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El calor y la precariedad asfixian las escuelas infantiles de Madrid: “Las educadoras estamos al límite”

Una niña observa varias pancartas que reclaman una mejora en la situación del personal de la Escuela Infantil municipal El Olivar, en Madrid.

Guillermo Hormigo

29 de junio de 2023 21:53 h

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“Las profes están hartas, nadie les hace ni caso”. Con estas palabras protesta Dimas, padre de un niño de 2 años que acude a la Escuela Infantil Valle de Oro de Carabanchel, debido a la situación que se vive en muchos de estos centros públicos por todo Madrid. La falta de soluciones por parte de la administración municipal y autonómica ante el calor de estas semanas (gran parte de las guarderías prestan servicio hasta finales de julio) ha sido la gota que ha colmado el vaso, provocando que personal y familias alcen la voz contra la falta de recursos .

De esta forma, este martes empezaba una huelga de educadoras que Dimas apoya porque “tienen condiciones son de risa”. Así expone los motivos en sus redes la profesora de infantil Ruth Alfonso: “Tras varias negociaciones para aprobar un nuevo Convenio que mejore las condiciones laborales y ante la falta de apoyo de las patronales, trabajadores de las escuelas nos hemos unido a los paros parciales convocados por los sindicatos para luchar con la precariedad que, en un sector mayoritariamente femenino, llevamos sufriendo desde hace años. Esta no es nuestra lucha, debía ser la de todos, porque la infancia lo merece todo, las escuelas infantiles deberían ser un lugar mejor. Muchas de nosotras tenemos que abandonar el trabajo que nos apasiona porque no nos permite vivir”.

Susana, compañera de profesión en una escuela al sur de la capital, comparte su experiencia en conversación con Somos Madrid: “La mayoría de las educadoras de infantil estamos al límite. Lo que ganamos apenas nos da para vivir si no lo complementamos con otros curros. En mi caso doy clases particulares a niños de primaria los viernes por la tarde y los sábados por la mañana, pero no sé cuánto voy a poder aguantar así sin petar”. Esta joven, que lleva tres años en esta situación, se ha sumado a los paros intermitentes “para ver si así nos escuchan de una vez”.

A las puertas de la Escuela Infantil El Olivar, en Lavapiés, la concejala de Más Madrid Lucía Lois recordó el pasado martes que “están en huelga las trabajadoras de hasta 69 escuelas de gestión indirecta del Ayuntamiento y otras muchas de la Comunidad, que reclaman la mejora de un convenio colectivo que en estos momentos solo les asegura la precariedad y un salario indigno”. Cifró en más de 1.300 el número de empleadas afectadas, muchas de las cuales “cobran menos de 1.000 euros mensuales”. Las educadoras están convocando a cesar puntualmente su jornada, por ejemplo dejando de recoger a los niños en la puerta de los centros.

Lois ejemplificó el papel del consistorio que lidera José Luis Martínez-Almeida al detallar lo que ha sucedido con los pliegos municipales: “Antes se ofrecía a las empresas adjudicatarias puntos por mejoras salariales, pero Almeida lo eliminó hace unos meses, así que ahora no pueden subir el salario de los trabajadoras porque el dinero que reciben no da para ello. Reclamamos que cambien estos pliegos y Almeida vuelva a incluir las mejoras salariales como parte de los contratos que hace

La edil recordó que “estas educadoras hacen un trabajo fundamental de gran responsabilidad, dedican ocho horas al día a niños de entre 0 y 3 años, que son bebés. Muchas necesitan un segundo trabajo por las tardes para llegar a fin de mes”. Más Madrid ya incluyó en su programa electoral de los pasados comicios municipales el establecimiento de un salario mínimo municipal de 1.500 euros para la plantilla de servicios externalizados del consistorio.

