Este 2023 se presentaba como uno de los años con más festivales de música en Madrid. Después de años -tal vez décadas- mirando con envidia a Barcelona por su abundante oferta de conciertos al aire libre, la capital de España se preparaba para afrontar una primavera y un verano cargados de citas multitudinarias en grandes recintos. Algunas incluso llegadas de la ciudad condal.
El Primavera Sound fue el primer gran festival en arribar a la región. Un desembarco que casi se convierte en naufragio, debido a las intensas lluvias que obligaron a cancelar su primera jornada en la Ciudad del Rock de Arganda. Un recinto de conciertos que pese a ser uno de los de mayor capacidad en la Comunidad de Madrid, no reunió condiciones suficientes para albergar una cita tan grande, tanto por su incapacidad para desaguar todas las precipitaciones caídas en varios días de tormentas y como por las dificultades en sus accesos, que debían ser por carretera al distar mucho el metro del lugar.
Las cifras de asistencia quedaron muy lejos de las expectativas: 90.000 asistentes frente a los 240.000 que aseguraba la Comunidad de Madrid en la nota de prensa con la que anunciaban su patrocinio. “La ciudad no cuenta con un recinto capaz de albergar con garantías un evento de nuestra magnitud y formato en lo que a exigencias del público, requisitos de producción y despliegue musical se refiere” aseguraban los responsables del Primavera Sound al anunciar que no habría edición en Madrid en el año 2024. Una valoración que llegaba desde una empresa acostumbrada a montar este tipo de eventos en todo el mundo (actualmente hay Primavera Sound en otras seis ciudades).
Contar con un espacio para macrofestivales es indispensable para entrar en la liga de los eventos que reúnen a más de 100.000 personas a lo largo de varias jornadas. En Madrid, la gran esperanza para conseguir este anhelado recinto de conciertos estaba depositada en los impulsores del MadCool. El festival nacido en la capital que reúne a más público estrenaba este año su propio recinto, levantado sobre unos antiguos trigales donde acaba Madrid, al sur del sur de Villaverde. Una gigantesca explanada cubierta de césped artificial y palmeras plantadas donde Mahou había invertido dinero (compró el 51% de su compañía gestora) e Iberdrola había puesto nombre como empresa patrocinadora.
El estreno no fue bien. La primera jornada del Mad Cool vivió un caos de movilidad motivado por el desplazamiento de decenas de miles de personas a un lugar alejado de Metro y Cercanías (la estación más cercana está a un kilómetro de distancia caminando) y donde también colapsaron las carreteras. Además, los conciertos superaron los niveles máximos de ruidos todos los días (cayó una multa de 22.001 euros hace poco) tanto en la Colonia Marconi de Villaverde como en Getafe Norte, que también sufre los efectos sonoros de este recinto.
Una semana después del Mad Cool llegó en el mismo lugar el concurrido concierto Harry Styles, que registró también atascos, caos en las salidas y muchas quejas de los vecinos por la acampada de las fans a las puertas de sus casas (que estaban lejos de la entrada, pero la cola era larga). También se incumplieron los niveles de ruido y sus promotores deberán abonar una multa al Ayuntamiento.
Después de estas dos malas experiencias en el recién abierto recinto de conciertos, el Ayuntamiento de Madrid negó la licencia al tercer evento que iba a acoger la explanada, el Reggaeton Beach Festival, por carecer de un plan de movilidad hábil, a lo que se unió un informe desfavorable de los bomberos municipales y los más que probables problemas por ruido. Vista esta decisión, el cuarto festival previsto allí -el Coca-Cola Music- decidió trasladarse a La Caja Mágica para evitar problemas mayores.
El calor de agosto en Madrid ocasionó un parón festivalero que duró hasta septiembre, mes en el que volvió con la cancelación de un clásico, el DCODE, al perder su cabeza de cartel. Y con la polémica con dos eventos montados por la misma empresa dueña del Festival Internacional de Benicassim. Se trataba del Brava y del Madrid Salvaje, que acogía Ifema. Los problemas llegaron con el cobro de 9 euros por el billete de un bus lanzadera proporcionado por la Empresa Municipal de Transportes. El área de Movilidad obligó a los organizadores a proporcionar gratis este servicio durante la segunda fecha, aunque reconoció que el contrato con el Ayuntamiento permitía a la empresa privada hacer caja a costa de los vehículos municipales.
