Una batalla laboral con el Ayuntamiento de Madrid pone en jaque la Montaña de los Gatos del Retiro

Guillermo Hormigo

8 de septiembre de 2023 22:27 h

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Ni fue “un problema técnico”, ni una decisión momentánea para decidir “la dedicación de futuro” del lugar. Ninguno de los argumentos esgrimidos respectivamente por la concejala de cultura del Ayuntamiento de Madrid, Marta Rivera de la Cruz, y el delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, explicaba los cierres de la Montaña de los Gatos o Montaña Artificial en El Retiro el pasado agosto. En realidad la rehabilitación más espectacular del Ejecutivo de José Luis Martínez-Almeida en el entorno, basada en un proyecto elaborado durante el mandato de Manuela Carmena, clausuró su renovada sala de exposiciones por un conflicto entre el consistorio y agentes municipales de parques.

Almeida y Carabante inauguraron por todo lo alto este reacondicionamiento ubicado junto a la confluencia de la calle O’Donnell y la avenida de Menéndez Pelayo el pasado 26 de julio. 19 años después, el agua volvía a caer por las cascadas de la Montaña de los Gatos y su imponente sala abovedada de túneles albergaba de nuevo muestras culturales e históricas. En concreto, regresó con una colección fotográfica sobre el origen y la evolución del lugar. Tanto esta exposición como las siguientes serían visitables todos los días de la semana de 11.00 a 13.00 y de 18.00 a 20.00.

No obstante, a mediados de agosto vecinos y turistas empezaron a encontrarla cerrada varias jornadas consecutivas. El Gobierno de Cibeles, y especialmente el área de Medio Ambiente (responsable de la gestión de este enclave), se amparó en las ambiguas justificaciones previamente expuestas y el asunto pareció zanjarse cuando las aperturas retomaron la normalidad a finales del pasado mes. Pero distintas fuentes laborales y municipales confirman a Somos Madrid que el caso está judicializado, sin que todavía se haya producido ninguna resolución definitiva.

“Las funciones de los agentes de parques y jardines son eminentemente medioambientales así que no hay por qué llevar a cabo la vigilancia de una exposición”, asegura a este medio una persona implicada que prefiere no revelar su nombre. “Máxime cuando el Ayuntamiento de Madrid cuenta con personal adecuado para esta tarea que puede hacerlo tanto en museos como en exposiciones”, añade. Lamenta además que a los empleados no se les ofreció ninguna compensación o mejora en sus condiciones por ocuparse de esta nueva tarea, aunque no aclara si el personal aceptaría dichas ofertas o solo se contentarían con la adjudicación de este servicio a otros trabajadores especializados en la materia.

El personal del parque empezó a movilizarse como respuesta a una nota de la directora conservadora de Parques y Jardines Históricos del Ayuntamiento de Madrid, Isabel González. En ellas se les instaba a “asegurar el bienestar de la exposición” desde su apertura.

El sindicato que representa a muchos de estos agentes de parques en la capital, Citam (Coalición Independiente de trabajadores del Ayuntamiento de Madrid), llevó el caso al juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 17 de Madrid. En un principio a los demandantes les fue concedida la cautelarísima, de ahí que se produjeran los cierres en la instalación durante agosto. Esa medida fue después levantada, así que los demandantes tuvieron que volver a desempeñar esta función y el espacio interior de la Montaña de los Gatos opera de nuevo con normalidad. Al menos de momento, ya que “está interpuesto un recurso de apelación que no se ha resuelto todavía contra el levantamiento de la cautelar”.

Las funciones de los agentes de parques y jardines son eminentemente medioambientales así que no hay por qué llevar a cabo la vigilancia de una exposición, máxime cuando el Ayuntamiento de Madrid cuenta con personal adecuado para esta tarea

Fuentes del área de Medio Ambiente del consistorio han reconocido el conflicto cuando este diario ha preguntado directamente por él, aunque hace unas semanas no deslizaron mención alguna al respecto al consultarles las razones de la clausura: “En El Retiro hay 29 agentes de parques cuyas funciones, recogidas en una instrucción municipal, se centran en la protección de las zonas verdes, espacios ajardinados públicos y arbolado urbano, siendo prioritarias las labores de prevención. Pero también tienen encomendada la supervisión de las actividades que se efectúen por los usuarios de las zonas verdes de conservación municipal del Ayuntamiento de Madrid, así como de las instalaciones y elementos que las componen, entre otras tareas”. 

