Almeida busca a la desesperada miles de bicis públicas perdidas después de tres semanas negando el caos en Bicimad
El pasado domingo por la noche, el servicio público de alquiler de bicis de Madrid tocó fondo. De los casi 4.000 aparatos desplegados por el Ayuntamiento tres semanas antes (2.964 antiguos y 955 nuevos) solo quedaban en el sistema 732, según un recuento detallado efectuado por Somos Madrid. Casi 3.200 bicicletas habían desaparecido y nadie sabía dónde estaban.
El dato encendió las alarmas en Cibeles: una de las apuestas del alcalde de cara a la reelección estaba haciendo aguas. Lo que había empezado con un despliegue triunfal de bicicletas nuevas, con el reclamo del uso gratis hasta el verano, se había transformado en miles de usuarios enfurecidos al no poder usarlas debido a las desapariciones y a los fallos técnicos de las pocas que estaban disponibles.
El primer día del nuevo servicio ya fue un spoiler de lo que se le venía encima al equipo de José Luis Martínez-Almeida: los errores técnicos en la aplicación y en la migración del sistema impidieron ese día a los usuarios estrenar las nuevas bicis. Después se fueron arreglando pero empezaron a surgir otros, debido a la convivencia diseñada por la Empresa Municipal de Transportes (EMT), que decidió mantener a la vez el modelo antiguo (bicicletas blancas) a la vez que desplegaba las recién llegadas (azules) mientras las segundas iban sustituyendo a las primeras. En lugar de apagar un sistema y encender el otro, se buscó la compatibilidad.
Pero las bicicletas nuevas y viejas no son compatibles, y tampoco sus estaciones, porque los enganches no son los mismos. Esto motivó que, para que pudieran usarse a la vez, se diseñara un sistema en el que los viajeros pudieran finalizar sus trayectos sin anclar a las bases, cerrando simplemente el candado trasero. La realidad es que una buena parte de sus abonados -han llegado 33.000 nuevos con la gratuidad- acababan los viajes fuera de las estaciones y en ocasiones se olvidaban de echar el cepo, lo que hacía ilocalizables las bicicletas para el resto. Ocurría en uno de cada cinco trayectos, según datos municipales.
A ello se sumaron muchos otros problemas técnicos y del sistema. El principal es que las bicis no se cargan si no llegaban a una estación compatible donde pueda engancharse a su base, lo que ha provocado que muchos aparatos queden inservibles por falta de electricidad y que los operarios de la EMT tengan que llevar baterías portátiles para volver a ponerlos en marcha.
De los “problemas puntuales” al plan de emergencia
El discurso de Almeida ha ido variando durante este primer mes con el nuevo Bicimad: primero negó el fallo general y habló de “problemas puntuales”, asegurando que el lanzamiento había sido “bastante satisfactorio”; luego, al ver que la situación no mejoraban, empezó a asegurar que ya habían avisado de que “habría incidencias”. Esta semana ya admitía sin ambages los “problemas” y anunciaba un plan de rescate. Mientras, la red se llenaba de imágenes de bicicletas abandonadas en los lugares más insospechados.
Así que la prioridad ahora es encontrar las más de 3.000 bicicletas perdidas hasta el momento y que no se esfumen más de las que se recuperan. “El objetivo es que el saldo neto sea positivo” admitía el delegado de Movilidad y presidente de la EMT, Borja Carabante este jueves, cuando anunciaba que 60 trabajadores estarán recogiendo en turnos de mañana, tarde y noche las bicicletas desaparecidas (que él afirma que están “dispersas”), dentro de un plan de emergencia para levantar el servicio en toda la ciudad.
Estos empleados son trabajadores de la EMT a los que la empresa está reubicando desde otras labores. Este jueves pidió voluntarios en todos sus departamentos para que se encarguen de buscar las bicicletas, ofreciéndoles 13,92€ al día por el cambio en sus labores, según las comunicaciones sindicales a las que ha tenido acceso este periódico. También alquilará más camiones para su transporte. El despliegue se mantendrá previsiblemente durante los meses de abril y mayo, informaron a los interesados.
Una de las críticas más recurrentes de la oposición al nuevo Bicimad era la falta de personal para gestionar un sistema tan complejo. Desde Más Madrid siempre se aseguró que el incremento de trabajadores previsto era insuficiente para gestionar traslados, reparar averías y conseguir la transición de las bicis viejas a las nuevas.
Como medidas adicionales, el área de Movilidad ha anunciado más información en las nuevas estaciones y ha renunciado a instalar nuevas estaciones en distritos de la periferia y se pone como prioridad cambiar todas las viejas bases existentes, para acabar cuanto antes con la compatibilidad entre sistemas, que es lo que está causando los principales problemas. Así que el despliegue de las 611 estaciones es probable que no llegue a las próximas elecciones.
¿Cuánto queda para que Bicimad vuelva a funcionar con normalidad? Ante la falta de datos detallados por parte del Ayuntamiento (el área de movilidad no dice cuántas bicis hay perdidas, cuántos viajes se están haciendo cada día y qué número exacto se está recuperando cada día), el usuario de Twitter @enbicipormadrid se ha puesto a contar el número de avisos por esta red social. Y también el porcentaje de vandalismo, que parece mínimo:
Siguiendo sus cuentas, un fuerte despliegue de operarios recuperando bicicletas, unido a un descenso el el número de viajes que acaba lejos de las estaciones podría hacer mejorar la disponibilidad de aparatos y sacar el servicio del caos después de Semana Santa. Pero habrá que ver primero los resultados del plan de emergencia.
Lo que es cierto es que otras ciudades han conseguido desplegar sistemas de bici pública con los mismos aparatos y bases pero con mucho mejor éxito. Ha ocurrido, por ejemplo, con el Biki de Valladolid, un servicio con muchos menos abonados (unos 6.000), pero actualmente con más viajes de los que tienen lugar a día de hoy en la capital, según las mismas cuentas de En Bici por Madrid.
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