Ángeles Rodríguez, la abuela del rock inmortalizada con una estatua en Vallecas haciendo los cuernos como los heavys
La cámara muestra a una mujer mayor preparándose para salir de casa. Hay papel pintado en las paredes y abundante fruta sobre la mesa. Lleva una bufanda, agarra el bolso, su bastón y sale a la calle. Es un barrio obrero, bullicioso. Ve de reojo a un motorista que parece mirarla parado en el semáforo. Agarra con fuerza su bolso. El chico de la motocicleta arranca. Para junto a ella. La mujer le entrega el bolso para que se lo sujete y, de un salto, sube de paquete en la moto.
La señora mayor es, como parece, una abuela, Ángeles Rodríguez Hidalgo, “la abuela rockera” de Vallecas, y la escena el comienzo de un capítulo del programa documental Vivir cada día que relataba su periplo de un día en 1988. El vídeo está en YouTube, donde se pueden encontrar también otros documentos históricos de Ángeles junto con figuras del rock como Miguel Ríos, Pepe Risi de los Burning o Azucena de Santa.
Ángeles nació con el siglo XX y decidió clausurarlo a golpe de guitarrazo. Amante de la radio y la copla, se aficionó al rock duro acompañando a su nieto Pol a los conciertos. Había nacido en Argentina en 1900 pero pronto viajó con su familia a España. A los 41 años enviudó y tuvo que sacar sola adelante a sus cinco hijos sirviendo en casas del Barrio de Salamanca y trabajando en Caja Postal.
La atípica figura octogenaria de Ángeles pronto se hizo habitual de la noche, lo que la llevó a ser admirada y querida por los grupos y aficionados al género. Colaboró también en radio, en el mítico La radio de las sábanas blancas de José Manuel Parada, en El Buho del periodista Paco Pérez Bryan, que se emitía en Radio Juventud, o en Radio Vallekas. Ángeles fue miembro del jurado del Trofeo Rock Villa de Madrid en 1982 y a finales de los ochenta tuvo sección propia –Abuela consulta– en la revista Heavy Rock.
“Era también muy habitual de la discoteca Canciller, templo del Heavy Metal de la segunda mitad de los ochenta en la capital y en donde era muy frecuente verla tomando sus zumitos, que es como llamaba al whisky que solía beber allí”, según cuenta el periodista Mariano Muniesa en Esto no estaba en mi libro de historia del heavy metal.
Algunos de sus momentos de gloria sobre el escenario fueron el día que presentó a Leño en su concierto de la sala Carolina, en Bravo Murillo, que fructificó en el mítico directo del grupo; o el que se subió al escenario con Obús –compañeros de vallecanidad– en el pabellón del Real Madrid.
La imagen de la abuela con chupa, gorra de plato y los dedos dispuestos en el desafiante gesto cornúpeto sirvió como imagen de portada de un disco del grupo Panzer. El trabajo se llamaba Toca madera como guiño humorístico hacia la leyenda que los tildaba de gafes en el mundillo.
La abuela rockera falleció en 1993 con 93 años. El 25 de mayo de 1994 se celebró en la sala Canciller II –el Canci de San Blas– un concierto homenaje en el que participaron Asfalto, Sobredosis, Ñu, Esturión, Mago de Oz, Lujuria, Alma, Cheyenne y Natal Pride. Con la recaudación y otras aportaciones, como las de Marid Rock o el artista Martio Scraso, se sufragó el busto de Ángeles Rodríguez que hoy luce en Peña Gorbea (Puente de Vallecas) tal y como aparecía en la portada del disco de Panzer.
La estatua de bronce que inmortaliza la impronta rockera de Ángeles es obra de la artista Carmen Jorba de la Fuente a partir de la foto de Julio Mota para el disco de Panzer. Guardianes de la moral pública anónimos han arrancado los dedos meñique y anular de la estatua en distintas ocasiones, cercenando un trozo de metal pero no el símbolo de rebeldía que representa.
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