Comer en bares y restaurantes de Malasaña, además de otros apuntes gastronómicos.
Por Lu
Revuelto es un establecimiento nuevo con respecto al cual en los medios dicen que ofrecen sándwiches coreanos y comentan que se han hecho virales nada más abrir su primer local en Chueca, en calle de Víctor Hugo 5, y, por ello, en brevísimo tiempo, aprovechando el tirón, han abierto otro en Corredera Baja de San Pablo 49. Yo, obviamente, no voy por «la viralidad», no soy dada a los virus, no me interesan, es más, me agotan, he ido porque la propuesta, sándwiches de pan de brioche, me parece una buena idea. Que conste en acta que mi intención, siempre, es hacer una buena crítica, luego la realidad me lleva por otros derroteros.
Bueno, un poco de música, una cancioncita finlandesa en la que dice que Helsinki le mata, pero la ciudad no muere en ello, un poco el «Madrid me mata» de aquí, un poco lo que siento cuando voy a diversos establecimientos del barrio.
El local tiene estética entre nórdica y oriental, sencilla. Se sitúa donde antes estaba Farmacia de guardia, un restaurante gallego bastante recomendable y, previamente, un bar de toda la vida.
Todo cambia y en Malasaña lo hace rápidamente. Así es la vida, «un frenesí, [...], una ilusión, una sombra, una ficción», como diría el señor de la Barca, no Caronte, el otro, aunque también lo podría haber dicho Caronte ahora que me doy cuenta.
Por dentro, tienen separador de cocina propio de Japón, es decir, media cortinilla, techo de oficinas que lleva ya allí desde hace muuuchos años puesto, pues ya estaba en el restaurante y el bar anteriores. Antes teníamos artesonados y ahora techos de placas de oficina, no sé yo si la posteridad nos va a considerar muy bien, a saber; bueno, en realidad, la mayoría de las cosas actuales no van a llegar a la posteridad excepto en forma de contaminación, me temo. Bueno, lo dejo, el resto de la decoración es medio nórdica, pero sin maderas nobles, nórdica propia de speciality coffee, un poco triste, un poco fría, un poco de bricolaje básico. Todo ello se alegra ligeramente con un grafismo redondeado y acogedor.
Por lo que observo, el lugar puede ser que esté inspirado en una cadena de sándwiches coreana, Eggdrop, que a su vez se inspira en un american diner en versión supuestamente saludable puesto que lleva huevos revueltos y a veces aguacate, y ya está, así ya es saludable. El concepto «saludable» es lábil. En América el pan tipo brioche se utiliza también en los lobsters roll, que a veces están bastante estupendos. En cualquier caso, aunque estos sándwiches se vendan en Corea, obviamente del Sur —que es donde van ahora los estudiantes de familias pudientes, ya que el Erasmus en Europa se ha quedado pequeño, hay que disfrutar de nuevas experiencias, cada vez más lejanas, cada vez más insulsas, cada vez más aparentes—, no creo que sean algo típico del lugar, pues el pan de brioche no me parece algo propio de Oriente, al menos no por ahora, pero puede ser que la globalización lo cambie todo y la fabada se convierta en algo característico de Corea del Norte, bueno, eso no me extrañaría es tan contundente como su dirigente. En realidad con respecto a este tema debo añadir información muy interesante proporcionada por José Luis Giménez (@jluisgimenez en X o como lo queráis llamar, no a José Luis, sino a la aplicación): ¡muchísimas gracias, José Luis! En realidad, no he tenido en cuenta la historia al dudar de hasta qué punto es tradicional el brioche en la zona. Y sí, si pensamos que la Segunda Guerra Mundial tuvo lugar ya hace casi 100 años, entonces, el brioche y/o el pan de molde perfectamente pueden ser tradicionales allí. Ya que EE.UU., tras la misma, se hizo cargo de la parte sur de Corea, haciéndose la URSS de aquel entonces cargo de la zona norte, y los primeros lo habrán llenado de hamburguesas y sándwiches, como es su costumbre, de la misma forma que en Islandia son «tradicionales» los hot dogs por razones parecidas, es decir, la implantación de Estados Unidos en la zona. Tal como comenta José Luis es como los bánh mì en Vietnam, con su baguette de influencia francesa, la cual adaptaron a su gusto y/o disponibilidad de ingredientes incluyendo harina de arroz en su composición. Es más, me comenta que el pan de molde briochero ya tiene una versión, en Japón, tradicional de una de sus islas: el pan de molde estilo HokkaidÅ, por lo que su implantación es clara en la zona.
Uno piensa en sándwiches y se le vienen a la cabeza los sándwiches untados de mantequilla y rellenos de jamón y queso cortados en triángulos y sin corteza de las fiestas infantiles de los años 80, o de los cócteles, y los packs de El Corte Inglés con uno, incluso, de surimi, ¡a lo grande! También piensas en los sándwiches de rosbif de los hoteles de lujo ingleses o en los típicos sándwiches de pollo al curry de los supermercados de ese país, en los del VIPS y su famosísimo sándwich club o en los tristes sándwiches mixtos de algunas cafeterías y esos hechos papilla de Rodilla. Uno piensa en sándwiches con pan de molde, tostado o sin tostar, blanco antes y de centeno u otros cereales más salvajes, para parecer más sano, actualmente, en los que puedes poner un poco de todo, el sándwich como un trámite que a veces se convierte en un fin en sí mismo. Dicen que su historia de ahí deriva, del trámite, de la necesidad del conde de Sandwich de utilizar una mano para jugar a las cartas y, entre tanto, otra para comer sin mayores problemas y sin ensuciarlo todo. Y, en realidad, si nos atenemos estrictamente a la norma, diríamos que los sándwiches son de pan de molde, por lo que las zapatillas del Bar Melo’s en Lavapiés, copiosas, sabrosas y maravillosas, al ser con pan tipo hogaza no se deberían considerar sándwiches y, sin embargo, los que ofrece Revuelto, sí, porque aunque son de pan de brioche al, final, son de pan de molde pues el pan de molde no tiene por qué ser pan de brioche, pero el pan de brioche sí es pan de molde sensu stricto, pues se hace en molde. Pero hay diferencias entre ambos, el pan de molde lleva harina (panadera), agua, leche y/o mantequilla, levadura, sal y una pizca de azúcar. Por su parte el pan de brioche lleva harina (de fuerza), huevos, leche, mantequilla, levadura, azúcar y una pizca de sal. Así que se diferencian básicamente en el uso de huevos en el brioche y de agua en el pan de molde, y en las cantidades, el primero presenta mayor cantidad de azúcar, levadura y mantequilla, la cual es opcional en el pan de molde y en el de supermercado es más que probable que no encuentres mantequilla ni buscando con lupa entre sus ingredientes. Debo decir que, el ya mencionado José Luis Giménez, que es un cúmulo se sabiduría panadera y gastronómica en general, me señala que los brioches también pueden ir sin molde, como las medialunas que comíamos en las fiestas de pequeños o los panes de determinadas hamburguesas. Yo en este caso, al referirme al pan brioche con forma de molde, quería aludir a un pan no a un bollo aunque en realidad un bollo es pan y ¡la paaaaarte contratante de la primera paaaaarte! En resumen, un brioche, como masa, no necesariamente tiene que ir en molde, pero el utilizado para sándwich sí, porque si no se introdujera en un molde sería difícil que adquiriera esa forma característica.
Bueno, pues el pan de brioche, que es donde se introducen los rellenos de todos los sándwiches de este establecimiento, es realmente fantástico, sin duda, es excelente. Suavísimo, amablemente dulce, achuchable, con sabrosa corteza bañada con huevo e interior tierno, esponjoso, lechoso, y lo presentan tostado para que guarde un poco la compostura ante un relleno rebosante. Aun así, no consigue mantener el tipo ante el revoltijo de huevo y salsa que se desparrama cual cascada de crema pastelera.
Otro ingrediente esencial de estos sándwiches es el revuelto —de ahí el nombre de esta propuesta—, el revuelto de huevo, en este caso bastante secañoso y, eso sí, con un marcado sabor a huevo, como concentrado.