El Ayuntamiento justifica por contra, en declaraciones a este medio, los cambios legislativos para paliar la situación del sector: “La memoria económica de los anteriores contratos (2017-18) se incrementó un 10% para beneficio empresarial. La empresa podía, de manera discrecional, incrementar el salario de los trabajadores a costa de ganar menos dinero del contrato, pero se desconocía si finalmente ese incremento llegaba a los empleados”. 

Fuentes municipales defienden que “ahora la memoria económica está ajustada a los gastos totales del contrato”. Así, “a los precios salariales descritos en el convenio de aplicación para el personal de las escuelas infantiles, el Ayuntamiento ha dispuesto aplicar un incremento del 5,5 % en aplicación de su Disposición Adicional Quinta, motivada por la creciente inflación”. Concluyen que “para el curso 2023-2024, se incrementará un 4,6%, actualizando las tablas salariales conforme al convenio y aplicados los incrementos”.

Sin recursos contra el calor

Pero según varios padres y empleadas, los sueldos o las condiciones laborales no son la única muestra de precariedad en estos entornos. “La Comunidad de Madrid ha destinado 1,5 millones de euros para cambiar suelos radiantes por suelos reflectantes, pero esto da para muy poquitas escuelas. Las pocas elegidas ven la luz, el resto seguimos igual. Aquí ha venido una arquitecta que aprobó el proyecto y alguien de la empresa que va a instalar, pero no ha vuelto. Y estamos ya prácticamente en julio”, relata Dimas. Profesoras de la Escuela Valle de Oro le han trasladado que ya han superado los 33ºC en las aulas. “Mi hijo está lleno de granos porque el sudor le causa dermatitis”, lamenta este progenitor.

Cuenta que es una de las escuelas públicas del Ayuntamiento que gestiona una empresa concesionaria, en este caso Chiquitín, la cual les ha ofrecido “unos ventiladores como única solución, que solo sirven para mover el calor”. La dirección del centro ha instalado estores y algunas láminas anticalor en zonas de especial insolación, “todo iniciativas personales de las educadoras que se han comprometido para echar una mano”.

El niño estaba decaído. Cuando llegamos nos encontramos que no parecía él, porque suele ser muy activo. La profe nos comentó que no paraba de pedir agua, por mucha que le diesen, y siguió haciéndolo mientras íbamos urgencias. Sufría además náuseas

Tamara cita los sprays que las docentes utilizan por cuenta propia como otra de las acciones emprendidas ante la falta de medidas de calado salidas del Ejecutivos local y el autonómico. En 2022, su hijo sufrió un golpe de calor con apenas 1 año: “Nos llamaron para decirnos que el niño estaba decaído. Cuando llegamos nos encontramos que no parecía él, porque suele ser muy activo. La profe nos comentó que no paraba de pedir agua por mucha que le diesen, y siguió haciéndolo mientras íbamos a urgencias. Sufría además náuseas. Por suerte todo quedó en un susto y se recuperó muy pronto al hidratarse y estar en un ambiente con temperatura soportable”.

Curiosamente, esa misma noche (un 13 de junio), Tamara se puso de parto y nació su segundo retoño. “No sé si fue del disgusto pero el caso es que coincidió así”, bromea. Ahora el pequeño de la familia acude a la misma escuela, en la clase bebé: “El pobrecito también lo está pasando regular con el calor, se le forman granitos por todo el cuerpo. Nos estamos planteando qué hacer en julio porque no quiero volver a vivir una experiencia desagradable o que pase algo más gordo”. Subraya que muchos de estos niños “ni siquiera saben hablar, así que no pueden transmitir lo mal que lo pasan”.

En su intervención frente a la Escuela El Olivar, Lois hizo mención a este asunto y pidió “medidas urgente para acondicionar patios sin sombras y clases no climatizadas en plena emergencia climática”. Dimas achaca la “inacción” de Comunidad y Ayuntamiento madrileños a “la falta de interés en que las escuelas públicas estén adecuadas como deberían por su propensión a volcar el presupuesto en las concertadas e incluso las privadas; ellos dirán que no, pero yo creo que todo esto forma parte de un plan”.

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