Para el equipo de gobierno municipal la plantilla debe ocuparse de esta nueva labor “en la medida en que son servidores públicos”. Defienden que “el superior jerárquico les atribuyó legítimamente aquellas funciones propias de vigilancia que son inherentes a los funcionarios, cuya razón de ser es la salvaguarda del orden y la seguridad, sin que exista un cambio sustancial en el objetivo y las condiciones de trabajo que tradicionalmente han venido ejerciendo”.

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La sala de la polémica fue reabierta con una exposición sobre la historia de la Montaña de los Gatos que incluye numerosas imágenes de su proceso de reforma, aunque según el consistorio acogerá todo tipo de muestras en los próximos años. Cuenta con un óculo superior del que nacen cuatro galerías que discurren por el interior del cerro artificial. El primero de estos pasillos, dispuesto en el eje perpendicular a la calle O'Donnell, hace las veces de acceso. Los otros tres nacen desde el espacio interior y avanzan bajo la montaña en direcciones opuestas hacia los estanques del perímetro en busca de la caída de agua de las cascadas exteriores. Destacan sus túneles, que aunque no demasiado largos causan un efecto relajante ante la poca luz y el sonido de la cascada cayendo en el exterior.

Fue en 2002 cuando el espacio abovedado interior de la montaña acogió su última exposición. Desde entonces no ha tenido ningún uso ni se ha permitido el acceso debido a los riesgos detectados en su seguridad. De hecho, en 2004 comenzaron a registrarse desprendimientos en su interior. Se cerró entonces la zona reservada a las exposiciones. Entre ese mismo año y 2005 se procedió al vallado de todo el conjunto.

Es uno de los principales atractivos de la Montaña de los Gatos, además de la cascada de la que no ha dejado de brotar agua desde su regreso a la estampa del parque. Un estudio realizado por la Dirección General de Gestión del Agua y Zonas Verdes llegó a la conclusión de que la instalación no era segura para el acceso del público. La razón estaba en unas filtraciones de agua que se producían en su interior. En coincidencia con el 150 aniversario del Retiro, se convocó en 2018 un concurso público para la rehabilitación del espacio. Este proceso quedó desierto hasta que en mayo del pasado año el Gobierno municipal autorizó en Junta de Gobierno un contrato para la ejecución de las obras, que arrancaron en octubre con una inversión de 2,1 millones de euros.

La Montaña Artificial se levantó en el siglo XIX como fortín francés durante la Guerra de la Independencia. Posteriormente, el rey Fernando VII quiso apropiarse del espacio y remodelarlo. Fue concebida como un capricho de jardín de carácter arquitectónico, aunque el principal uso que se le dio hasta su cierre en 2004 fue el de sala de exposiciones. La ría y el estanque que se encuentran a sus pies contaron en origen con peces y gansos, mientras que la parte superior de la cascada estaba coronada por la cabeza de un león de yeso.

La construcción fue bautizada por los madrileños de la época de diferentes formas. En un primer momento se le llamó El tintero, por la forma que tenía vista desde lejos. Luego se difundió la nomenclatura de Los gatos, por las estatuas felinas que flanquean la cascada, pero también porque durante un tiempo era el lugar en el que la gente se deshacía de estas mascotas, convirtiéndose en hogar de los felinos callejeros. Este sobrenombre es el que mejor ha sobrevivido el paso del tiempo, junto a la denominación oficial de Montaña Artificial. Un entorno que ha funcionado tradicionalmente como auténtico remanso de paz, pero que ahora se sitúa en el centro de la polémica entre el interés del Ayuntamiento por economizar recursos y la lucha laboral de unos trabajadores que pelean por no afrontar una tarea añadida sin formación especializada ni mejoras.