Mientras Jorge, Alberto y Rian hablan con los medios de comunicación para explicar los pormenores de la particular iniciativa que emprenden con el fin de alertar sobre el estado del centro de salud de Abrantes, en Carabanchel, la realidad aparece para ilustrar la situación mejor que cualquier declaración. “Me dan cita para el 18 de septiembre, en dos meses, esto es una vergüenza”, espeta Clara. Se trata de una vecina que acaba de salir del recinto sanitario junto a su madre de 87 años, a la que no verán en Atención Primaria hasta prácticamente pasado el verano.
Un vecino agita el papel de esa cita frente a las cámaras y los micrófonos. Quiere que todas las miradas se centren en la realidad que sufren las más de 30.000 personas que tienen el de Abrantes como centro de referencia. De ahí que el proyecto de Jorge, Alberto y Rian suscite tanta atención en el barrio. El objetivo no es otro que llegar en bicicleta hasta el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Ginebra (Suiza). En concreto, planean dirigirse a las relatorías especiales de Pobreza Extrema y de Salud.
Jorge Aranda, miembro de la Asamblea Popular de Carabanchel, emprende este viaje junto a su compañero Alberto. Rian, por su parte, ejerce como directora de logística para proveerles de todo aquello que necesiten y asegurarse de que el recorrido vaya sobre ruedas. En total, completarán casi 1.500 kilómetros a través de 16 etapas de unos 100 kilómetros cada una.
Para Jorge, este esfuerzo no es nada comparado con las circunstancias que soportan día tras día los residentes de esta zona al suroeste de Madrid: “Esta mañana hay cinco médicos cuando por ley deberíamos tener a 17. Por la tarde no habrá ningún pediatra de guardia”, denuncia. Llama la atención sobre “el dolor y el sufrimiento detrás de las cifras”.
Sin solución después de peticiones, encierros y 140 protestas
La visita a la ONU en bicicleta es la última medida de unos vecinos desesperados ante una situación que se ha recrudecido desde la pandemia. Gran parte de los 30.000 usuarios carecen incluso de un médico de cabecera asignado. “Llevamos más de 140 manifestaciones, nos hemos encerrado en el centro de salud y en la Gerencia Asistencial de la Comunidad de Madrid, hemos elevado decenas de peticiones al Gobierno de Isabel Díaz Ayuso o al Defensor del Pueblo... Y nada”, lamenta Jorge.
Desde el Ejecutivo de Ayuso la única respuesta que les trasladan es que esperan culminar para finales de año la puesta en marcha del ambulatorio de la Colonia Diego Velázquez, una promesa que según Jorge “llevan años haciendo e incumpliendo, la última vez antes de las elecciones autonómicas del 2023”. Y recuerda: “No es un problema de infraestructura, por mucho que duela la no ejecución de ese centro de Colonia Velázquez anunciado hace ya 18 años, sino de personal”. Apostilla que en la Comunidad de Madrid hay un déficit de 800 sanitarios.
Todas estas afecciones han desembocado en esta travesía a la desesperada, en cuya partida los viajeros han estado arropados de decenas de vecinos. Juntos han coreado gritos como “Atención primaria la más necesaria”, “es un derecho y no es un negocio”, “la sanidad no se vende, la sanidad se defiende”, “recortar en sanidad es un acto criminal” o un aliento de ánimo con la proclama “a Ginebra oee”. Algunos manifestantes portaban pancartas con mensajes como “la Comunidad de Madrid nos roba la sanidad pública”, “no te calles” o “si no luchas hoy, lo pagarás mañana”.
Jorge y Alberto planean llegar a la sede de la ONU a mediados de agosto. Cuando lo hagan, todavía quedará un mes para la cita médica de la madre de Clara. “Pedimos un informe de discapacidad hace más de un mes y acabamos de recibir una carta que nos dice que tenemos 10 días para adjuntar una valoración médica. Sin embargo le dan cita en dos meses así que de poco nos vale”, protesta Clara, vecina de Abrantes “de toda la vida”.
Mi madre no está enferma, gracias a Dios, pero si lo estuviera, ¿qué hacemos? Tendríamos que acudir a Urgencias. Luego nos quejamos de que en los hospitales hay saturación
“Mi madre no está enferma, gracias a Dios, pero si lo estuviera, ¿qué hacemos? Tendríamos que acudir a Urgencias. Luego nos quejamos de que en los hospitales hay saturación. A la pobre solo la asiste médicamente una enfermera muy atenta que la visita de manera ocasional. Al final acabamos condenando a las personas mayores a que estén encerradas en su casa”, critica.
Aunque en casos como este la situación es especialmente delicada, “el abandono” que denuncia Jorge es transversal a todos los vecinos del barrio que acuden a su centro público. La madre de Clara no tiene médico de cabecera desde la pandemia, como tampoco Marcos, un joven de 27 años que empieza a olvidar qué era disponer de una Atención Primaria efectiva que no implicase largas esperas o acabar directamente en Urgencias por falta de respuesta.
“¿Qué pasa hoy? Lo de siempre supongo, que no hay médicos”, dice con resignación a Somos Madrid cuando se percata de la protesta. Sobre la acción ciclista, muestra su total apoyo: “Igual con el calor no es la mejor época del año, pero tendrá seguimiento y esperemos que sirva para que esta vergüenza se solucione”. Me apetece apuntarme y todo“, bromea para terminar.