Lo que un campo de fútbol de Aluche explica acerca de la dificultad de borrar la memoria franquista del espacio público

El pasado 3 de abril, la cuenta en X de la Real Federación de Fútbol de Madrid compartía las fotografías de la “inauguración del Campo General Saliquet en Aluche”. La escueta publicación incluía varias imágenes en las que se veía, entre otras personas, a Alberto González Díaz, el Concejal Presidente del distrito de Latina.

La publicación ocasionó la indignación de algunos usuarios, que recordaron las responsabilidades directas de Andrés Saliquet en el golpe de Estado Franquista y la represión durante la posguerra en Madrid.

Luis S. Fernández, presidente Asociación Mesa Memoria Histórica Distrito de Latina, mostró incluso la orden de ejecución de su abuelo, Luis Fernández Aguado, con la rúbrica de Saliquet. Él mismo contó la historia en Los tres agostos de Luis El Sastre. Primer alcalde republicano de Fuenlabrada (El Garaje, 2020).

En realidad, más que una inauguración se trataba de una reinauguración después de las obras de acondicionamiento y mejora de la antigua Instalación Deportiva Básica de fútbol 11, que ahora es de césped artificial, tal y como explica la Guía de Aluche.  

La instalación deportiva tomaba su nombre de la contigua calle General Saliquet, eliminada del callejero en 2018 por la Ley de Memoria Histórica y sustituida por la actual de Soledad Cazorla. La nueva denominación recuerda a la feminista e impulsora de la Ley contra violencia de género.

Sin embargo, la pista no lleva ya el nombre del general franquista sino el de Instalación Deportiva Municipal Básica Oscar y Jesús. La propia Real Federación Española de Fútbol de Madrid ha tenido que disculparse en redes sociales al día siguiente.

 A pesar de ello, en la ficha federativa aparece aún como Saliquet-Óscar y Jesús y, consecuentemente, también en las distintas páginas web que reproducen los calendarios deportivos que implican al campo. En Google Maps, aparece con el nombre popular Saliquet Arena.

Andrés Saliquet Zumeta, que Franco convirtió en I marqués de Saliquet, participó en el golpe de Estado que daría lugar a la guerra deponiendo por la fuerza al general en plaza y poniendo Valladolid en rebeldía. Entró a formar parte de la Junta de Defensa Nacional de Burgos y se convirtió en Comandante en Jefe del Ejército del Centro sublevado.

Nada más terminar la guerra, fue nombrado Capitán General de la la I Región Militar (Madrid) y, tras un breve periodo sustituyendo a Queipo de Llano en Sevilla, se convirtió en una figura clave de la represión en Madrid como Capitán General primero y como presidente del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo después.

Los madrileños de más de cuarenta años seguramente han escuchado hablar en muchas ocasiones de José Antonio para referirse a la Gran Vía o Generalísimo para hacerlo sobre el Paseo de la Castellana y, singularmente, sobre su sucursal de El Corte Inglés. Estos días de atrás, hemos podido leer en diversas noticias de prensa que el alcalde de Madrid, que se acaba de casar, reside en la calle Capitán Haya, en lugar de en la del Poeta Joan Maragall, como la vía se denomina desde hace años.

El equívoco y la permanencia informal del nombre antiguo del modesto campo de fútbol del barrio de las Águilas es un buen ejemplo de que eliminar una denominación franquista del espacio público es solo el comienzo de un camino más largo de exorcización de su memoria criminal.