegada a Cibeles, Almeida prometió ordenar este vehículo. Primero lo hizo imponiendo decenas de miles de multas por estacionamientos indebidos. Solo en el año 2022 las empresas con permiso municipal para operar en Madrid recibieron 94.927 multas por parte de los agentes de movilidad. Y en 2023 sacó una nueva concesión que obligaba a impedir su aparcamiento en aceras estrechas gracias a una tecnología que -ahora lo conocemos- las empresas no llegaron a desarrollar. “Vamos hacia un modelo más integrado, más ordenado y más seguro” dijo el día de la presentación el delegado de Movilidad, Borja Carabante.

En el programa electoral con el que concurrió a las últimas elecciones, Almeida prometió seguir impulsando “los nuevos modos de movilidad de forma regulada, haciendo cumplir la ordenanza de movilidad y en especial el estacionamiento de patinetes, conjugando la convivencia entre peatones y usuarios”. Hoy el alcalde ha decidido que la convivencia no es posible y cambia radicalmente su opinión con respecto a los tiempos en los que aseguraba que “la cuestión no está en prohibir”.