El último festival en cerrar la temporada de grandes eventos al aire libre fue el MadBlue, una serie de conciertos y sesiones de DJ en el Parque del Oeste cuyo objetivo “solidario” quedaba muy en entredicho. Economías circulares polémicas aparte, el festival cosechó una nueva oleada de críticas por el elevado volumen percibido por los vecinos de Argüelles y de la Colonia del Manzanares.
Después de las quejas, el delegado de Medio Ambiente, Borja Carabante, hacía una reflexión sobre este recinto: “Esta es la primera vez que se celebra en el Parque del Oeste, vamos a ver también las consecuencias que tiene para los vecinos, las reclamaciones y si superaron los niveles sonoros”, ha concluido. Además, explicaba que desde el consistorio intentan elegir las ubicaciones que “menos perjuicio ocasionan a los vecinos”, apuntó en declaraciones recogidas por Europa Press.
“También tenemos que ver si en su conjunto la celebración de estos grandes eventos que muchas veces traen muchos visitantes y turistas a la ciudad de Madrid, que como consecuencia de esa visita utilizan los hoteles, utilizan los restaurantes y los servicios de la ciudad de Madrid y por tanto generan riqueza”, reflexionaba Carabante.
Millones de dinero público para potenciarlos
El objetivo de asentar una industria festivalera en la ciudad ha llevado a Ayuntamiento y Comunidad de Madrid a invertir notables sumas de su presupuesto a algunas de las citas más destacadas, en contratos de patrocinio y ayudas otorgadas a dedo. En concreto, el Mad Cool se llevó 2,3 millones, de los que 1.089.000 euros venían del Gobierno de Ayuso y 1.210.000 euros llegaron por parte de Almeida. El Primavera Sound, por su parte, reunió más de 1,2 millones de las administraciones públicas: 1.082.500 por parte de la Comunidad de Madrid y otros 155.222 euros del Ayuntamiento de la capital, pese a que el evento lo acogía Arganda del Rey.
El Gobierno regional justificaba su apoyo al Primavera explicando que buscaba “gran repercusión a nivel mediático en torno a la Comunidad de Madrid, ya que los organizadores realizarán una inversión de alrededor de 1,5 millones de euros en medios de comunicación y acciones especiales para promocionar la cita madrileña”. El principal objetivo era la promoción turística de la región entre los extranjeros (el 50% de los asistentes, según unas cifras iniciales que luego se quedaron muy grandes).
La Comunidad de Madrid también gastó otros 100.000 euros en el patrocinio del MadBlue, para incluir esta cita musical dentro de su programación por el Día de la Hispanidad. Fuera de estos tres ejemplos, este periódico no tiene constancia de otros patrocinios directos, más allá de las líneas de subvenciones para eventos habituales en la Administración.
Después de las cancelaciones, multas y otras vicisitudes, el balance de la temporada es, a la vista de la afluencia de público, bastante positivo para los eventos montados en el recinto ferial de Madrid (Ifema), donde cuatro festivales consiguieron organizar citas musicales en torno a las 30.000 personas cada una, con un modelo gestionado por dos empresas que repetía el mismo formato pero para diferentes públicos. Así se montaron Love the 90s y Love the Twenties en junio y los citados Brava y Salvaje en septiembre.
El festival que más público reunió fue sin embargo el Mad Cool, con unas 200.000 personas distribuidas a lo largo de sus tres jornadas de música. Lejos de estas cifras aunque con una asistencia notable se quedaron el Primavera (90.000 espectadores) y A Summer Story (75.000) celebrados en Arganda. En la lista aparecen otros tres eventos que llegaron a los 50.000: Coca Cola Music Experience, Puro Latino y Río Babel. Las 15 citas musicales reseñadas suman más de 750.000 entradas vendidas, a las que hay que añadir otros formatos de menor concentración de grupos y menos polémicas, como Las Noches del Botánico, que reunieron a 150.000 espectadores.
¿Se repetirán estas cifras en 2024? De momento hay incertidumbre: Primavera Sound descarta repetir, el Mad Cool ya ha anunciado fechas pero aún no ha anunciado qué recinto ocupará después de las polémicas cosechadas en Villaverde. Y entra en juego un nuevo escenario para macroeventos, situado en pleno centro de la capital: el estadio Santiago Bernabéu, que se estrenará en mayo con el concierto de Taylor Swift y casi 85.000 entradas vendidas.