Respuestas y consejos. Por la psicóloga Mónica Manrique. Lee todos sus artículos en este enlace
¿Tengo apego ansioso y dependencia emocional? No, amiga: se llama patriarcado
Tirada en la cama viendo reels de Instagram, el algoritmo que me conoce más que yo a mí misma y me da todo lo que quiero escuchar decidió que un vídeo de Marta Cillán (@martacillan) me podía interesar:
“Lanzo una bomba solo para que pensemos, que nadie se espante (carita sonriente). Con mis amigas psicólogas feministas hablamos mucho de cómo posibles ”problemas“, ”síndromes“, cositas que parecieran individuales, con bastante probabilidad no son otra cosa que género y socialización de género. Es decir, estructurales. Esto supondría que el abordamiento de estos temas tiene que pasar sí o sí por la mirada feminista, con todo lo que ello supone. ¿Qué piensan?”
Más concretamente hacía referencia a los estilos de apego y las diferencias entre hombres y mujeres. Me reconfortó ver que no era la única en encontrar en consulta y fuera de consulta cómo casi todas las mujeres muestran un apego ansioso y casi todos los hombres un apego evitativo en sus relaciones de pareja.
El investigador John Bowlby identificó cuatro tipos de apego en función de la relación con los cuidadores principales: seguro, ansioso, evitativo y desorganizado.
Las personas adultas con apego evitativo se muestran frías y distantes. Les cuesta expresar sus emociones. Su prioridad es la independencia y la autonomía por encima del vínculo.
Por el contrario, para las personas con apego ansioso su gran prioridad es la relación. Tienen miedo a ser abandonadas e invierten mucha energía en el mantenimiento del vínculo.
Partiendo de de esta hipótesis me puse a curiosear (decir investigar me parece un poco pretencioso, necesita más rigor) así que recurrí a San Google Académico y encontré una investigación de Garaigordobil, M., 2013 en la que afirmaba: “Los varones tienen puntuaciones significativamente superiores en apego evitativo (temor a estar en una relación de dependencia y/o de intimidad/cercanía). ¡Bingo!
Tiré del hilo y de otras investigaciones y fui a parar a dos libros muy esclarecedores sobre cómo el género atraviesa el malestar de las mujeres: “El síntoma patriarcal: Ensayo sobre psicoterapia con mujeres desde una perspectiva de género” de Erica Adánez publicado en 2022 y “La danza de la ira: guía femenina para transformar las relaciones personales” de Harriet Lermer publicado por primera vez en 1997.
Para Erika Adánez, desde un marco psicoanalítico:
“Las mujeres en nuestra sociedad tenderían a fusionarse. Así no solo cumplen con las expectativas encomendadas asociadas a su género, sino que también la fusión permite sobreponerse a la soledad. Mientras que los hombres tienden a disgregarse. Para ellos, la amenaza principal no provendría de la soledad, sino de la intimidad, que coartaría sus anhelos de independencia.”
“Tanto la fusión como la separación son dos actitudes aprendidas a través del condicionamiento cultural. Tienen la cualidad de radicalizarse una en presencia de la otra, de manera que el deseo de fusión de la mujer tendería a repeler el deseo de independencia del género masculino, quien adoptaría una actitud de mayor autosuficiencia, provocando un deseo aún mayor de fusión. La radicalización de estas tendencias en las relaciones de género es el origen del miedo, el recelo y la desconfianza que son a menudo, la base de los conflictos en las relaciones de pareja. Los conflictos entre estas dos tendencias evidencian que la complementariedad de géneros, asentada en una estricta dicotomía de funciones y actitudes, es una creencia ilusoria que hay de desterrar.”
En la misma línea Harriet Lerner pero desde un enfoque sistémico:
“Mientras que los persecutores emocionales son personas que tienden a compartir sus sentimientos y buscar un estrecho contacto emocional con objeto de reducir su ansiedad, los distantes emocionales reaccionan con la intelectualización y la retirada. Lo más común es que la mujer desempeñe el papel de persecutora y el hombre de distante.”
“Aunque los hombres también tienen dificultades para equilibrar las fuerzas de separación y de unión, tienden a gestionar la ansiedad mediante la distancia emocional y la desconexión (de este modo, se sacrifica el ”nosotros“ por el ”yo“), mientras que las mujeres solemos hacerlo por medio de la fusión y el sobrefuncionamiento emocional (en este caso, se sacrifica el ”yo“ por el ”nosotros“). No es de extrañar que la división de roles de género esté asociada a estas dos alternativas desacertadas y extremas; nuestra sociedad infravalora la importancia de las relaciones estrechas en los hombres y promueve su aislamiento y desconexión emocionales. Las mujeres, por otro lado, recibimos un mensaje opuesto que nos anima a centrarnos excesivamente en los problemas ajenos y a fusionarnos con ellos en lugar de volcar nuestra principal ”energía de preocupación en nuestros propios asuntos.“
Resumiendo, el contexto socio político y cultural origina nuestros conflictos más íntimos para volver a lo de siempre. No es personal es estructural y amiga, poco locas estamos.
Tirada en la cama viendo reels de Instagram, el algoritmo que me conoce más que yo a mí misma y me da todo lo que quiero escuchar decidió que un vídeo de Marta Cillán (@martacillan) me podía interesar: