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Opinión - Nos están destrozando la vida. Por Rosa María Artal
Sobre este blog

Stories Matritenses es un blog del grupo de periódicos hiperlocales Somos Madrid escrito por Pedro Bravo.

Pedro Bravo escribe ensayo y ficción. Su último libro es Cabo Norte (Menguantes, 2020). Además, ha publicado Exceso de equipaje (Debate, 2018), Biciosos (Debate, 2014) y La opción B (Temas de Hoy, 2012)Es socio de Soulandia, una empresa que aplica la narrativa a estrategias de comunicación, y del coworking malasañero Espíritu23. Habita en la linde occidental del barrio.

www.pedrobravo.es

Sobre diez años observando la hiperacelerada transformación de un barrio: del 15M a la turistificación

Vista de la calle Espíritu Santo, junto al coworking

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Cada mañana, dos grandes ojos se abren ruidosamente en el 23 de Espíritu Santo y empiezan de nuevo una jornada en la que observan lo que pasa en la calle. Es una mirada que puede parecer estática, sin cuello para moverla, pero es una visión cercana y sensible a las cosas del barrio. Esos dos ojos son las persianas de un local que fue una panadería hasta mediados de los 60 del siglo pasado y que luego dejó sus párpados cerrados al servicio de las empresas de cartelería, acumulando en su fachada exterior años de anuncios de conciertos y espectáculos. Desde hace una década, abiertas las persianas, abiertos los ojos, es un espacio de trabajo, creación y cambio llamado Espíritu23.

Pido perdón por ocupar el texto de este mes hablando de un proyecto en el que participo, aunque en realidad no se trata de hablar de él sino desde él. Espíritu23 es el nombre de un coworking —para entendernos hay que usar a veces el inglés— que abrió en julio de 2012 por iniciativa de una asociación homónima y que desde entonces ha venido acogiendo a gente con ganas de hacer cosas: trabajar y compartir oficina, dar clases y talleres de yoga, dibujo, lettering, robótica y más, montar exposiciones, ensayar y actuar haciendo música, teatro y danza… 

Pero, además de lo que pasa dentro, Espíritu23 es un lugar conectado con su alrededor. No sólo por participar en la Plataforma Maravillas o en la asociación de comerciantes Vive Malasaña, no tanto por ser aún hoy el lugar de entrega del grupo de consumo Malasaña y acoger otras iniciativas vecinales, su conexión viene por algo tan simple y a veces tan difícil como ser y estar abierto. 

Como tantos locales de todos los barrios, el nuestro es un estupendo centro de observación de las dinámicas sociales, económicas y urbanas. Y éstas han sido muchas y muy aceleradas en estos diez años y pico. Una de las primeras reuniones que tuvimos antes de presentar el proyecto con el que alquilamos el local fue en la plaza de Juan Goytisolo, que entonces no tenía nombre, en una terraza que miraba al Museo Reina Sofía y mientras pasaba ante nosotros una manifestación de Juventud Sin Futuro. Cuando nos dieron las llaves para empezar la obra, el espíritu del 15M estaba de cuerpo presente en Sol y en otras plazas por toda la ciudad 

Durante esa época y aún bastantes meses después de abrir en julio de 2012, llegar a Malasaña desde cualquier otra zona de Madrid, incluidas las más pudientes, era un alivio. Por todas partes se notaba esa crisis que se ubica en 2008 pero cuyos efectos más profundos fueron años después: negocios cerrados, calles vacías, caras de circunstancias. Aquí era otra cosa, había locales en obras, proyectos y gente con ganas de sonreír. 

De repente, sin saber bien cómo, la crisis que Sarkozy había jurado que haría necesario refundar las bases del capitalismo, se esfumó ocultando todo el rastro de desigualdad que dejó a su paso y Malasaña se convirtió en the place to be para la nueva clase turista mundial. Silenciosa pero sistemáticamente, los pisos se fueron convirtiendo en hoteles encubiertos y los fondos de inversión, escondidos detrás de nombres de anfitrión de AirBnb, se hicieron con la propiedad de las viviendas pero también de buena parte de los locales comerciales. Muchos residentes fueron sustituidos por muchísimos visitantes y bastantes nómadas digitales, algunos de los cuales llenaron nuestro espacio, y, también, muchos de aquellos sonrientes emprendedores que habían abierto su negocio en plena crisis se fueron a otra parte no porque les fuese mal, sino porque no podían pagar las subidas de los alquileres. Estar de moda como eufemismo para no mencionar palabras más complejas y de significado más profundo como gentrificación y turistificación.

¿Qué más? Pues nada menos que el SARS-CoV-2 y su consecuente enfermedad para los humanos, la covid-19. Nuestro espacio se vació, todos los negocios menos los esenciales cerraron, los visitantes más o menos temporales volaron a otros destinos y reaparecieron los rastros ocultos de la crisis de anterior que, sumados a los de esta nueva, nos hicieron darnos cuenta de que había bastantes personas en el barrio de moda que no tenían para comer. Por suerte, las redes de solidaridad aún estaban tejidas y se les prestó ayuda a pesar de la incomprensible persecución de las autoridades. 

En ese momento de confinamiento, algunos listos nos atrevimos a hacer un Sarkozy y auguramos un cambio en el modelo económico del barrio. Por supuesto, no fue así.

Cuando nos quitamos la mascarilla volvimos a tomar cerveza con gente de todas partes y empezamos a ver cómo a la Malasaña que fue popular, lumpen, rockera y más tarde moderna llegaban las primeras franquicias a cuestionar todas esas identidades y confirmar que el que acaba imprimiendo carácter es el mercado.

Éstas son sólo algunas de las grandes cosas que hemos visto y vivido a través de la retina de nuestras persianas. Han pasado bastantes más y también muchas otras más pequeñas: la muerte de amigos y familiares, algunos matrimonios, también algún divorcio, nacimientos y campeonatos de parchís, por poner algunos ejemplos.

Nos gusta seguir viéndolas desde aquí y nos gusta hacerlo junto a los ojos de Sara, Eva, Raúl, Sergio, Rubén, Alberto, José, Yolanda, María y todas las personas que habitan los locales de este y de otros barrios. Este texto es también por ellos, por los pequeños comercios que resisten y hacen de la ciudad un lugar más habitable.

Sobre este blog

Stories Matritenses es un blog del grupo de periódicos hiperlocales Somos Madrid escrito por Pedro Bravo.

Pedro Bravo escribe ensayo y ficción. Su último libro es Cabo Norte (Menguantes, 2020). Además, ha publicado Exceso de equipaje (Debate, 2018), Biciosos (Debate, 2014) y La opción B (Temas de Hoy, 2012)Es socio de Soulandia, una empresa que aplica la narrativa a estrategias de comunicación, y del coworking malasañero Espíritu23. Habita en la linde occidental del barrio.

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