Vamos a por lo que pedimos…
De primero un bacon cheese (7,50 €), según lo que dicen en la descripción «pan brioche relleno de huevo revuelto, queso, bacon, alioli picante y sweet mayo». La elección de las denominaciones de la oferta culinaria es más bien lacónica (con grelos), como se puede observar. En principio, la idea no está mal, pero si la mayonesa dulce es demasiado dulce la cosa se pone fea. Esperaba una sensación picante, por el alioli picante, y dulce, por la mayonesa dulce, una combinación típicamente oriental y siempre agradable, pero no. Creo que, normalmente, los orientales consiguen su dulzor con frutos o vinagres especiales, pero no directamente con azúcar. Esta mayonesa dulce todo lo invade dejando los huevos, el bacon, el queso, el alioli picante, que es totalmente inapreciable, en un segundo plano lejanísimo. Sabe dulce, nada más que dulce, dulzón, no hay más, no hay matices, una pena, pues el pan de brioche, como dije al principio, es excepcional.
Continuamos con el de pulled pork (8,50 €) que describen como «pan brioche relleno de huevo revuelto, pulled pork y sweet mayo». El cerdo desmigajado con especias y horneado está bueno, es sabroso, pero de nuevo la sweet mayo acaba con todo, prevalece con su imponente dulzonería, dejando al cerdo, que podría estar bastante bien con el huevo sin más, perdido por el camino. Parece ser que resulta necesario meterle un toque suavecito, un toque para niños de paladares sensibles, y así estamos, con un sándwich de nuevo francamente empalagoso.
Y, para finalizar, burrata (9,50 €): «pan brioche relleno de huevo revuelto, stracciatella de burrata, crujiente de maíz, pesto genovés y sweet mayo». Ay, sweet mayo, nunca hubiera imaginado que eras tal dulce, pensaba que sería más como la japonesa, con su dulzor derivado del vinagre de arroz, algo más agridulce, pero no una golosina líquida, demasié. Una vez más esa mayonesa dulzona lo invade todo, haciendo que la burrata no sepa a nada, el pesto genovés parezca un aguacate y el crujiente de maíz no sea crujiente ni de maíz, el huevo queda ahí en el fondo sin saber qué hacer con su vida.
No puedo más, necesito algo de picante, estos sándwiches son más dulces y pesados que cualquier pastel, de los malos, de esos americanos, que te puedas tomar en el barrio. Tremendo.
Y, de colofón, patatas dos salsas (5,00 €), descritas como «patatas fritas con salsa de alioli picante y salsa sweet mayo», ay, sí, otra vez, por recomendación del chico, muy amable, del lugar. Patatas encharcadas en salsas de dulzor supremo. No puedorrrr.
Además de lo anterior ofrecen desayunos con café y tarta o bizcocho del día y refrescos.
Ese maravilloso pan de brioche lo utilizaría para unas tostadas con una buena mantequilla salada irlandesa, el pobre está perdido en un maremágnum blandurrio, cuánto lo siento por él.
Recomiendo este lugar para quien se quiera llenar hasta arriba con un revuelto de cosas de sabor ligeramente dulzón, algo simple, para paladares no muy exigentes, tal vez algo infantiles. También está bien si quieres mostrar a tus seguidores que conoces cosas diferentes o si estás en la edad del pavoncio, que es una edad muy mala. Y es perfecto para una primera cita, ver desparramarse el contenido de los sándwiches será una prueba de fuego para pronosticar si esa relación tiene futuro o no; solo tienes que pensar si te resulta divertido o no ver a tu pareja ya algo marchita y con la cara pringada de salsas varias y las manos rebozadas con las mismas, cuando ya la pasión y los años mozos han pasado. Si te resulta divertido, adelante, aunque tal vez sean las hormonas del presente proyectadas a futuro, así que cuidadín.
Este Revuelto se encuentra en la calle Corredera Baja de San Pablo 49 y también envían a domicilio a través de plataformas de venta en línea.
Revuelto es un establecimiento nuevo con respecto al cual en los medios dicen que ofrecen sándwiches coreanos y comentan que se han hecho virales nada más abrir su primer local en Chueca, en calle de Víctor Hugo 5, y, por ello, en brevísimo tiempo, aprovechando el tirón, han abierto otro en Corredera Baja de San Pablo 49. Yo, obviamente, no voy por «la viralidad», no soy dada a los virus, no me interesan, es más, me agotan, he ido porque la propuesta, sándwiches de pan de brioche, me parece una buena idea. Que conste en acta que mi intención, siempre, es hacer una buena crítica, luego la realidad me lleva por otros derroteros.
Bueno, un poco de música, una cancioncita finlandesa en la que dice que Helsinki le mata, pero la ciudad no muere en ello, un poco el «Madrid me mata» de aquí, un poco lo que siento cuando voy a diversos establecimientos del barrio.